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¿Se deben rastrear celulares para castigar a las personas que violen la cuarentena?

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¿Permitirías que se rastreara tu ubicación si ello pudiera salvar vidas? ¿Estarías de acuerdo con que se limitaran tus derechos si ello ralentizara la propagación del COVID-19? ¿Y si pudieras ser multado o incluso encarcelado debido a los datos de ubicación de tu teléfono?

La pandemia global del coronavirus ya ha provocado restricciones sin precedentes en todo el mundo. En Wuhan, China, no se permitía a los residentes salir de sus casas y se realizaban revisiones de salud puerta por puerta, aislando a las personas con síntomas lejos de sus familiares.

Fuera de China, las políticas han estado un poco más abiertas a la interpretación. En Italia se han prohibido las reuniones públicas y se ha iniciado una política de “Yo me quedo en casa” sin imponer una cuarentena.

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En el Reino Unido, se han prohibido todos los desplazamientos excepto para actividades esenciales como comprar alimentos, trabajar o recibir tratamiento médico, y se han impuesto multas por violar estos lineamientos; sin embargo, aún se permite hacer ejercicio en exteriores. Existen medidas similares en varios estados de Estados Unidos como Vermont.

¿Cómo se puede imponer una prohibición parcial? ¿Cómo se puede verificar? ¿Qué evitará que las personas violen las reglas si no existe ninguna manera clara de verificar dónde van y por cuánto tiempo? Podría parecer que estamos plenamente en la novela 1984 de Orwell, pero incluso antes de la pandemia del coronavirus, en Estados Unidos ya se habían utilizado los datos obtenidos de teléfonos celulares sin una orden judicial.

En estos tiempos de crisis, esos poderes podrían extenderse aún más.

Con un sistema confuso y no tan invasivo como se ha dicho en algunos informes, China ha utilizado datos de ubicación para rastrear a los ciudadanos en riesgo de transmitir el virus. Israel aprobó leyes de emergencia que permiten utilizar los datos del teléfono celular de las personas para rastrear la ubicación de pacientes sospechosos de padecer COVID-19. En muchos países existen varias iniciativas similares, pero la mayoría de las democracias occidentales han utilizado únicamente datos anónimos para rastrear patrones y no movimientos individuales, al menos por ahora.

Sin embargo, esto quizás no dure mucho. Matt Hancock, Secretario de Salud del Reino Unido, ha advertido que podría prohibirse el ejercicio al aire libre, además de imponer medidas más draconianas si las personas siguen pasando por alto las reglas relacionadas con salir de sus casas. El gobierno británico ya ha pedido a los operadores de telefonía móvil O2, EE, Vodafone y Three que rastreen los datos de los teléfonos móviles para ayudar en esta respuesta a la pandemia.

En Estados Unidos ya se utilizan datos de GPS, que son más precisos y, presuntamente, más invasivos que los datos de telefonía móvil, para rastrear movimientos durante el brote de coronavirus. Estos podrían ser, por ahora datos sumarios y anónimos (al menos al principio; hablaremos de ello más adelante), pero ¿acaso países como el Reino Unido o Estados Unidos podrían imponer la activación obligatoria de la ubicación imponiendo multas y/o encarcelamientos basados en pasar por alto los lineamientos de aislamiento personal?

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“Pienso que eso es lo que va a ocurrir”, declaró a Newsweek Neil Sweeney, director ejecutivo de Kili, una plataforma de gestión de consentimiento del uso de datos en Estados Unidos.

“Tiempos extremos necesitan medidas extremas. Si llegamos a finales de abril y la curva no se aplana y las cosas se aceleran, entonces, ¿qué se supone que debemos hacer?

“¿Continuaremos esta conversación informal o tomaremos una postura más agresiva y afirmar que si no hacemos esto [rastrear la ubicación e imponer más limitaciones], millones de personas morirán?

“Si las personas no ponen atención ni siguen los consejos, personalmente pienso que [el rastro de la ubicación] sería algo bueno, pues entiendo lo que tratan de hacer”.

Para algunas personas, esto podría parecer una violación sin precedentes a la privacidad, pero estamos en tiempos sin precedentes.

“La mayoría de las personas son prudentes y toman precauciones”, afirma Sweeney.

“Pero si 35 por ciento de la población no está siendo responsable, toda la población estaría en riesgo. ¿Acaso el trabajo del gobierno no consiste en proteger a todos sus ciudadanos? Pienso que así es”.

El gobierno del Reino Unido no ha respondido a preguntas relacionadas con sus planes de rastreo de ubicación. En este momento, la mayoría de los datos de ubicación evitan proporcionar información específica.

Google publica detalles de lugares que las personas visitan y crea mapas de movimiento alrededor del mundo, todo ello con la promesa de que los datos mantienen la privacidad y no serán utilizados para señalar a personas individuales.

