Recorrió el mundo en bicicleta. Hoy este colombiano vela por el bienestar de los ciclistas de Miami

A sus 60 años, William Andrés Arias Serrano se despierta a las 5 a.m. diariamente y sale a montar bicicleta aunque no tenga ánimos de hacerlo. Esa misma dedicación lo ha llevado a aventurarse por un sin número de senderos en países de América como Venezuela, Argentina, Uruguay, Honduras, Nicaragua, Brasil, Canadá y Jamaica.

Cuando tenía 20 años viajó a Europa para recorrerla a bordo de su medio de transporte favorito. Durante su recorrido por el Viejo Mundo, montó desde París a Bruselas y de allí continuó pedaleando por más de 124 millas hasta llegar a Holanda.

Los caminos estuvieron llenos de grandes desafíos, pero nunca faltaron los extraños que le daban motivación y lecciones de vida. “Creo que el ciclismo te da la fuerza y la competitividad necesarias para seguir adelante”, comenta Arias Serrano a el Nuevo Herald, al explicar que la disciplina para andar en bicicleta le ha enseñado a afrontar los obstáculos que le depara el destino.

“Puede que te duela, pero tienes que seguir. Así es como enfrento la vida, como un paseo en bicicleta”, indica.

Mayo es el Mes de la Seguridad en Bicicleta, pero en Miami ha sido un mes fúnebre para la comunidad ciclística, tras el arrollamiento fatal de dos ciclistas en el Viaducto Rickenbacker la semana pasada. El miércoles, decenas de ciclistas pedalearon en Key Biscayne para rendir homenaje a los heridos o muertos en accidentes de tráfico. Es probable que algunas de sus bicicletas hayan pasado por las manos reparadoras de Arias Serrano, quien se ha destacado por brindar este servicio durante décadas a precios asequibles.

En un pequeño local ubicado en el Upper East Side llamado Willie’s Bicycles, Arias Serrano recibe a la semana un promedio de 100 clientes. En la tienda, abarrotada por bicicletas usadas a la venta, realiza trabajos de reparación de llantas, mantenimiento completo, reemplazo de piezas y hasta pintura en caso de que un ciclista quiera darle un aspecto nuevo a su equipo.

“El mantenimiento es algo que no puedes comprar en internet”, dice, al resaltar su carácter servicial y amable. “Me siento feliz y agradecido de la gente que reconoce el buen trabajo, los buenos precios y la honestidad”.

Su hijo de 18 años, Iván Eduardo Arias, lo describe como “despreocupado” y confiesa que una de sus cosas favoritas de la tienda en la que a veces trabaja son los sábados de barbacoa. “No ves eso en ningún otro lado. Entras para reparar una llanta y sales con una rica hamburguesa y papas fritas”, dice, al exaltar a su padre como un hombre que se esmera por ayudar al prójimo.

No es la primera vez que Arrias Serrano acompaña su servicio de mecánica de la mano del buen comer. Durante más de ocho años su negocio estuvo ubicado en Wynwood donde llegó a cumplir su sueño de abrir una pequeña cafetería. Mientras esperaban por su servicio de reparación, los clientes podían tomarse un café acompañado de un rico emparedado o endulzar su día con un flan casero.

Hace cuatro años, la cocina tuvo que cerrar sus puertas. Willie’s Bicycle se convirtió en uno de los tantos pequeños negocios víctimas de la gentrificación en el vecindario. “Cuando Wynwood se puso de moda y todo se volvió caro, a mí me dijeron ‘O pagas el doble, o te vas.’ Y me echaron, me tocó salir de ahí”, recuerda el padre de cuatro hijos.

“La gente que hicimos Wynwood fuimos los que teníamos nuestra tiendas pequeñitas, arreglábamos las bicicletas de todo el mundo, pagábamos la mitad de la renta y conocíamos a todos los del barrio”, expresa. “Ahora es otra cosa, diferente. Hay mucha plata, bares grandísimos. Es para otro tipo de gente”.

A ello obedece que en su actual ubicación, el mecánico se esmera por mantener los mantener precios accesibles. En su negocio, atiende a clientes que abarcan desde novatos con bicicletas de $100, hasta atletas profesionales con equipos deportivos valorados en $15,000.

No en vano, su tienda de reparaciones ha sido catalogada como la mejor en dos ocasiones por el Miami New Times. “Aquí le servimos a los roadies que corren por Key Biscayne, a los que corren por el Parque Everglades y a los hipsters que utilizan la bicicleta para ir al trabajo. A todo el mundo”, resume Arias Serrano.

