Nadie da un duro por Rafael Nadal y eso le hace más peligroso para las ATP FInals
Torneo de Montreal. Carlos Alcaraz llega tras una aceptable aunque innecesaria gira de tierra por Europa con la intención de prepararse para el US Open. Nadie piensa en aquel momento que el murciano pueda ganar en Nueva York, ni siquiera que pueda llegar al número uno del mundo. Mucho menos cuando, en el primer partido, frente al tenaz pero limitado Tommy Paul, cae después de ganar el primer set y perder el segundo en el tie-break. Apocalipsis. "El chico está cansado", "la temporada se le está haciendo larga" y todo el recital de tópicos.
No tan rápido. Como todos sabemos, Alcaraz se recuperó, ofreció una versión mejor de sí mismo en Cincinnati y acabó ganando el US Open haciendo una demostración, precisamente, de resistencia física. La derrota contra Paul quedó como una anécdota, un partido más de los muchos que es lógico perder cuando uno está entrando aún en la élite del tenis profesional. En otras palabras, de perder con Tommy Paul "se sale", basta con trabajo y paciencia.
Esa es la gran esperanza a la que debe agarrarse ahora mismo Rafa Nadal y todos sus seguidores, aunque es bueno que maticemos un poco el contexto: Nadal perdió ayer con Paul en su primer partido en Bercy... y lo hizo después de ganar el primer set y perder el segundo en el tie-break, pero la gran diferencia es que Alcaraz venía muy rodado (tal vez en exceso) y a Nadal hace demasiados meses que no le vemos un buen partido. De hecho, desde su retirada en semifinales de Wimbledon (van a cumplirse cuatro meses), el mallorquín solo ha disputado tres torneos: ha perdido en primera ronda de Cincinnati y París y llegó a octavos del US Open, donde cayó con Frances Tiafoe. En medio, un partidillo pachanguero de dobles en la Laver Cup para despedir a Federer.
Seis partidos oficiales en cuatro meses parecen pocos a la hora de enfrentar las ATP Finals. Sobre todo, si tenemos en cuenta que Rafa nunca ha ganado ese torneo, ni siquiera en sus años de esplendor, y que lo poco que hemos visto en estos meses sobre la pista no invita demasiado al optimismo. Ni siquiera la paternidad le ha servido de motivación extra para dar el máximo y seguir vivo en París. Si su hijo duerme lo mismo que los míos, créanme que no me habría importado quedarme unas noches más en Francia con una excusa perfecta...
Comeback complete 🙌@TommyPaul1 becomes the first player to defeat Nadal before the quarter-finals in Bercy - prevailing 3-6 7-6(4) 6-1!#RolexParisMasters pic.twitter.com/qz5tZ4Jqwh
— Tennis TV (@TennisTV) November 2, 2022
Bromas aparte, Nadal parece decaído y no es nada nuevo. Hastiado, más bien. Lleva tiempo así, prácticamente desde aquella lesión de costilla en Miami, que creo que le supuso un bajón tremendo. Estaba en una racha espectacular, con cuatro torneos ganados seguidos, incluido el Open de Australia, y, de repente, tenía que parar otra vez. A la lesión en la costilla, le siguieron sus habituales molestias en el pie. Rafa estuvo a punto de abandonar en Roland Garros y coqueteó públicamente con la retirada del deporte. Se sobrepuso, como siempre, y ganó... pero en cuartos de final de Wimbledon se desgarró un músculo del abdomen.
Con 36 años, esta sucesión de lesiones acaba con la moral de cualquiera. Ponerse en forma ya no es tan fácil como antes y da la sensación de que su cabeza no está en su trabajo ahora mismo. Con todo, sus declaraciones después de la derrota ante Paul, pese a contener un punto realista, no fueron del todo pesimistas. No era, desde luego, el Nadal de Nueva York, que parecía harto de todo. Nadal, como suele hacer y como es lógico por otro lado, no da un duro por sí mismo en las ATP Finals que se disputarán en diez días. Pero al menos promete intentarlo.
Eso no es poca cosa. Pretende llegar a Turín antes que nadie y ponerse a entrenar de inmediato. En principio, no hay ninguna lesión que le merme y él sabe, como todos, que Rafa Nadal siempre será Rafa Nadal, y que por mucho que se le haya resistido ese torneo a lo largo de su carrera, en una semana tonta le puede ganar a cualquiera, por buenos que sean sus rivales, especialmente este año que el nivel medio es bastante alto.
Salvo que Alcaraz gane en París, y parece improbable, Nadal llegará a Turín con opciones de recuperar el número uno del mundo. Aunque es cierto que no es una de sus aspiraciones y que no ha hecho nada en estos meses por forzar la situación, si se presenta la oportunidad, Rafa irá a por ella. Sería el sexto año que acaba como número uno, superado solo por los siete de Djokovic, el amo y señor de las estadísticas. Aparte, ganar las Finals es la gran cuenta pendiente de su palmarés y, como él mismo dice, "nunca se sabe cuando serán las últimas en las que participe".
El mejor resumen de la situación lo hace el propio Rafa cuando dice: "No tengo nada que perder". Y es cierto. Todo el mundo espera que su papel sea testimonial. Si al final lo es, a casa con el niño. Si no, a sorprender otra vez a propios y ajenos. Yo no creo que Nadal vaya a ganar a Djokovic, Aliassime, Medvedev y compañía bajo techo en Turín... pero tampoco creía que Alcaraz fuera a ganar cuatro partidos a cinco sets para imponerse en el US Open. Dejemos la cuestión abierta y en dos semanas, comprobamos.
Vídeo | ATP Masters 1000 París: Paul vs Nadal (3-6, 7-6 (4), 6-1)