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Sin besos, con higiene y con medidas férreas para evitar los contagios: así vuelve a abrir el Barrio Rojo de Ámsterdam

Tras dejar atrás el pico de contagios por coronavirus, el continente europeo lleva ya varias semanas relajando las restricciones a sus sociedades y permitiendo a sus ciudadanos recuperar su vida normal, aunque con las medidas de higiene muy presentes.

Tras más de tres meses completamente cerrado por la pandemia, el famoso Barrio Rojo de Ámsterdam (Países Bajos) ha vuelto a la actividad, aunque las trabajadoras sexuales y sus clientes van a tener que cumplir una serie de normas para evitar los contagios.

Reapertura del Barrio Rojo de Ámsterdam. (Photo by Robin Utrecht/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)
Reapertura del Barrio Rojo de Ámsterdam. (Photo by Robin Utrecht/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)

El pasado 15 de marzo, cuando en territorio holandés se superaban los 1.000 contagios y las dos decenas de muertes, las autoridades anunciaron el cierre de restaurantes, cafeterías y locales de prostitución con el objetivo de contener la pandemia.

A principios del mes de junio se inició la reapertura del icónico barrio con luces de neón a excepción de las trabajadoras sexuales, cuya fecha de vuelta a sus ventanas se esperaba para el mes de septiembre.

Sin embargo, el control de la epidemia en el país (tanto los contagios como las muertes marcan mínimos de los últimos tres meses), como los problemas financieros del sector han adelantado la reapertura, tal y como revela The Guardian.

Los contagios en Países Bajos se han desplomado (Worldometers.info).
Los contagios en Países Bajos se han desplomado (Worldometers.info).

“Durante el cierre muchas trabajadoras sexuales tuvieron problemas financieros, así que estamos muy contentas de que finalmente podamos comenzar con nuestro trabajo otra vez”, ha manifestado Felicia Anna, presidenta del sindicato Barrio Rojo Unido.

Eso sí las medidas de higiene van a ser fundamentales para que no se produzcan rebrotes. Al igual que peluqueros y masajistas, las trabajadoras sexuales deben verificar que sus clientes no experimentan ningún síntoma de COVID-19.

Antes de concertar cualquier cita se aseguran que se encuentra con buena salud y nadie de la casa tiene síntomas como fiebre o tos. Otras medidas incluyen la desinfección y el lavado de manos, la limpieza de las sábanas después de cada cita o la ausencia de besos, ya que se va a evitar el cara a cara. La excepción son las mascarillas, que no serán de uso obligatorio.

“Después de que el cliente salga de la habitación vamos a desinfectar todo lo que puede haber tocado: la cama, el lavabo, el inodoro, los pomos de las puertas…”, revela Anna.

Unas medidas de higiene por otra parte a las que estas trabajadoras sexuales ya están acostumbradas de antes, ya que siempre han tenido que lidiar con enfermedades “mucho más grandes que el coronavirus”, como son las de transmisión sexual.

El Barrio Rojo es una gran atracción turística de Ámsterdam. (Photo by KENZO TRIBOUILLARD/AFP via Getty Images)
El Barrio Rojo es una gran atracción turística de Ámsterdam. (Photo by KENZO TRIBOUILLARD/AFP via Getty Images)

Una vuelta exitosa

Pese a que muchos de los clientes de estos locales son turistas y extranjeros, de momento la reapertura está siendo exitosa. “He preguntado a algunas de mis colegas y me han dicho que hasta ahora el trabajo bastante bien”, revela Anna. Una afirmación que comparte Foxxy, seudónimo que utiliza una trabajadora sexual que también es activista del Centro de Información de la Prostitución de Ámsterdam. “Tengo las reservas completas”.

Desde el año 2000 la prostitución está legalizada en Países Bajos y todas aquellas personas que se dediquen a ella deben registrarse en la cámara de comercio local y pagar el impuesto sobre la renta. Los datos oficiales muestran que actualmente hay unas 7.000 en la capital holandesa.

Desde hace meses Ámsterdam se plantea la reconversión del Barrio Rojo, dejando atrás los escaparates e implantando un gran centro erótico cerrado que tendrá varios pisos y contará con prostitutas, salones de belleza y techos de vidrio. Las quejas de los vecinos sobre las multitudes de turistas “borrachos y ruidosos” parece que acabarán definitivamente con uno de los símbolos de la ciudad.

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