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El fin de semana que ha sido más importante para el tenis español que el Roland Garros de Nadal

RIO DE JANEIRO, BRAZIL - FEBRUARY 19: Carlos Alcaraz of Spain returns a shot to Federico Coria of Argentina during the ATP Rio Open 2020 at Jockey Club Brasileiro on February 19, 2020 in Rio de Janeiro, Brazil. (Photo by Buda Mendes/Getty Images)
RIO DE JANEIRO, BRAZIL - FEBRUARY 19: Carlos Alcaraz of Spain returns a shot to Federico Coria of Argentina during the ATP Rio Open 2020 at Jockey Club Brasileiro on February 19, 2020 in Rio de Janeiro, Brazil. (Photo by Buda Mendes/Getty Images)

Es muy difícil alejarse del presente en deporte. Alejarse de los triunfos, de los récords, de la felicidad inmediata... El pasado fin de semana, el tenis español se vistió de gala para celebrar el decimotercer Roland Garros de Rafa Nadal, el que le iguala a torneos de Grand Slam con Roger Federer, el que le confirma un lugar en la historia que ya tenía de todos modos asegurado. Negar la importancia que tiene ese triunfo para todo el país y para el tenis nacional en concreto es absurdo y no es el objetivo. El asunto es que este fin de semana han pasado cosas menos espectaculares, más soterradas... pero puede que, a largo plazo, más beneficiosas para el tenis español.

El tema es el relevo. Después de unos complicados años 80, con Joan Aguilera y Emilio Sánchez Vicario casi como únicos estandartes, el tenis español siempre ha tenido a una generación preparada para tomar el relevo de la anterior. A Emilio le sucedieron Sergi Bruguera, Carlos Costa o Jordi Arrese. A estos les siguió la primera gran generación dorada del tenis español moderno: Carlos Moyà, Alex Corretja, Albert Costa...Aún en el esplendor de estos jugadores, aparecieron Juan Carlos Ferrero, Feliciano López, Tommy Robredo, Nico Almagro, David Ferrer o Fernando Verdasco. Todos ellos estaban aún dando lo mejor de su juego cuando en 2003 aparece un chaval de 17 años llamado Rafael Nadal dispuesto a comerse el mundo.

¿Qué ha pasado desde 2003? Poca cosa. Muchos dieron por hecho que el siguiente en la lista iba a ser Carlos Boluda, pero Carlos no pudo con la presión de tanta exigencia tan temprana. Por supuesto, han salido buenos jugadores, esto quiero aclararlo cuanto antes. Llegar a ser uno de los diez o veinte mejores del mundo en lo que haces es tremendo. Ninguno podríamos aspirar a tanto. El asunto es que el listón estaba altísimo, y ahí los Pablo Carreño, Roberto Bautista, Albert Ramos y tantos otros excelentes competidores no han podido llegar. Quizá los dos con mejor palmarés sean Bautista, que solo ha llegado a las semifinales de un grande, y Carreño, un tipo con el colmillo siempre afilado, pero que no cuenta con más victorias que unos pocos ATP 250.

Insisto, el mérito es enorme, y no es culpa suya no ser Bruguera, Moyà, Ferrero o Nadal. Solo faltaría. El asunto es que el más joven de los dos, Carreño, ya tiene 29 años... y detrás de él no parece llegar el relevo inmediato. No hay jugadores de 25-26 años que estén destacando a nivel top. Por eso, lo visto este fin de semana puede ser tan importante y tan significativo, empezando con Jaume Munar, que se impuso en el challenger de Lisboa. Vale, Munar tiene ya 23 años y un challenger es poca cosa, pero algo es algo. Munar fue otro de los “nuevos Nadales” que se ha ido quedando en el camino. Al menos, voluntad y esfuerzo no le faltan.

Más buenas noticias: el sábado, Alejandro Davidovich puso contra las cuerdas a Alexander Zverev en las semifinales del torneo de Colonia. Davidovich ha pasado por todas las fases: cuando ganó el Wimbledon junior en 2017, se le señaló como el elegido. Tenía 18 años y el paso al circuito profesional no fue nada sencillo. Durante un tiempo, pareció que iba a pasar con él lo mismo que con Nicola Kuhn, subcampeón junior de Roland Garros en 2018 ante el australiano Alexei Popyrin, al que al menos se le ve habitualmente en los cuadros de los grandes torneos. Sin embargo, Davidovich ha conseguido rehacerse. Tanto él como Kuhn son extremadamente jóvenes en un circuito dominado desde hace años por treintañeros. Lo que les pedimos es al menos que compitan con los de su generación: quizá no con Auger-Aliassime o Shapovalov, auténticos talentos, pero sí con la clase media.

En eso está Davidovich, que ya llegó a octavos de final en el US Open y suma ahora estas semifinales, lo que le coloca como número 64 del ranking ATP con tendencia suficientemente buena para verle pronto en el top 30-top 40 y que se tenga que olvidar de fases previas y “wild cards” durante una temporada. Si Alex cumplió en Colonia y Jaume en Lisboa... ¿qué decir de Carlos Alcaraz? El niño prodigio de 17 años ganó el challenger de Alicante, subiendo al puesto 136 de la ATP. Es el tercer torneo de esta categoría que gana en los últimos dos meses y parece listo para dar el salto a la élite como lo ha dado el italiano Lorenzo Musetti este mismo año.

La presión sobre Alcaraz es tremenda, como la fue sobre Boluda, Davidovich y Kuhn. El tenis español necesita un relevo para su enésima generación de oro y lleva demasiados años buscándolo. No ya un primer espada, un campeonísimo, sino al menos un aspirante a top 20 que no haya cumplido los 30 años o no los vaya a cumplir en breve. Ahora mismo, los siete mejores tenistas españoles en el ranking suman una media de 33,71 años. Uno puede vivir con un presente más o menos glorioso pero no puede vivir sin futuro. En ese sentido, este fin de semana ha sido importante, sí, un paso adelante de tres chicos que tienen toda su carrera por delante. Sin presiones pero sin pausas. Nadal no va a durar siempre. O eso llevamos creyendo diez años, vaya.

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