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Los republicanos retoman su estrategia de 2018 con la esperanza de tener mejores resultados: atemorizar a los electores

El presidente Donald Trump aborda el avión presidencial en la Base de la Fuerza Aérea Andrews, en Maryland, para dirigirse a un mitin de campaña en Latrobe, Pensilvania, el 3 de septiembre de 2020. (Anna Moneymaker/The New York Times)
El presidente Donald Trump aborda el avión presidencial en la Base de la Fuerza Aérea Andrews, en Maryland, para dirigirse a un mitin de campaña en Latrobe, Pensilvania, el 3 de septiembre de 2020. (Anna Moneymaker/The New York Times)
Joe Biden, candidato demócrata a la presidencia, habla en un evento de campaña en Pittsburgh, el 31 de agosto de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)
Joe Biden, candidato demócrata a la presidencia, habla en un evento de campaña en Pittsburgh, el 31 de agosto de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)

Para cuando los republicanos terminaron de trastocar la imagen de Sharice Davids en 2018, ella quedó casi irreconocible. En los anuncios que cubrían su distrito suburbano de Kansas City durante su campaña de postulación al Congreso, la describían como “la candidata de la mafia liberal”, enemiga de la policía, una amenaza para los niños y una aliada de los “manifestantes radicales de la izquierda”.

Esa estrategia la dejó boquiabierta en ese entonces y ahora comentó que estaba asombrada de que los republicanos volvieran a hacer lo mismo, pero esta vez en las elecciones presidenciales.

“La vez pasada no les funcionó”, señaló Davids, quien ganó la contienda por diez puntos y es muy probable que la reelijan en noviembre para un segundo periodo. Como expracticante de artes marciales mixtas que aprendió la importancia de desarrollar nuevas técnicas de combate, dijo que los ataques de sus oponentes ya parecen anticuados. “No he visto ninguna evolución. Su conjunto de habilidades parece el mismo”.

El presidente Donald Trump está usando un guion basado en el miedo que le es muy conocido, pero que no es seguro que en verdad haya ayudado a los republicanos a ganar elecciones en los últimos años. Algunos de los actores han cambiado —en vez de los Mara Salvatruchas y las caravanas de migrantes, ahora son los saqueadores y los alborotadores— pero el público meta y las temáticas son los mismos: las comunidades suburbanas a las que, según él, los demócratas no protegerán. El presidente incluso está volviendo a usar frases e imágenes de 2018, con consignas como “empleos no saqueos” y anuncios que muestran a los políticos demócratas y a personalidades liberales arrodillándose al escuchar el himno nacional.

Los demócratas pueden señalar los 41 escaños de la Cámara de Representantes que obtuvieron en 2018 para demostrar que la estrategia republicana no funcionó entonces, y que a los electores les importaba más la atención médica que la confusión. Hasta los mismos republicanos afirman que en sus encuestas no hay pruebas fehacientes de que las tácticas del presidente lo estén ayudando ahora.

Pero detrás de su tranquilidad, los demócratas reconocen el peligro real de que Trump y los republicanos puedan beneficiarse de mostrar al vicepresidente Joe Biden y al Partido Demócrata como indiferentes a la violencia y al desasosiego que ha sacudido a las ciudades de todo el país, sobre todo en los suburbios del Medio Oeste de Wisconsin y Minnesota donde no es tan distante y abstracto.

Además, como lo dejó en claro el presidente el lunes durante una conferencia de prensa, está tratando de culpar a sus oponentes de mucho más que eso, con afirmaciones infundadas de que los “demócratas socialistas radicales de inmediato hundirían la economía” y provocarían “innumerables muertes provocadas por suicidios, abuso de drogas, depresión y enfermedades cardiacas” por mantener los confinamientos debido al coronavirus.

El miedo —a la delincuencia, la violencia en las calles, los recortes del financiamiento de los departamentos de policía o la inseguridad económica— resuena en los electores suburbanos de todos los grupos demográficos, afirmó Dan Sena, estratega demócrata que supervisó la estrategia del Comité de Campaña Demócrata en el Congreso para ganar la Cámara de Representantes en 2018.

“Los demócratas tienen que reconocer el temor que eso conlleva y abordar el asunto. Entonces la gente estará dispuesta a escucharlos”, comentó Sena. “Pero si no atienden el problema, están dando lugar a que tenga éxito la estrategia republicana”.

Los republicanos presentan al primer distrito del Congreso de Minnesota como un ejemplo de cómo puede funcionar su guion. El candidato demócrata en 2018, Dan Feehan, perdió por un escaso margen luego de una tórrida campaña publicitaria. Los anuncios de los republicanos y sus grupos externos lo retrataban junto a imágenes de un Colin Kaepernick arrodillado y de latinos cubiertos de tatuajes haciendo muecas, con la intención de evocar los estereotipos de delincuentes curtidos.

Cuando Trump fue el mes pasado a ese distrito a hacer campaña (en 2016, perdió Minnesota por solo 44.000 votos y cree que este año está a su alcance), afirmó que Biden “eliminaría los suburbios” y “aprobaría una legislación que desmantelará todos los departamentos de policía de Estados Unidos”.

