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Los republicanos en el diván

Nasville (TN), 29 oct (EFE News).- A unos treinta kilómetros al noreste de Nashville (Tennessee) los bloques de edificios dan paso a un escenario bucólico de grandes extensiones de pastos verdes con casas de madera. Es el fértil sur de Estados Unidos, una tierra que evoca la utopía conservadora de un mundo feliz donde el individuo es el centro y el presidente, incluso si es Donald Trump, una mera herramienta para lograr este ideal.

Más allá del bullicio de la capital de la música country, con sus bares donde la música no se ha silenciado pese a la pandemia, el paisaje muta conforme uno se adentra en pleno corazón del republicanismo, en los llamados suburbios a los que apela Trump, donde su figura puede gustar o no, pero se vota por un ideal basado en la defensa a ultranza de la libertad individual.

El fundador del movimiento ultraderechista Tea Party en Nashville, Ben Cunningham, reside en uno de los ranchos que pueblan la zona. Para él, Trump es una figura polarizadora y, sin duda, única en la historia política.

TRUMP, UNA EMBARCACIÓN IMPERFECTA QUE SIRVE PARA NAVEGAR

"Claramente él es una embarcación muy imperfecta para nuestras esperanzas de futuro, pero cualquier individuo lo es, y creo que es por ese motivo por el que no tenemos que otorgar demasiado poder al Gobierno, tenemos que preservar el poder del individuo, porque siempre que le das demasiado poder a alguien se corrompe", reflexiona Cunningham, en declaraciones a Efe, desde el porche de su casa.

Pese a esta "imperfección", muchos conservadores ven que Trump defiende la república constitucional, con sus nombramientos de jueces y su "fe en el excepcionalismo estadounidense".

Un excepcionalismo entendido como la manera en que "estructuras una sociedad en la que cada persona pueda vivir libremente y expresar lo mejor de sí misma", explica el también portavoz del grupo "Tennessee Tax Revolt" (revuelta de impuestos de Tennessee), contrario a las subidas impositivas.

Esta casi filosofía de vida se traduce en un rechazo a la intervención excesiva de las autoridades en asuntos como el manejo de la pandemia, la economía o los problemas raciales frente a un fortalecimiento del papel del individuo y su comunidad.

NO ROTUNDO A LOS IMPUESTOS

Es la hora del almuerzo y un grupo de votantes, en su mayoría blancos, hacen cola a las puertas de una biblioteca al suroeste de Nashville junto a la carretera de Baugh, convertida en centro de votación anticipada para los comicios del 3 de noviembre.

La recuperación económica tras el grave deterioro sufrido por la pandemia es la principal preocupación de la mayoría de los electores consultados por Efe a la salida de la biblioteca, aunque muchos enumeran las subidas de impuestos y la crisis sanitaria.

Tim Skow conoce de primera mano las inquietudes de los republicanos como anfitrión de uno de los encuentros conservadores de más prestigio en Tennessee, los almuerzos del "1st Tuesday" (primer martes), que se celebran una vez al mes y atraen a personalidades de todo el país.

Para él, la gestión de la pandemia debe responder al "tren republicano de pensamiento", es decir, que "el Gobierno federal debería asistir de todas las formas posibles a lo que el gobernador del estado necesite".

Y lo ejemplifica recordando "cuando el gobernador (Andrew) Cuomo de Nueva York dijo 'necesito 40.000 respiradores', y lo gritó, porque el Gobierno federal solo tenía unos pocos miles para enviarle".

"Bueno -destaca-, lo que pasó fue que el presidente Trump fue a los fabricantes, gente que incluso no manufacturaba respiradores y ¡Bum! Nos metimos en el negocio de fabricación de respiradores y nadie en Nueva York que necesitara un respirador no lo tenía".

La pandemia ha agudizado aun más la polarización que ya había en el país entre republicanos y demócratas, mientras que las protestas raciales de los últimos meses frente a la violencia policial contra los afroamericanos, que también han salpicado Nashville, le han dado la puntilla.

"Creo que hay un grupo de gente ahí fuera que con el tiempo han pasado a creer que su Gobierno tiene un sesgo racial contra ellos. No obstante, también veo que montones de personas de todas las razas viene a EE.UU., no abandonan EE.UU. por otros lugares por la manera en que nuestro Gobierno los trate", puntualiza Skow, con voz queda, durante la conversación con Efe en el vestíbulo de un hotel del centro de Nashville.

UNA DISYUNTIVA ENTRE EL INDIVIDUO O EL ESTADO

Al final del día, más allá de la economía, la covid-19 o la justicia racial lo que hay son dos visiones ideológicas antagónicas sobre hacia dónde debe caminar el país en el futuro.

Desde posiciones conservadoras, Cunningham se plantea una serie de cuestiones: "¿Seguiremos siendo una república constitucional? ¿Seguiremos valorando todos los derechos individuales y la Ley de Derechos? ¿Y enseñaremos a nuestros hijos a valorar esos valores fundamentales?"

En definitiva, Skow considera que "estas elecciones son para decidir si EE.UU. se vuelve drásticamente hacia el movimiento socialista o si permanecerá más como un sistema de libre de mercado".

Un país siempre se divide entre aquellos que abanderan la libertad y quienes aspiran a "una utopía" socialista donde todo se reparte entre todos, "la mala noticia es que en todas partes en donde se ha intentado, han acabado como Venezuela y Cuba", advierte.

El fundador del Tea Party lo ilustra citando una frase de Archipiélago Gulag (1973), la obra del escritor ruso Aleksandr Solzhenitsyn que denunciaba la represión política en la extinta Unión Soviética.

"Me encanta la frase de Solzhenitsyn de que 'la línea que separa el bien del mal (...) cruza por cada corazón humano'. Todos nosotros, independientemente del género o la raza somos capaces de un gran bondad y todos los capaces de una gran maldad, cada uno de nosotros, es capaz de una gran maldad", alerta Cunningham.

(c) Agencia EFE