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Al rescate de 'Ifigenia', cantata de la compositora italiana María Rosa Coccia

<span class="caption">Retrato de Maria Rosa Coccia (Antonio Cavalucci, siglo XVII).</span> <span class="attribution"><a class="link " href="http://www.bibliotecamusica.it/cmbm/scripts/quadri/scheda.asp?id=67" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Museo internazionale e biblioteca della musica di Bologna;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas">Museo internazionale e biblioteca della musica di Bologna</a></span>

La venta de un libreto en una subasta hace dos años fue el detonante para la identificación de una obra única en nuestro patrimonio musical histórico: Ifigenia, cantata a cinco voces y orquesta de Maria Rosa Coccia, dedicada a la princesa de Asturias María Luisa de Parma en 1779, recientemente identificada en la Real Biblioteca.

Quién fue Maria Rosa Coccia

Cuando recuperamos y estudiamos música compuesta por mujeres, lo más frecuente es que hayan permanecido ajenas a los circuitos profesionales y al ámbito público. Sin embargo, este no es el caso de María Rosa Coccia, una compositora que, aunque tuvo que sortear muchas dificultades durante su vida profesional por su condición de género, también fue muy reconocida en su tiempo.

Coccia nació en Roma en 1759, donde falleció en 1833. Fue una niña prodigio. Alentada y apoyada por su padre, comenzó sus estudios con Sante Pesci, maestro de capilla de la Basílica Liberiana, con quien estudió contrapunto. A los 12 años compuso seis sonatas para clave dedicadas al príncipe Carlos Eduardo Estuardo, y a los 13, el oratorio Daniello nel lago dei leoni, dedicado a la duquesa Marianna Caetani Sforza-Cesarini. Esta pieza se interpretó en el oratorio San Felipe Neri de Roma, entonces ciudad-estado papal donde las mujeres tenían prohibido asistir a la representación de un oratorio y mucho menos componer uno. Este es un ejemplo de cómo Coccia rompió barreras de género desde los inicios de su vida.

Con solo 15 años fue la primera mujer en aprobar el examen para obtener el título de Maestra di Cappella de Roma, necesario para ejercer como músico en la ciudad. En aquel tiempo era difícil aceptar a una mujer compositora, algo que la propia Coccia deja entrever en sus cartas, en las que justifica su elección de dedicarse a la música, prácticamente excusándose por ello.

En 13 de abril de 1779 Coccia fue admitida en la prestigiosa Academia Filarmónica de Bolonia (la segunda mujer tras Mariana de Martínez), motivo por el cual se le realizó un precioso retrato hoy conservado en el Museo de la Música de Bolonia.

A pesar de tan distinguidos reconocimientos, las dificultades de Coccia para ejercer profesionalmente fueron terribles. Uno de los aspectos más conocidos de su biografía es la controversia generada con la publicación de su examen de ingreso para la Accademia de Roma.

Francesco Capalti, maestro de capilla de la Catedral de Narni, afirmó que contenía errores y que solo fue promovida porque era una mujer. A raíz de esta acusación –a la que sumaron dos de los examinadores–, el Abbate Michele Mallio publicó en 1780 un libro biográfico en su defensa titulado Elogio Storico della Signora Maria Rosa Coccia Romana, en el que colaboraron las más importantes figuras musicales de la época, como Farinelli y el padre Martini y el dramaturgo y poeta Metastasio.

Los últimos cincuenta años de su vida siguen siendo todavía un misterio. En 1832 solicitó un pago mensual a la Academia de Santa Cecilia de Roma. Declaraba que había sido compositora y maestra toda su vida, pero que al haberse dedicado al cuidado de sus padres y una hermana enferma, ni siquiera tenía un pequeño ahorro para su vejez. Su mala salud le impedía enseñar. Se le concedió una pequeña pensión poco antes de morir.

La dedicataria María Luisa de Parma, princesa de Asturias

La producción conocida de Coccia suma 30 obras, tanto religiosas como profanas, entre ellas cinco cantatas. Coccia empleó como estrategia de promoción profesional la dedicatoria de sus obras a distintos miembros de las élites europeas, especialmente a mujeres, como es el caso de Ifigenia, dedicada a María Luisa de Parma. Es una muestra de la importancia de las redes femeninas en la protección y promoción de la actividad profesional de otras mujeres.

María Luisa de Parma es todavía hoy una de las reinas con peor imagen, juzgada por todos, y recordada como mala madre, peor esposa y reina nefasta. Como define el historiador Calvo Maturana, una esclava del mito. Esta visión tan negativa está siendo revisada por los historiadores, y la dedicatoria de esta obra nos invita a acercarnos a ella desde otra perspectiva completamente distinta, como protectora y mecenas de la música.

Como la compositora y la dedicataria, la protagonista de esta cantata es también una figura femenina poderosa, fuerte y valiente. Ifigenia, personaje de la mitología griega, está dispuesta a ser sacrificada para salvar a su pueblo. Aunque el sacrificio se interrumpió en el último momento y contrajo matrimonio con su amado Aquiles ante la felicidad de sus padres Agamenón y Clitemnestra.

¿Por qué una cantata y no una ópera?

Ifigenia no responde al tipo de cantata de cámara habitual del siglo XVIII. El número de personajes, la amplia orquesta y la dimensión de la obra la hacen mucho mayor. Consta de dos partes, con una sinfonía inicial en tres movimientos, la alternancia de recitativos –algunos instrumentados– y arias (con estructuras variadas, desde una breve cavatina de Ifigenia hasta amplias arias da capo), con un dúo final en la primera parte y un extenso quinteto que cierra la obra. Responde así a lo que consideramos una ópera.

Candida Felici, una de las principales estudiosas de Coccia, plantea que la imposibilidad de acceder a estrenarlas en un teatro de ópera, vetado a las mujeres, le habría llevado a componer este tipo de “cantatas”, que en realidad son óperas pero sin necesidad de puesta en escena, para poder ser interpretadas fuera de los teatros. El nombre cantata indicaría que no necesita escena aunque todos sus elementos musicales y textuales corresponden al género de la ópera.

El estreno de una selección de arias de Ifigenia supone un cierre excepcional a la temporada musical de Patrimonio Nacional cuyo eje temático, “La mujer en la música de los Reales Sitios”, ha contribuido a rescatar voces y sonidos olvidados y al mismo tiempo a recuperar y poner en valor la enorme riqueza musical de las Colecciones Reales españolas.


Este artículo es una versión adaptada del texto publicado en el programa de mano del concierto “Grandes Obras: Ifigenia” (Orquesta Barroca de la Universidad de Salamanca, María Hinojosa, Jone Martínez, sopranos; Pedro Gandía, violín concertino; Alfredo Bernardini, oboe y dirección), resultado del proyecto MadMusic-CM el 14 de diciembre de 2021 en la Capilla Real del Palacio Real de Madrid dentro de la temporada musical de 2021 de Patrimonio Nacional.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

La investigación y edición crítica de la obra han sido posibles gracias al apoyo del proyecto I+D: MadMusic-CM “Espacios, géneros y públicos de la música en Madrid, ss. XVII-XX” (ref. H2019/HUM-5731) de la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo, liderado por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU).