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Reseña de ‘Severance’: Patricia Arquette y Christopher Walken le dan un toque siniestro a esta ambiciosa obra

Probablemente todos hemos tenido trabajos que nos gustaría olvidar, pero literalmente dividir tu mente en dos, una para la vida laboral y otra para la vida personal (con lo que en realidad no recordarías tu horario de nueve a cinco después de salir del trabajo), bueno, eso podría ser llevar las cosas un poco al extremo. Pero no es así para Lumon Industries, la turbia corporación sobre la que gira Severance, un thriller superestilizado que podría describirse como una mezcla entre la historia de amor de cerebros borrados Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004), 1984 de George Orwell y la serie de un ambiente de agencia de publicidad Mad Men.

Ben Stiller dirige esta serie de Apple+ de 10 episodios que gira en torno al misterioso departamento de “refinamiento de macrodatos” en la compañía Lumon, donde todos los trabajadores deben someterse al proceso de “escisión". Una especie de trepanación dictada por recursos humanos hace que los recuerdos entre el horario de oficina y la vida personal de los empleados estén “separados espacialmente”, de modo que cuando están en el trabajo no tienen idea de quiénes son en el mundo exterior, y viceversa. Todo esto suena como una pesadilla kafkiana, porque lo es.

La nueva recluta de Lumon, Helly (Britt Lower), sospecha con razón de su nuevo trabajo, especialmente cuando le muestran imágenes en vídeo en las que acepta someterse al procedimiento de escisión. Mientras ella intenta rebelarse contra su aparente decisión de unirse a la compañía, su colega, Mark (Adam Scott de Parks and Recreation) quien tristemente tiene el cerebro lavado, lucha contra sus propios demonios. En el mundo exterior es un viudo alcohólico y con problemas que ha aceptado el trabajo en Lumon para distraerse de su pérdida, aunque su estrategia no está funcionado. “Olvidarte de ella durante ocho horas al día no es lo mismo que sanar”, señala sabiamente su hermana, interpretada por Jen Tullock.

Una premisa tan siniestra conduce a momentos de comedia maravillosamente sombría y de un surrealismo inquietante, manejados hábilmente por un elenco ejemplar. Lejos de su actuación compasiva y ganadora de un Oscar en Boyhood, Patricia Arquette es fría y cruel en su papel de la jefa Peggy, y también Christopher Walken participa, en lo que evidentemente es el inicio de la fase televisiva regular de su carrera después de la comedia de la BBC The Outlaws del año pasado. Después de su memorable papel en un ejercicio para crear lazos entre los trabajadores de Waystar Royco con Kieran Culkin en Succession, Zach Cherry interpreta a otro compañero de trabajo con un humor ácido, mientras que el títere de Lumon interpretado por John Turturro es un estereotipo de oficina brillantemente descifrado. Ambos son empleados “escindidos” que pasan sus días revisando datos inexplicables y aparentemente sin sentido en lo que parece ser una interpretación inteligente de lo escrito por el difunto sociólogo David Graeber en su libro de 2018 Bulls*** Jobs: A Theory, que recoge el concepto de trabajo sin sentido que agota la noción de autoestima del trabajador, pero al cual el mismo debe dedicar su vida.

Helly, interpretada por Lower, no es la única que cuestiona el proceso de escisión que suena poco fiable. Un exempleado de Lumon llamado Petey (Yul Vázquez) ha logrado eludir el implante cerebral supuestamente irreversible y rastrea a la versión real de Mark, en un intento de filtrar información sobre la empresa. Inicialmente, Mark está confundido: él nunca ha visto a este hombre. Pero, por supuesto, en realidad han pasado los últimos tres años juntos en la oficina.

En lo que respecta a la televisión de alto concepto, Severance es bastante elevada, pero su ambición es convincente, entre otras cosas porque podría ser la reacción violenta que hemos estado esperando contra los trabajos de m***da.