Se recupera la compraventa de campos y hay una demanda insatisfecha para la principal región del país

En los últimos 40 años el precio de los campos se incrementó a una tasa compuesta del 4,8% anual
En la zona agrícola núcleo las operaciones se hacen a valores cercanos a los US$14.500 la hectárea

La inestabilidad de los activos bursátiles y financieros a nivel global, el valor de las commodities y de la tierra son tres de los factores que cada vez pesan más en los inversores a la hora de comprar un campo. Se trata de los mismos elementos que hacen que la actividad del mercado inmobiliario rural en todo el país esté en ascenso. Al punto que actualmente la demanda de tierras agrícolas en la zona núcleo se encuentra “insatisfecha”.

Así lo afirmó José María Bauzá, presidente de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), en diálogo con LA NACION, quien además detalló que este año regresaron las operaciones de mediana a gran envergadura en valor. Algo en lo que coincidieron otros especialistas del sector, que precisaron, además, que mientras el precio de la hectárea de un campo agrícola bueno en la zona núcleo venía oscilando entre los US$12.500 y US$14.500, últimamente se pasaron a realizar operaciones más cercanas a los US$14.500.

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“Hasta fines del año pasado había movimiento, pero con pocas operaciones concretadas porque estaban muy lejos las pretensiones del vendedor con las ofertas del comprador, un 20 o 30% por debajo. Sin embargo, sobre fines del 2021 y principios de 2022 empezó una dinámica diferente, sobre todo para los campos netamente agrícolas”, explicó Bauzá.

En ese sentido, indicó que en febrero comenzó a subir la actividad. Esa tendencia se mantuvo hasta mayo y en junio se estabilizó. En julio pasado, “con la renuncia de Martín Guzmán [al Ministerio de Economía] y la disparada del dólar, la actividad se frenó”.

Sin embargo, en agosto hubo un repunte: “Hoy por hoy, en lo que respecta a la tierra de gran valor, que es la de alta calidad y altos rindes, la demanda supera a la oferta”.

Según Bauzá, este fenómeno se da porque, por un lado, subieron las commodities agrícolas y, por el otro, porque “la inestabilidad de los activos bursátiles y financieros a nivel global llevaron a querer tener un resguardo y un cambio de posición en activos tangibles y finitos como es la tierra”. Además, la invasión de Rusia a Ucrania generó un aumento en los costos energéticos con la consiguiente suba de valores.

“La tierra quedó con valores retrasados en relación con los factores antes mencionados y con relación a los valores que tienen las tierras similares en los países de la región”, apuntó.

De acuerdo al último informe de CAIR, el “Índice de actividad del mercado inmobiliario rural” (InCAIR) de agosto fue de 37,06 puntos, lo que mostró una mejora de seis puntos respecto a julio. El índice se elabora sobre la base de búsquedas, consultas, publicaciones de venta de campos, operaciones.

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Para los expertos, “la inestabilidad de los activos bursátiles y financieros a nivel global llevaron a querer tener un resguardo y un cambio de posición en activos tangibles y finitos como es la tierra”

Frente a estos valores, en CAIR sostuvieron que “el mercado inmobiliario rural lentamente se está desprendiendo de los avatares políticos y económicos locales, pues factores externos como la inflación en monedas duras, el valor de las commodities y de la tierra, pesan más al momento de la toma de decisiones”.

Visiones

Por su parte, Horacio Madero, director de Compañía Argentina de Tierras SA, indicó que la reactivación se dio principalmente a partir de abril y mayo, con más oferta de campos y consultas que se empezaron a concretar a mitad de año “no solo con ventas arriba de US$1 millón a US$3 millones de dólares, que eran de la envergadura de las que se habían realizado los últimos años, sino que además se concretaron algunas más importantes”.

Contó que los compradores “cambiaron de actitud y están más dispuestos a concretar las inversiones que venían analizando desde hace tiempo”. Según Madero, ese cambio de postura en algunos casos se debe a que “ya tenían el dinero para una inversión y apuestan a un cambio de gobierno el año que viene y que eso mejore la situación general del país”.

“Los precios están más firmes; dentro del rango de valores que se manejaban los campos agrícolas, entre US$12.000 y US$14.500 por hectárea, últimamente se han hecho algunas operaciones que se acercan más al techo que al piso”, dijo. Aclaró que hasta el momento no hay una suba generalizada de valores. “Si bien el mercado se activó un poco, todavía no hay un número importante de operaciones que avalen una suba”, agregó.

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Para el experto, “no hay tanta oferta de los campos más demandados en estos momentos, que son principalmente agrícolas, o los dueños de estos campos aspiran a valores más altos o atractivos en general que en lo que en primera instancia estaría dispuesto a pagar el inversor”.

Federico Nordheimer, director de la inmobiliaria rural Nordheimer, coincidió con Madero en relación con los valores de la tierra. Indicó que del pico en 2011, con ventas que llegaron a los US$18.000 la hectárea, a los US$12.000 tras las PASO de 2019, este año se volvieron a reafirmar más cerca de los US$15.000. Sostuvo que el primer semestre de 2022 fue bueno porque se juntaron tres factores que hicieron que “el campo vuelva a tener atractivo”.

En primer lugar, habló del “derrumbe financiero de las bolsas de Estados Unidos, con caída del 30% que hicieron que jugadores más grandes quieran participar en el campo en búsqueda de una inversión más estable”. En segundo lugar, influyó la invasión de Rusia a Ucrania que disparó las commodities, algo que hizo atractivo invertir en alimentos. Por último, está el tema de la seguridad alimentaria, que hace que se le preste mayor atención a la producción agropecuaria.