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¿Recuerdas los cursos MOOC? Después de estar a punto de morir, están en auge

Afuera de la sede de Coursera en Mountain View, California, el 12 de mayo de 2020. (Jessica Chou/The New York Times)
Afuera de la sede de Coursera en Mountain View, California, el 12 de mayo de 2020. (Jessica Chou/The New York Times)
Katie Kormanik se prepara para grabar un curso de estadística en un estudio de la empresa de aprendizaje en línea Udacity, en Mountain View, California, el 6 de marzo de 2013. (Jim Wison/The New York Times)
Katie Kormanik se prepara para grabar un curso de estadística en un estudio de la empresa de aprendizaje en línea Udacity, en Mountain View, California, el 6 de marzo de 2013. (Jim Wison/The New York Times)

Sandeep Gupta, gerente de tecnología en California, ve la tormenta económica ocasionada por el coronavirus como un momento “para tratar de blindar tu vida laboral contra el futuro”, así que está tomando un curso de inteligencia artificial en línea.

Robert Davidson, médico de urgencias en Míchigan, dice que la pandemia ha “revelado las deficiencias de nuestra infraestructura de salud pública”, así que está haciendo una maestría en salud pública en línea.

Los niños y los estudiantes universitarios no son los únicos que recurren a la educación en línea durante la pandemia de coronavirus. Millones de adultos también se han inscrito a clases en línea durante los últimos dos meses, un impacto que podría marcar el renacimiento de las grandes redes de aprendizaje en línea que habían batallado durante años.

Coursera, donde se inscribieron Gupta y Davidson, atrajo a diez millones de usuarios nuevos desde mediados de marzo hasta mediados de mayo, un ritmo de inscripciones nuevas siete veces mayor al del año anterior. Las inscripciones en edX y Udacity, dos sitios educativos de menor tamaño, han aumentado en múltiplos similares.

“Las crisis provocan aceleraciones, y esta es la mejor oportunidad que ha tenido el aprendizaje en línea”, dijo Sebastian Thrun, cofundador y presidente de Udacity.

Coursera, Udacity y edX surgieron hace casi una década como experimentos universitarios de alto perfil conocidos como MOOC, la sigla en inglés para cursos en línea masivos y abiertos, o CEMA. Fueron descritos como insurgentes impulsados por la tecnología destinados a trastocar la anticuada estructura de la educación superior tradicional, pero pocas personas terminaron los cursos, ya que lidiaron con los mismos desafíos que ahora enfrentan los estudiantes obligados a continuar su educación a distancia debido a la pandemia. La fatiga causada por la pantalla se instala y la atención se desvía.

Los sitios incluso se convirtieron en una broma recurrente entre los académicos: “¿Recuerdan los cursos MOOC?”.

No obstante, estos negocios en línea se adaptaron mediante ensayo y error y formaron planes de estudio que podrían servir de guía para los distritos escolares y las universidades obligadas a impartir clases en línea. Los sitios descubrieron que la fórmula de enseñanza más efectiva consiste en videos cortos de seis minutos o menos intercalados con ejercicios y pruebas interactivas, foros en línea donde los estudiantes comparten problemas y sugerencias, así como tutorías y orientación en línea.

“El aprendizaje activo funciona y el aprendizaje social también”, señaló Anant Agarwal, fundador y director ejecutivo de edX. “Y se tiene que entender que la enseñanza y el aprendizaje en línea son habilidades independientes”.

Algunas universidades de primer nivel, como la Universidad de Míchigan y el Instituto de Tecnología de Georgia, ofrecen algunos programas completos de licenciatura a través de las plataformas en línea. Davidson está tomando la maestría de salud pública de la Universidad de Míchigan.

Aunque esos programas académicos están disponibles, las escuelas en línea se han inclinado, ya sea por prudencia o total convicción, por cursos centrados en las habilidades que responden a lo que buscan los estudiantes y a las tendencias de contratación.

“Nuestro principal objetivo es resolver el aprendizaje, no el problema de las habilidades”, afirmó Agarwal. “Aunque francamente, ahí es donde está el dinero”.

