Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

El racismo vuelve a poner en la mira a los Windsor y el rey Carlos III enfrenta su primera crisis

Ngozi Fulani denunció el episodio racista en el Palacio de Buckingham
Ngozi Fulani denunció el episodio racista en el Palacio de Buckingham

PARÍS.– No es un temblor de tierra. Es un auténtico terremoto el que sacude a la monarquía británica tras el escándalo de racismo protagonizado esta semana por lady Susan Hussey, madrina del príncipe Guillermo y uno de los miembros más conspicuos de la Casa Real. Un sismo que podría derrumbar todos los esfuerzos realizados por Carlos III de Inglaterra para dar una imagen más ecuménica y pluralista a su incipiente reinado.

Los comentarios racistas expresados durante una recepción en el palacio de Buckingham por Hussey, miembro del exclusivo círculo que acompaña a la reina consorte, lo prueba: el intento del rey de hacer aparecer su corte como defensora de la diversidad no consigue engañar. Casi tres meses después de acceder al trono, las declaraciones de la exprincipal dama de compañía de Isabel II reactivaron las acusaciones de racismo institucional de la monarquía, denunciado por el príncipe Harry y su esposa, Meghan Markle, durante una entrevista en Estados Unidos en marzo de 2021.

Hace cuatro días que el escándalo ocupa los titulares de la prensa internacional. El 29 de noviembre, la reina consorte recibió a más de 300 invitados en una recepción en honor de la conferencia sobre la violencia contra las mujeres, organizada en Londres. A su llegada, una de las participantes negras, Ngozi Fulani, fue acosada por Hussey que, con insistencia y condescendencia, intentó saber de qué país de África era originaria, aun cuando Fulani respondió invariablemente que había nacido en Gran Bretaña.

El relato de Fulani en su cuenta Twitter obligó al palacio a reaccionar, desdramatizando el episodio y evocando solo a “un miembro de la casa real” que, por decisión propia, renunció a su puesto y presentó sus excusas a Fulani. Bastaron, sin embargo, pocas horas para que saliera a la luz el nombre de lady Susan Hussey, de 83 años, viuda de un expresidente de la BBC y durante más de 60 años la dama de compañía favorita de Isabel II.

Una vez declarado el incendio, de nada sirvió que Hussey acumulara todas las legitimidades que hacen de ella un perfecto ejemplo de la upper class británica. Y el primero en reaccionar fue su mismo ahijado, Guillermo quien, en un comunicado, consideró los comentarios de Hussey “inaceptables y profundamente lamentables”. De visita en Estados Unidos, el heredero al trono hizo saber que “el racismo no tiene lugar en la sociedad”.

Los gestos de Camilla

Pero el daño causado a la imagen resueltamente contemporánea del jefe del Estado y de su esposa, es considerable. La víspera del escándalo, Camilla había roto con una tradición de la Edad Media, renunciando a tener damas de compañía. Nombró en su lugar “compañeras de la reina” a seis amigas. Pero mirando más de cerca, todas pertenecen a la más alta aristocracia anglosajona, blanca y protestante del reino: la marquesa de Lansdowne, lady Sarah Keswick; lady Brooke, la baronesa Chisholm; lady von Westenholz, y Sarah Troughton, lord teniente de Wiltshire y prima del rey. A ellas se agregaron tres exdamas de honor de Isabel, entre ellas la desafortunada Hussey.

¿Cómo explicar la decisión de Camilla de escoger representantes del Viejo Imperio que perpetúan ritos y tradiciones de la nobleza británica? Según la tradición, todas sirven a para apoyar a la reina consorte en las ceremonias o simplemente a acompañarla. Las felices escogidas consideran esa tarea como una forma de ser útiles a su país. “Obligatoriamente, todas esas damas tienen un impecable pedigree e impecables bonnes manières. Además deben ser inteligentes, pues no es cuestión de quedarse con la boca cerrada ante la reina consorte”, explica el belga Marc Roche, cronista de la casa real durante muchos años.

Esos gestos, que muestran cuán desconectado de la realidad sigue siendo ese mundo, se agregan a episodios recientes que permiten poner en duda la veracidad de las intenciones del nuevo rey en favor de la diversidad. En septiembre, pocos días después de la muerte de su madre, Carlos III fue objeto de vivas críticas en las redes cuando un video lo mostró en un encuentro con el público, dando la mano a varias personas, excepto a un hombre de color.

“Pasando delante de un hombre negro, el soberano da vuelta la cabeza como si alguien lo llamara y enseguida vuelve a dar la mano, evitándolo. ¿Lo ignoró a propósito?”, se preguntó la periodista Marie Piat. “Espero de todo corazón que se trate de algo accidental. En caso contrario, nuestro jefe de Estado es simplemente un racista”, escribió uno de sus súbditos, @JohnG4852, en Twitter.

El 24 de noviembre, Camilla visitó un jardín de infantes de la asociación Barnado’s. La esposa del rey, padrino de esa institución, fue filmada en momentos en que hacía serios esfuerzos por tocar una beba de color. “Camilla tiene todas las dificultades del mundo para tocar un niño negro (y los chicos parecen incómodos en su compañía). