Renuncia o destitución, el clamor por las nuevas revelaciones sobre Trump

Si las revelaciones hechas por el portal Buzzfeed son ciertas, el presidente Donald Trump podría estar al filo del precipicio. De acuerdo a ese medio, funcionarios involucrados en la investigación de la injerencia electoral de Rusia afirman que Trump habría en varias ocasiones instruido a su abogado Michael Cohen para que mintiera al Congreso sobre los tratos que tenía para la construcción de una torre en Moscú.

Esas alegaciones también apuntan a que Trump aprobó un plan para visitar Rusia en plena campaña electoral estadounidense (cuando él era candidato) para reunirse con el presidente ruso Vladimir Putin e impulsar su proyecto inmobiliario y se añade que Cohen informaba con frecuencia a Ivanka y Donald Trump, hijos del presidente y entonces candidato pressidencial, sobre los avances en esos asuntos.

Michael Cohen, abogado de Donald Trump, le habría mentido al Congreso por instrucciones de su jefe, hoy presidente de EEUU. (AFP)
Michael Cohen, abogado de Donald Trump, le habría mentido al Congreso por instrucciones de su jefe, hoy presidente de EEUU. (AFP)

Trump ha negado enfáticamente durante su campaña y ya en la Casa Blanca tener negocios con Rusia y, dada la vigente investigación sobre la injerencia electoral rusa en la campaña de 2016, la posibilidad de vínculos de Trump con negocios o personajes en ese país encienden las sospechas, por lo menos, de conflictos de interés y de riesgos para la seguridad nacional.

Las revelaciones de Buzzfeed, con todo, irían más allá de la mera suspicacia. Apuntan a que Trump habría obstruido la justicia y cometido un delito al instruir a Cohen a mentirle al Congreso en relación al proyecto de esa torre en Moscú. El propio nominado de Trump a secretario de Justicia, William Barr, lo expresó en su comparecencia de ratificación ante el Senado: si un presidente interviene para que un testigo haga declaraciones falsas habrá incurrido en un crimen, según The Washington Post.

Según reportó Buzzfeed, Cohen se declaró culpable de mentir al Congreso al afirmar falsamente que el proyecto de torre en Moscú terminó en enero de 2016, cuando en realidad habría continuado después, al parecer hacia junio de 2016, cuando Trump ya era el más probable ganador de la candidatura presidencial republicana. E incluso se indica que Cohen dijo a la investigación del fiscal especial Robert Mueller que el propio Trump le ordenó, después de realizada la elección, que mintiera para hacer creer que ese proyecto inmobiliario se concluyó antes de lo que en realidad sucedió.

El objetivo, se afirma, habría diluir los vínculos de Trump con Rusia, situación especialmente punzante en el contexto de las indagatorias sobre la posible colusión y conspiración entre personajes de su campaña y figuras vinculadas al Kremlin.

Para mayor gravedad, la noción de que Trump le habría ordenado a Cohen falsear su testimonio al respecto fue primero identificada en entrevistas que el equipo de Mueller realizó a integrantes de la empresa de Trump y en la revisión de comunicaciones y documentos. Cohen luego lo admitió a los investigadores de la fiscalía especial.

Ciertamente, las revelaciones de que Cohen habría mentido al Congreso por instrucción de Trump no significan automáticamente, de ser ciertas, que el entonces candidato y hoy presidente conoció o participó en una conspiración con agentes rusos para incidir en las elecciones ni que se encuentre al servicio de Moscú. Muchas más pruebas se requerirán para fundamentar eso pero las alegaciones son en sí muy problemáticas. Implican que Trump ha mentido públicamente de modo reiterado (al decir que no ha tenido negocios con Rusia) y que habría incluso llegado a cometer el delito de interferir con la declaración de un testigo para obstruir la justicia en su afán de ocultar esas relaciones con Moscú.

Si lo hizo para evitar suspicacias mayores aunque infundadas o para ocultar implicaciones verdaderas implica una poderosa diferencia, pero en todo caso mentir y instruir a un testigo para que mienta (y con ello se obstruya o interfiera con una investigación) son ofensas sustantivas.

Y si a eso se añaden otras acciones y actitudes de Trump, como el despido del director del FBI, James Comey, su constante repudio a la indagación de Mueller y su complacencia ante Putin, más las probadas irregularidades y delitos que personas de su entorno han cometido en relación con cuestiones rusas, el panorama se enturbia sustantivamente.

Tanto que, en lo político, todo ello sería base factible para que la Cámara de Representantes emprendiera un proceso de destitución del presidente, conocido como “impeachment”. Y, en lo ético, se trataría de fallas que ponen en entredicho el carácter de Trump y lo revelarían indigno de ocupar la presidencia.