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En el Reino Unido se prepara una aplicación para rastrear los casos de coronavirus mediante la ubicación, también conocida como “app de rastreo de contactos”. Desarrollada con el Servicio Nacional de Salud de ese país, enviará una notificación a las personas después de haber entrado en contacto con alguna persona que haya dado positivo en la prueba de coronavirus.

La aplicación está individualizada pero es anónima, y está diseñada para ayudar a frenar la propagación del virus convirtiéndola más en una recompensa para que las personas eviten infectarse y para recomendar la realización de pruebas, que en proponer castigos por incumplir con los lineamientos.

Aplicaciones similares se consideraron exitosas en Singapur y Corea del Sur, donde los índices de infección se ralentizaron, lo mismo que el aumento en el número de muertes. En Corea del Sur, la aplicación voluntaria también se utiliza para rastrear a las personas para asegurarse de que no violan la cuarentena.

Las empresas de datos ya están yendo más allá. La empresa israelí de spyware NSO Group ha demostrado el rastreo de teléfonos individuales de personas que padecen la infección, creando mapas con sus movimientos y asignándoles un número de identificación anónimo. Presuntamente, esta controvertida empresa ya está en conversaciones con gobiernos de todo el mundo para comenzar a recopilar datos.

Sin embargo, el hecho de ser posible no significa que se convertirá en la política. “Es difícil imaginar que esto se despliegue en Estados Unidos”, declaró a Newsweek Adrian Shahbaz, director de investigación en tecnología y democracia de Freedom House, cuando se le preguntó sobre aplicaciones como las que se utilizaron en China.

“Esto se reduce a las diferencias clave entre los regímenes democráticos y los autoritarios. En lugares como China, el Estado hace menos énfasis en los derechos individuales”.

“Las autoridades tienen mucha más libertad para instituir restricciones severas e invasivas. Desde el punto de vista del Partido Comunista chino, el fin frecuentemente justifica los medios.

“China no es solo un estado policiaco, sino un modelo de autoritarismo digital… El gobierno canaliza tecnología como los datos biométricos, vigilancia y big data para controlar la conducta de sus ciudadanos”.

Sin embargo, ya existen precedentes en Estados Unidos, donde se han utilizado datos públicos de localización para la aplicación de la ley. El gobierno de Trump dio acceso a los datos de ubicación de millones de usuarios, de acuerdo con el Wall Street Journal, con el objetivo de encontrar migrantes indocumentados. Según informes, ya se han hecho arrestos utilizando los datos. Y se trata de una forma controvertida de utilizar los datos.

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Una decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos, tomada en 2018, establece que los datos de ubicación telefónica estaban protegidos y las autoridades requerirían una orden judicial para acceder a ellos. La compraventa de datos a empresas privadas significa que esta norma no se respeta.

“Muchas respuestas reflejas ante esta crisis han recurrido a métodos de vigilancia masiva, e incluso de vigilancia de ciudadanos, que no suelen tener una base de evidencias, al tiempo que generan una sociedad más vigilada a largo plazo”, señaló Silkie Carlo, directora de Big Brother Watch, un organismo de cabildeo contra la vigilancia.

“Es excepcionalmente difícil hacer que los datos de ubicación sean anónimos. La confidencialidad médica es muy importante para permitir que las personas tengan acceso a servicios y protejan su propia salud y la del público”.

La Oficina de Políticas de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca no respondió a nuestras solicitudes de comentarios. Sin embargo, parece haber más apoyo del público a renunciar a privilegios ordinarios en estos tiempos extraordinarios. Casi nueve de cada 10 personas (86 por ciento) declararon en una encuesta realizada por ORB International que estaban dispuestas a sacrificar sus derechos humanos para evitar la propagación de la enfermedad.

“Hay una mayor conciencia sobre la privacidad, pero nos sorprendimos al descubrir que esto no incluye todos sus aspectos”, señala Sweeney.

“Existe la creencia de que se trata [de un problema] de blanco o negro, cuando las personas dicen que nadie puede usar sus datos para nada. Sin embargo, cuando hablamos con consumidores, hay dos cosas que quedan muy claras.

“Los consumidores definitivamente odian cuando alguien usa sus datos sin su consentimiento. Lo odian, pero si uno les dice que, a cambio de esos datos les daremos X o Y, la mayoría de los consumidores aceptarían.

“La otra cosa que encontramos es que se trata del miedo a lo desconocido. Si lo que reciben a cambio de los datos tiene un valor, lo aceptarán.

“Si hay transparencia en el uso de datos, generalmente será aceptada. Y si hacemos ambas cosas, eliminamos la confusión sobre lo que significa el uso de los datos”.

Entonces, ¿permitirías que la ubicación de tu teléfono fuera rastreada si ello pudiera salvar vidas? Los investigadores afirman que la mayoría de las personas de cualquier población (alrededor de 60 por ciento) deben usar esas aplicaciones para que sean efectivas, es probable que descubramos la respuesta cuando dichas aplicaciones entren en funcionamiento en las semanas venideras.

La cuestión real será, entonces, si el rastreo seguirá siendo opcional o no.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek