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Con su red eléctrica bajo presión, California recurre a las baterías

Las baterías en la planta de Fountain Valley que el Distrito Santiario del condado de Orange instaló para reducir emisiones y su dependencia del gas natural, en Fountain Valley, California, el 31 de agosto de 2020. (Philip Cheung/The New York Times)
Las baterías en la planta de Fountain Valley que el Distrito Santiario del condado de Orange instaló para reducir emisiones y su dependencia del gas natural, en Fountain Valley, California, el 31 de agosto de 2020. (Philip Cheung/The New York Times)
El tendido eléctrico cerca de la planta de Fountain Valley, en el Distrito Sanitario del condado de Orange, en Fountain Valley, California, el 31 de agosto de 2020. (Philip Cheung/The New York Times)
El tendido eléctrico cerca de la planta de Fountain Valley, en el Distrito Sanitario del condado de Orange, en Fountain Valley, California, el 31 de agosto de 2020. (Philip Cheung/The New York Times)

El mes pasado, mientras una ola de calor azotaba California, los reguladores estatales enviaron un correo electrónico a un grupo de ejecutivos del sector energético para pedir ayuda. “Por favor, consideren esto como una petición urgente en nombre del estado”, decía el mensaje.

El administrador de la red del estado tenía problemas para aumentar el suministro de electricidad porque las centrales eléctricas se habían apagado de una manera inesperada y estaba aumentando la demanda. El desequilibrio estaba obligando a los funcionarios a ordenar apagones escalonados en todo el estado por primera vez en casi dos décadas.

Lo inusual de los correos electrónicos fueron sus remitentes: personas que manejaban miles de baterías instaladas en empresas de servicios públicos, negocios, instalaciones de gobierno e incluso hogares. Los funcionarios de California estaban buscando la electricidad almacenada en esas máquinas para ayudar a rescatar una red mal administrada y reducir la necesidad de los apagones.

Muchos expertos en energía han predicho que las baterías podrían convertir a los hogares y los negocios en minicentrales eléctricas capaces de tener un papel crítico en el sistema eléctrico. Podrían absorber el exceso de energía de los paneles solares y turbinas de viento, así como generar electricidad en las noches cuando el sol se haya puesto o después de los incendios o los huracanes, que cada vez se han vuelto más devastadores a causa del cambio climático. Según el argumento, durante la próxima década, enormes filas de baterías propiedad de las empresas eléctricas podrían comenzar a remplazar a las centrales eléctricas impulsadas con gas natural.

Sin embargo, ese día parece estar cada vez más cerca, al menos en California, estado que encabeza al país en almacenamiento de energía. Durante la reciente crisis eléctrica del estado, más de 30.000 baterías suministraron tanta energía como una planta de gas natural de tamaño mediano. Además, los expertos aseguran que las máquinas, cuyos rangos en tamaño van desde grandes televisores montados en la pared a contenedores, serán todavía más importantes porque las empresas de servicios, los negocios y los dueños de casas están invirtiendo miles de millones de dólares en esos dispositivos.

“La gente está comenzando a darse cuenta de que el almacenamiento de energía no son solo uno o dos proyectos aquí y allá, sino que es toda una nueva estrategia de administración de energía”, mencionó John Zahurancik, director de operaciones de Fluence, empresa que produce grandes sistemas de almacenamiento de energía que compran las empresas eléctricas y los grandes negocios. Esa es la gran diferencia en comparación con unos años atrás, comentó, cuando el almacenamiento de electricidad era visto como el santo grial: “perfecto, pero inalcanzable”.

El viernes 14 de agosto, el primer día en que California ordenó los apagones escalonados, Stem, una empresa de energía con sede en el área de la bahía de San Francisco, produjo 50 megavatios —suficientes para alimentar 20.000 hogares— desde las baterías que había instalado en negocios, gobiernos locales y otros clientes. Algunos de esos dispositivos estaban en el Distrito Sanitario del condado de Orange, el cual instaló las baterías para reducir las emisiones y volverse menos dependiente del gas natural cuando el uso de energía llegue a su punto máximo.

John Carrington, el director ejecutivo de Stem, señaló que su empresa habría brindado incluso más electricidad a la red si no hubiera regulaciones estatales que, entre otras cosas, evitan que los negocios vendan energía de sus baterías de manera directa a otras empresas.

“Habríamos podido dar dos o tres veces más”, comentó.

El Operador Independiente de Sistemas de California (California ISO), el cual maneja alrededor del 80 por ciento de la red del estado, culpó por los apagones escalonados a una confluencia de sucesos desafortunados: una planta de gas se desconectó de manera abrupta, una falta de viento paralizó miles de turbinas y las centrales eléctricas de otros estados no pudieron exportar suficiente electricidad (el jueves, el administrador de la red instó a los californianos a reducir el uso de la electricidad durante el fin de semana del Día del Trabajo porque se espera que las temperaturas suban entre 5 y 10 grados Celsius sobre la temperatura normal).

Sin embargo, en semanas recientes, ha quedado en claro que los administradores de la red de California también cometieron errores el mes pasado que evocaron una crisis de energía en 2000 y 2001, cuando millones de hogares se quedaron a oscuras y se dispararon los precios de la electricidad al por mayor.

Los administradores de la red no se pusieron en contacto con la oficina del gobernador Gavin Newsom sino hasta momentos antes de ordenar un apagón el 14 de agosto. Si hubieran actuado antes, el gobernador les pudo haber solicitado a los dueños de casas y negocios que redujeran el uso de la electricidad, lo cual hizo dos días después. Newsom también pudo haber llamado al Departamento de Recursos Hídricos del estado para que proporcionara electricidad desde sus plantas hidroeléctricas.

Los pronósticos del clima habían advertido de la ola de calor durante días. La agencia pudo haber desarrollado un plan para aprovechar la electricidad de varias baterías que no se estaban usando en todo el estado, mientras los administradores de la red y las grandes empresas de luz como Pacific Gas & Electric pedían más electricidad.

Esa búsqueda culminó en súplicas frenéticas de último minuto de la Comisión de Servicios Públicos de California a la Asociación de Almacenamiento y Energía Solar de California. La comisión le solicitó a la agrupación que les pidiera a sus miembros que vertieran en la red las baterías que administran para clientes como el departamento sanitario (los negocios y los dueños de casa suelen comprar baterías con paneles solares a empresas como Stem y Sunrun, los cuales administran los sistemas para sus clientes).

“Nos enviaron mensajes de texto y correos electrónicos en los que nos decían: ‘Necesitamos que todos sus clientes con baterías nos den energía’”, comentó Bernadette Del Chiaro, directora ejecutiva de la asociación de almacenamiento y energía solar. “Fue de un modo demasiado urgente y entrecortado”.

Al momento de los apagones del 14 de agosto, la energía de las baterías hacia la red eléctrica alcanzó un pico de unos 147 megavatios, de acuerdo con datos de California ISO. Después de que los funcionarios pidieron más energía al día siguiente, ese suministro se disparó hasta 310 megavatios.

Si los administradores de la red y los reguladores hubieran hecho un mejor trabajo en la coordinación con los administradores de baterías, los dispositivos pudieron haber suministrado hasta 530 megavatios, según Del Chiaro. Ese suministro habría superado la cantidad de electricidad que la red perdió cuando se desconectó la planta de gas natural, la cual se han negado a identificar los administradores de la red.

Funcionarios de California ISO y de la comisión de servicios públicos comentaron que están trabajando para determinar la “causa de raíz” de la crisis después de que el gobernador solicitó una investigación.

Claro está que muchas empresas de energía y algunos legisladores conservadores están escépticos sobre las baterías. Arguyen que sería mucho mejor construir y mantener centrales eléctricas a base de gas natural porque las empresas de servicios públicos tienen décadas de experiencia con ellas y el gas es abundante y relativamente barato. Según ellos, las baterías son caras y solo pueden producir electricidad durante periodos cortos: lo más común es entre cuatro a cinco horas.

Por ejemplo, Dominion Energy, una de las empresas de energía más grandes de la nación, está invirtiendo en baterías, pero también han argumentado que las centrales eléctricas a base de gas natural son cruciales para tener una red confiable. “Nuestra opinión es que no puede ser una decisión excluyente”, comentó Katharine Bond, una vicepresidenta de Dominion, en una entrevista reciente.

Sin embargo, tanto los defensores como los críticos de las baterías aceptan que esos dispositivos, junto con la energía renovable, representan un desafío fundamental para un sistema eléctrico que ha funcionado de arriba hacia abajo desde hace mucho tiempo. En términos históricos, las empresas de energía construyen centrales eléctricas y tienden cableado para llevar electricidad a los hogares y los negocios. Ese modelo fue estable durante décadas y las empresas de energía tuvieron una tasa garantizada de ganancias sobre sus inversiones, normalmente del 10,5 por ciento.

Pero, cada vez es menos común ver que los hogares y los negocios sean solo usuarios de la electricidad. A medida que el costo de los paneles solares y las baterías ha caído en años recientes, la gente también puede generar su propia electricidad y convertirse en proveedor.

Sunrun, la empresa de energía solar a nivel residencial más grande de la nación, mencionó que un 20 por ciento de los sistemas de energía solar que ha instalado incluyen baterías, en comparación con el 10 por ciento de apenas hace un año. En el Área de la Bahía, el 60 por ciento de las construcciones tienen baterías.

Según Lynn Jurich, la directora ejecutiva de Sunrun, las baterías que instala su empresa —tiene unas 5000 en toda California— deberían ser tratadas como una central eléctrica virtual que se puede encender y apagar mucho más rápido que una central impulsada con combustibles fósiles. Además, la central eléctrica virtual de Sunrun puede absorber energía con la misma facilidad cuando hay demasiado suministro.

“La gente no aprecia la capacidad de respuesta de las baterías distributivas”, opinó Jurich. “No solo son más baratas, sino que se pueden encender en un instante”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company