En ese sentido, el destino del presidente pasaría o por el impeachment o por la renuncia.

Con todo, hasta ahora ambas posibilidades resultan poco probables.

Los presidentes Donald Trup de EEUU y Vladimir Putin de Rusia. Se afirma que Trump, siendo candidato, buscó reunirse con Putin para impulsar un proyecto de torre en Moscú. Y en general Trump ha mantenido una actitud complaciente ante Putin, pese a las evidenicas de que Rusia intervino en los procesos electorales de EEUU en 2016 y a que el Kremlim continúa con políticas contrarias a los intereses estadounidenses. (Getty Images)

Hasta el momento, el liderazgo demócrata en la Cámara de Representantes se ha mostrado renuente a considerar el impeachment, aunque muchos de los legisladores lo exigen y las nuevas revelaciones podrían catalizar esa presión. Pero aunque se abriera el proceso de destitución en la Cámara, corresponde al Senado la decisión de remover al presidente, situación que dada la mayoría republicana en la Cámara Alta resulta improbable, salvo que se diera un fuerte corrimiento de senadores republicanos en contra de Trump, lo que tampoco es seguro y que hasta el momento no luce probable.

Cuando Bill Clinton fue sometido a impeachment en 1999 (bajo cargos de perjurio y obstrucción de la justicia), la acusación fue aprobada en la Cámara pero no fue avalada en el Senado, por lo que el presidente al final se libro de todo ello. Antes, Richard Nixon optó en 1974 por renunciar antes de ser sometido a un proceso de destitución en el Congreso.

El caos de Trump es diferente. Tanto Clinton como Nixon enfrentaron esas crisis hacia el final de sus presidencias y tras haber sido reelectos, mientras que Trump se encuentra a mediados de su primer periodo. Por ello, se ha mencionado que confrontar con un impeachment al presidente y perder luego en el Senado sería un golpe severísimo para los demócratas y un impulso para la reelección de Trump. Eso habría disuadido hasta ahora al liderazgo demócrata y, en todo caso, no es sino hasta que este año asumió la nueva mayoría de ese partido que el impeachment tiene viabilidad en la aritmética política.

Pero el encontronazo de Trump con los demócratas en la Cámara de Representantes en relación al muro fronterizo y el actual cierre del gobierno han erosionado aún más esas relaciones. Y las revelaciones de Buzzfeed han catalizado aún más las exigencias de impeachment dentro de esa bancada.

En la especulación, y reconociendo que hay mucho que aún no se conoce al respecto, el “escenario Clinton” parece más probable actualmente (con o sin destitución final) que el “escenario Nixon”, en el que Trump decida renunciar antes de ser sometido a proceso.

Pero aunque hay muchos que quisieran ver a Trump fuera de la Casa Blanca lo más pronto posible, hasta el momento lo más probable es que ni se inicie un proceso de impeachment ni se presente una renuncia presidencial. Al menos no hasta que se concluya y presenten los resultados de la investigación de Mueller.

Con todo, hay varios pendientes que, presumiblemente serán clave en esas determinaciones.

El contenido del reporte final de Robert Mueller sobre la investigación de la injerencia electoral de Rusia y la obstrucción de la justicia al respecto será crítico en el futuro político de Donald Trump y de la institucionalidad de EEUU. (AFP)
El contenido del reporte final de Robert Mueller sobre la investigación de la injerencia electoral de Rusia y la obstrucción de la justicia al respecto será crítico en el futuro político de Donald Trump y de la institucionalidad de EEUU. (AFP)

Cohen testificará públicamente ante un comité de la Cámara de Representantes el próximo 7 de febrero, y lo que en esa comparecencia se diga podría resultar de importancia capital. El entorno de Trump ha planteado a Cohen como un mentiroso para minimizar el impacto de sus afirmaciones, pero en contrapartida se ha mencionado que la investigación de Mueller ya había identificado vía otras fuentes la versión de que Trump le ordenó a Cohen mentir, y habría sido después, al ser confrontado con ello, que Cohen reconoció el asunto.

Además, lo que Mueller decida hacer en relación a su reporte final será decisivo, tanto por lo que revele como por el hecho de que, si el Departamento de Justicia decide no publicarlo todo o en parte, se desatará una nueva controversia, que podría hacer nueva crisis.

Así, si bien Trump en cierto modo asoma al vacío, y por ello este es un momento de extrema tensión, aún tiene los pies firmes en el suelo y con plena intención y apoyos políticos para continuar en la Casa Blanca. Pero también es verdad que su situación se ha deteriorado severamente.

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