Udacity ha pasado por la transformación más drástica hasta convertirse en una fábrica de habilidades. Ha desarrollado decenas de cursos por su cuenta y con colaboradores corporativos como Google, Amazon y Mercedes. Su oferta de cursos consta principalmente de habilidades digitales como la programación, la ciencia de datos y la inteligencia artificial, campos en los que las empresas dicen que necesitan trabajadores.

Hoy, con 320 trabajadores y 1300 revisores y mentores de proyectos de medio tiempo, la fortuna de Udacity ha mejorado. La empresa está bastante centrada en su negocio de capacitación, tanto para estudiantes individuales como para empresas que le pagan a Udacity para mejorar las habilidades de sus empleados y asesorarlas respecto a la reubicación de los trabajadores en operaciones digitales.

Los cursos de Udacity, a los que llama nanolicenciaturas, requieren que la mayoría de los estudiantes les dediquen entre cuatro y seis meses si les destinan diez horas a la semana. El costo promedio es de 1200 dólares. El aprendizaje se basa en proyectos, retroalimentación rápida (incluyendo revisiones de proyectos en dos horas) y tutoría en línea.

David Hundley ha tomado varios cursos de Udacity sobre ciencia de datos y aprendizaje automático en los últimos dos años. Como analista de negocios en State Farm, quería desarrollar habilidades tecnológicas para obtener un mejor trabajo y oportunidades profesionales más promisorias.

Actualmente, Hundley, de 30 años, domina herramientas modernas de programación como Python y TensorFlow y tiene un portafolio de proyectos en GitHub, un sitio donde los desarrolladores de programas muestran su trabajo. En enero, consiguió un nuevo trabajo en la compañía de seguros como ingeniero de aprendizaje automático.

State Farm le pagó un par de cursos de Udacity y él pagó los otros. “Valió la pena al cien por ciento”, comentó Hundley. “Hace dos años no sabía nada sobre codificación. Ahora, soy ingeniero en aprendizaje automático”.

Coursera es un híbrido que conserva gran parte de las características de los MOOC originales y, a la vez, se esfuerza por construir un negocio de tamaño considerable.

Coursera ha recaudado más de 300 millones de dólares en capital de riesgo a lo largo de los años. Alberga más de 4000 cursos, creados principalmente por profesores universitarios, pero también por compañías como Google e IBM. Los cursos de certificación suelen tener un precio de entre los 39 y 79 dólares al mes, o una cuota anual de 399 dólares. Los programas de maestría universitaria tienen un costo a partir de 15.000 dólares y llegan hasta los 40.000 dólares.

No obstante, menos del diez por ciento de los estudiantes de Coursera pagan los cursos; los toman gratuitamente. Esto es parte del modelo mixto de la compañía de ofrecer opciones de aprendizaje tanto gratuitas como de pago, dijo Jeff Maggioncalda, director ejecutivo de Coursera, quien señaló que el 60 por ciento de los estudiantes de sus programas de licenciatura primero prueba los cursos gratuitos.

Algunos de los cursos más populares no son acerca de escribir código ni ganar dinero. El éxito de la temporada de pandemia es “La ciencia del bienestar”, de Laurie Santos, profesora de Psicología de la Universidad de Yale.

Antes del inicio de la pandemia, Coursera proyectó un crecimiento del 30 por ciento para este año, a más de 200 millones de dólares. Esa previsión parece completamente obsoleta debido al aumento de los últimos dos meses, pero no se sabe cuánto tiempo durará la tendencia.

El efecto de la COVID-19 en el aprendizaje en línea podría ampliar la gama de temas populares, de acuerdo con los expertos en educación. Sin embargo, hasta ahora, las ganancias del aprendizaje digital están en la formación para la economía tecnológica. Ahora que hay más trabajo y vida diaria circulando en línea (algunos de ellos de manera permanente) es probable que eso no cambie.

“Los empleos que requieren habilidades digitales serán los de mayor demanda”, dijo Maggioncalda, “y esos trabajos tendrán menos probabilidades de verse afectados por las pandemias en el futuro”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company