Resistir y luchar, la vida en El Salvador de un hombre transexual

San Salvador, 12 nov (EFE).- "Entre los cinco y los seis años empecé a darme cuenta de que algo no estaba bien (...) no practicaba los roles asignados a una mujer", es lo primero que comenta Aldo Peña, un hombre transexual salvadoreño, al preguntar sobre su historia. Una historia marcada por mucho sufrimiento, discriminación, resistencia y lucha.

"Yo no quería jugar con otras niñas o con cosas que la gente me decía que eran para niñas, yo me inclinaba más por las cosas de niños, siempre en todo aspecto", dijo a Efe Peña, de 36 años.

Ser un hombre transexual quiere decir que la identidad de género no corresponde con el sexo biológico, ni con el nombre asignado por los padres, explicó Peña, quien ha pasado de ser víctima de abuso policial, de sufrir discriminación en su hogar, vecindario y trabajo, a ser una persona empoderada y dispuesta a seguir defendiendo sus derechos y los de los suyos.

Este salvadoreño comenzó hace seis años su proceso de hormonización para el cambio de sexo y actualmente trabaja como un agente municipal, en el Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM) de San Salvador.

LA DISCRIMINACIÓN EN SU HOGAR

La vida familiar de Aldo no fue fácil, su madre no aceptaba su comportamiento y su padre los dejó a él y a sus dos hermanos cuando ellos eran pequeños.

"La problemática empezó cuando llego a la etapa del desarrollo, mi cuerpo comenzó a desarrollarse de una manera que yo no quería, me comenzaron a crecer los pechos, a formarse más un cuerpo femenino, (...) desde ahí empezaron mis problemas para tratar de ocultar todo eso", dijo.

Al día de hoy, comentó, "nunca he hablado con mi madre sobre esto (ser un hombre trans) porque lo que está a la vista no requiere anteojos, ahora ella ya me aceptó y nuestra relación es diferente".

A pesar de sufrir discriminación en su hogar, Peña aseguró que "no era extremadamente fuerte" y que en ningún momento pensó en huir de su cosa o suicidarse, como pasa con otras personas de la comunidad LGTBI.

EL PROCESO DE CAMBIO DE SEXO

Peña comentó que él escuchó por primera vez la palabra transexual de la boca de unas mujeres trans que conoció en una reunión, y desde ese momento comenzó a investigar más sobre el tema.

Estas mujeres fueron las que también le informaron sobre el proceso de cambio de sexo con el proceso de hormonización.

Explicó que para empezar el proceso de hormización "hay exámenes que son puntuales: chequear los niveles de testosterona para ver qué tanto uno necesita, el peso, la altura y un montón de cosas más, pero por falta de recursos económicos yo no me los realicé".

Relató que hace seis años decidió ponerse la inyección de testosterona sin ningún control médico, por lo que, según aceptó, no ha tenido "un proceso hormonal controlado y no es el adecuado".

En "nuestra locura o desesperación nos empezamos a hormonizar de una manera irresponsable. Sí lo acepto, es una manera irresponsable, yo no debería de estarlo haciendo de esa manera, tendría que tener un médico endocrinólogo", apuntó.

El proceso implica realizarse exámenes, al comienzo, cada tres meses, luego cada seis meses y luego cada año, pero "esto implica mucho dinero", dijo.

"No sé si me estoy administrando una dosis correcta, no sé si necesito más o menos (...) esto me está dañando mis riñones, el hígado, el corazón, la sangre, se vuelve más espesa por lo tanto pueden taparse las arterias, aumenta la posibilidad de cáncer, lo sé y estoy consciente", manifestó.

LIDIAR CON SU CAMBIO Y SUFRIR ABUSO POLICIAL

Su proceso de cambio no es todo con lo que Peña ha tenido que lidiar. En 2015 fue víctima del abuso policial de unos agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), quienes lo golpearon, sin razón alguna, hasta dejarlo inconsciente.

Tras participar en una marcha del Día del Orgullo Gay, Peña se dispuso a regresar a su vivienda, en la localidad salvadoreña de Ciudad Delgado, a la que no llegó.

El chófer de una unidad de transporte colectivo no se detuvo en la parada en la que una amiga de Peña, quien lo acompañaba, se tenía que bajar, y esto generó un incidente en el que el salvadoreño se llevó la peor parte.

El chófer paró en una delegación de policía y dijo que Peña "iba realizando desorden en la unidad", por lo que inmediatamente fue rodeado de policías.

Peña fue golpeado por un policía, quien se puso en su "abdomen y quería estrangularme, me pegaron patadas y puñetazos hasta que perdí el conocimiento y cuando desperté estaba en una delegación esposado y amarrado (atado) de los pies, ahí me siguieron golpeando y me podían las botas en la cara", comentó.

De acuerdo con Peña, los policías señalaron que él había golpeado a 15 policías y los acusaron, a él y a su amiga, de resistencia y agresión.

"Ustedes mañana van a amanecer en un barranco, y vamos a decir que fueron las pandillas", le decía a Peña uno de los policías.

El caso llegó a los juzgados y después de seis meses Peña fue sobreseído y luego continuó un proceso de denuncia contra las policías que lo atacaron, pero solo condenaron a cuatro agentes -dos hombres y dos mujeres-, no se incluyó al policía que comenzó y lideró los abusos.

"No entiendo por qué tanto odio (...) uno aprende a llorar por dentro, aprende a sobrellevarlo. Es una lucha que uno lleva solo", agregó.

En una entrevista con Efe en abril de 2016, la reconocida activista salvadoreña Karla Avelar aseguró que los cuerpos de seguridad y las pandillas son los "principales asesinos" de miembros de la comunidad de la diversidad sexual.

Sara Acosta

(c) Agencia EFE