Para este colombiano la ciudad de Bucaramanga fue el escenario donde pedaleó por vez primera cuando tenía siete años. Le enseñó su hermano y, a pesar de que su país natal tiene una de las culturas ciclistas más fuertes en América Latina, asegura que su gran pasión por este deporte hubiera sido la misma de haber nacido en cualquier otra parte del planeta.

Como prueba de ello, su fervor por el ciclismo no ha mermado luego de vivir más de 40 años en Miami, donde anualmente decenas de ciclistas mueren a causa de un accidente de tránsito, situándola como una de las ciudades más peligrosas de Estados Unidos para practicar este deporte.

Eligió formar su familia en la Ciudad Mágica por su excelente clima tropical, el idioma, la gran diversidad cultural y sus aires caribeños. Aquí ha tenido una multiplicidad de facetas dentro del mundo del ciclismo que van desde atleta, entrenador, mecánico, gerente de tienda y dueño de su propio negocio.

Entre esos roles, su favorito ha sido “llevar la pasión y la cultura del ciclismo a todos lados porque aquí en Miami esta cultura es escasa”, dice, al explicar que en la metrópoli existe un gran desconocimiento sobre el derecho de los ciclistas a compartir la vía con los automovilistas.

El propietario de la tienda, William Andrés Arias Serrano, de 60 años, realiza reparaciones menores sin cargo para un cliente en Willie’s Bicycles en el vecindario Upper East Side de Miami, el martes 10 de mayo de 2022. El cliente pagó a pesar del gesto.
El propietario de la tienda, William Andrés Arias Serrano, de 60 años, realiza reparaciones menores sin cargo para un cliente en Willie’s Bicycles en el vecindario Upper East Side de Miami, el martes 10 de mayo de 2022. El cliente pagó a pesar del gesto.

La falta de concientización de los conductores que manejan descuidados y a altas velocidades ha cobrado la vida de muchos de sus compañeros.

“Prácticamente todos los ciclistas que han matado en Key Biscayne montaban conmigo”, lamenta.

En el 2021, el estado de Florida reportó 6,938 accidentes de bicicleta que cobraron la vida de 182 ciclistas.

Nueve años atrás, el atleta se vio cara a cara con la muerte durante una carrera en la que sufrió un ataque al corazón. Los primeros síntomas, incluyendo dificultad para respirar y dolor en el brazo, no impidieron que continuara corriendo hasta cruzar la línea de la meta, logrando ganar el tercer lugar. Cuando se percató de que ya no le quedaba mucho tiempo para esperar por ayuda, decidió pedalear hasta una estación de bomberos cercana. Allí terminó colapsando, pero no sin antes ser visto por un trabajador afuera del edificio.

Su hijo menor recuerda el evento como uno que marcó gran diferencia en el estilo de vida de su padre. “Él siempre nos dice que no hagamos las cosas ‘a las carreras’ porque hay que tomarse su tiempo para hacerlas bien”, reflexiona Iván Eduardo. “El riesgo debe parecer mucho más real después de experimentar lo que se siente un ataque al corazón”.

Aunque en todo camino siempre hay peligros, el miedo nunca ha sido impedimento para Arrias Serrano, relata su amigo Javier Barquero.

Hace más de 25 años ambos se conocieron en una carrera ciclística y desde entonces no han parado de pedalear juntos. “No tenemos miedo. Nosotros corremos y nos encomendamos a Dios que ese el único que nos protege. Si nos toca, nos toca. ¿Qué vamos a hacer?”, afirma el ciclista nicaragüense. Por su parte, Arias Serrano asegura que, cuando le toque partir, le gustaría ser recordado como una persona a la que siempre le gustó hacer cosas en lugar de quedarse estático. “La vida es demasiado corta, así que tienes que divertirte”, enfatiza.

El ciclista ve su labor como un pasatiempo ameno. “Me complace poder ayudar a las personas con su deporte o su forma de distracción preferida”, dice.

Más allá de su taller, le gustaría impulsar un velódromo en Miami porque, según asegura, el espacio beneficiaría no tan solo a la comunidad local sino también a quienes visitan la metrópolis. “No todo es ir a 80 MPH en un auto. La bicicleta es buena para tu salud, espíritu y mente. La prueba de ello es que en la pandemia todo el mundo salió a montar”, argumenta.

Con la posible creación de un velódromo, Arias Serrano espera que la Ciudad Mágica sea más accesible para que todos esos compañeros ciclistas que conoció alrededor del mundo puedan venir a visitar y practicar su pasión sin poner en riesgo sus vidas.