Nick Frentz, un senador estatal demócrata que representa a Mankato, Minnesota, la ciudad ubicada a unos 130 kilómetros de Minneapolis donde habló Trump, mencionó que estaba orgulloso de haber contado con el patrocinio de las agencias locales de la policía para su material de campaña en su última elección. Frentz dijo que no se puede permitir que los republicanos vinculen el movimiento para crear conciencia sobre las desigualdades raciales en la vigilancia policial con los anarquistas que lo han aprovechado.

“Exhorto a la gente a enfrentarlo”, dijo Frentz acerca de sus compañeros demócratas y el problema de la seguridad pública, lo que es en especial relevante en su distrito debido a su cercanía con la ciudad que se convirtió en el epicentro de las manifestaciones contra la injusticia racial este verano luego de que un oficial de policía de Minneapolis apareciera en un video aplastando con la rodilla el cuello de George Floyd hasta provocarle la muerte.

También ha surgido este año como un punto de fractura en la lucha para controlar el Senado estatal, el cual dominan los republicanos por solo dos votos. Frentz señaló la publicidad postal de la campaña de los republicanos que afirma que los demócratas quieren “eliminar el financiamiento de la policía y destruir el Estado de derecho” junto a una imagen de un edificio en llamas. “Eso es falso”, afirmó. “Tenemos 110 demócratas en la legislatura estatal… y ninguno ha hecho un llamado para retirar el financiamiento de los departamentos de policía”.

Los suburbios ayudaron a los demócratas a ganar votos en 2018, cosa que indica que, si a los electores los motivaba el miedo, no era ni a las pandillas ni a las invasiones de migrantes. La preocupación por la delincuencia es real, antes y ahora, señaló Sena: “Pero no es tan preocupante como la idea de que alguien les quite los servicios médicos”.

Los republicanos lo ven de otra manera. Los saqueos y los ataques que dañaron más de 1500 edificios y negocios en el área metropolitana de Minneapolis-Saint Paul y se propagaron a otras áreas metropolitanas importantes les proporcionaron materia prima instantánea a Trump, los republicanos y los medios conservadores. Al minimizar el hecho de que estos estallidos de violencia fueron relativamente aislados en medio de manifestaciones masivas que atrajeron a millones de estadounidenses desde Whitefish, Montana, hasta Miami (y conscientes de que muchos demócratas no querían ser vistos como críticos del movimiento más amplio por la justicia racial), el presidente y sus aliados se enfocaron en las revueltas y casi siempre dejaron de lado cualquier otra cosa.

Y luego acusaron a los demócratas de no condenar los disturbios.

Corry Bliss, un estratega republicano que supervisó al grupo político que en 2018 hizo muchos de los anuncios que decían que los demócratas eran blandos con la delincuencia y que es consultor de las campañas del Partido Republicano este año, señaló que, esta vez, la estrategia evidentemente está tocando un punto sensible, con los electores y Biden.

“Lo más revelador no es lo que el Partido Republicano está haciendo, sino lo que Joe Biden y los demócratas están haciendo. Y es evidente que tienen muchísimo miedo de no estar en sintonía con el pueblo estadounidense”, afirmó Bliss.

Desde que el concepto de retirar el financiamiento a la policía se convirtió en una consigna entre algunos activistas progresistas, Biden se ha distanciado de él al decir que, si bien apoya la necesidad de reformar las prácticas de vigilancia policial, se opone a los recortes generalizados a los presupuestos de las fuerzas policiales. También lo hacen la mayoría de los electores y los dirigentes del Partido Demócrata.

No obstante, la semana pasada fue evidente la presión que se ejerció sobre la campaña de Biden para que explicara con mayor detalle la manera en que, como presidente, abordaría la seguridad pública y, concretamente, lo que pensaba sobre los disturbios posteriores al tiroteo de la policía el mes pasado en Kenosha, Wisconsin, que dejó a un hombre negro con una parálisis parcial.

Biden pronunció un discurso sobre el asunto, mismo que su campaña de inmediato convirtió en un anuncio. “Quiero que quede muy claro”, señala en el anuncio, un reconocimiento aparente de que hay personas que creen que no ha sido claro. “Los disturbios no son manifestaciones. Saquear no es protestar. Es anarquía, pura y dura. Y quienes lo hagan, deberán ser enjuiciados”.

Al haber más demócratas que hacen referencia al orden público, tal vez los republicanos vean que su enfoque es menos eficaz. Desde Kansas, Davids mencionó que fue educada por una madre que trabajaba en el Ejército y que luego trabajó un tiempo en las fuerzas policiales. Dijo que ha asistido a mítines en favor de la justicia racial y que se ha sentado a hablar con directores de la policía. Afirmó que la mayoría de los estadounidenses están en un punto medio.

“Sí creo que hay mucha gente que en verdad desea que hablemos de justicia racial y que realmente quiere que pensemos bien cómo asignar nuestros recursos a la policía”, comentó.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company