Los reformadores de la justicia penal esperan un aliado santo: el Papa Francisco

Existe una larga historia de líderes religiosos que han escrito y enseñado dentro de las prisiones, desde Martin Luther King hasta el Apóstol Pablo. Pero es posible que Francisco, a sus 78 años de edad, sea el líder religioso más prominente que ha abogado desde fuera por la reforma de la prisión.

El año pasado, Francisco pidió poner fin al confinamiento solitario, la pena de muerte y la cadena perpetua. Los dos primeros Jueves Santos de su papado se arrodilló para lavar y besar los pies de los presos romanos. Recientemente, durante una visita a un grupo de prisioneros bolivianos, les dijo que no veía ninguna diferencia entre ellos y él mismo, ya que todos eran pecadores.

Ahora Francisco llegará a los Estados Unidos, para gran satisfacción de los reformadores de la justicia penal, quienes han librado una creciente batalla bipartidista para reducir y rehacer el colosal sistema penal estadounidense. Los reformistas esperan que la visita de Francisco al Centro Penitenciario Curran-Fromhold, en Filadelfia, que ocurrirá el mes próximo como parte de su gira de seis días por Estados Unidos, llame la atención de los legisladores. De hecho, días antes de visitar la prisión del centro de la ciudad, el Papa se dirigirá al Congreso, donde también podría plantear el problema de la justicia penal.

Actualmente, uno de cada tres estadounidenses tiene antecedentes penales y Estados Unidos continua siendo el mayor carcelero del mundo gracias, en parte, a las largas penas por crímenes de drogas. Estas estadísticas sombrías han hecho que muchos republicanos y demócratas, incluyendo la mayoría de los candidatos a la presidencia, cuestionen el sistema actual. Sin embargo, a pesar del amplio apoyo bipartidista que ha sumado a aliados que parecían improbables, como los hermanos Koch y el presidente Obama, las principales propuestas legislativas han quedado estancadas en el Congreso. Por eso, hay una gran expectativa, porque celebridades como el Papa podrían dar un impulso importante a este asunto.

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Se pueden ver murales pintados por los presos y alambres de púas en el exterior del Centro Penitenciario Curran-Fromhold, en Filadelfia, Pensilvania. (Foto: Mark Makela/Reuters)

Francisco no es el primer pontífice que predica la misericordia y redención para los condenados. El Papa Inocencio X visitó a los presos a finales del 1600. El famoso Papa Juan Pablo II perdonó y le pidió perdón al hombre que casi lo mata en el intento de asesinato en 1981 y el Papa Benedicto visitó al menos dos prisiones. Pero Francisco es único, tanto por el énfasis que ha puesto en el asunto como por la profundidad con la que ha explicado cómo las sociedades deben tratar a sus prisioneros. Durante su corto mandato como Papa, ya ha visitado al menos cuatro prisiones, incluyendo una de las más peligrosas de América Latina y respondió a cientos de cartas de prisioneros estadounidenses condenados a cadena perpetua por crímenes que cometieron en su juventud.

En un discurso a los representantes de derecho penal de todo el mundo, en octubre de 2014, el Papa expuso su visión acerca de la necesidad de reforma de la justicia penal. Hizo un llamado a poner fin al confinamiento solitario, que comparó con la tortura, y habló en contra de la detención preventiva. Estados Unidos envía cada año a prisión a miles de personas que no pueden pagar la fianza. El Papa hizo declaraciones en contra de la cadena perpetua y la pena de muerte. “La cadena perpetua es una pena de muerte disfrazada”, dijo. Además, instó a que se aplicara una ley que se compadeciera de las embarazadas, los ancianos y los niños.

El Papa también exhortó a los países a reflexionar con mayor detenimiento sobre las prisiones. ¿Se trata de hacer justicia a las víctimas y reformar a los criminales? ¿O se trata simplemente de una venganza y una forma para convertir a las personas estereotipadas en “chivos expiatorios” de todos los males sociales?

El año pasado, dirigiéndose a los prisioneros en Italia, Francisco habló apasionadamente sobre por qué no se deben encerrar a las personas durante años, sin esperanzas de reintegrarse a la sociedad.

“Algunos consideran tomar el camino del castigo, las fechorías y los pecados solo para sufrir, sufrir y sufrir”, dijo en una penitenciaría en la ciudad italiana de Isernia. “Mandar a prisión a las personas… por el simple hecho de sentirse a salvo si están encerradas, no sirve de nada. Eso no nos ayuda”.

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Roma, 2014. El Papa Francisco llega en coche a la prisión de Rebibbia para celebrar una ceremonia en la que lava los pies a los presos, como hizo Jesús con sus discípulos. (Foto: Alberto Pizzoli/AFP)

Los reformadores de la justicia penal tienen la esperanza de que el Papa aborde temas específicos que atañen a los Estados Unidos, que es el hogar de casi una cuarta parte de los presos del mundo, a pesar de que los estadounidenses solo representan el 5% de la población mundial. En la actualidad existe un proyecto de ley estancado en el Congreso que permitiría a los reclusos reducir tiempo de sus sentencias trabajando en la prisión y eliminaría las largas sentencias mínimas obligatorias para quienes cometan delitos de drogas de menor gravedad.

No se sabe si Francisco usará su visita a unos 100 reclusos en el gimnasio de la prisión de Filadelfia para abogar por reformas específicas. A la vez, su discurso congresista podría no centrarse en la pobreza sino en la necesidad de cuidar el medio ambiente o acoger a los inmigrantes, temas fundamentales de su ministerio.

“Lo que realmente esperamos son declaraciones específicas sobre los Estados Unidos”, dijo Karen Hinton, la directora ejecutiva de Catholic Mobilizing Network, un grupo que lucha contra la pena de muerte. “Encarcelamos a más personas per cápita que nadie en el mundo. Él tiene que puntualizar hechos como ese”.

Esto podría llevar a los legisladores a pensárselo dos veces en el momento de establecer sus verdaderas prioridades.

“Si este hombre bueno y santo dice que se trata de un tema preocupante, creo que despertará la conciencia de todos los legisladores, en especial de los católicos", dijo Pat Nolan, de la American Conservative Union, uno de los líderes del movimiento de reforma.

Holly Harris, director del Justice Action Network, un grupo de reforma de la justicia penal de los Estados Unidos, afirmó que cree que si el Papa aborda este tema, podría obligar a los candidatos presidenciales a dar un paso más allá del apoyo vago a la reforma de la justicia penal y desarrollar propuestas sólidas para el sistema penal de los Estados Unidos.

“Es muy bueno para nosotros”, dijo Harris refiriéndose a la visita papal. “Creemos que va a lograr que los candidatos sean más específicos sobre la reforma de la justicia penal. Lo que aún no hemos visto son propuestas detalladas sobre cómo van a reducir la población carcelaria y ahorrar dinero”.

Francisco puede abrir el camino.

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Liz Goodwin
Reportera sénior de Asuntos Nacionales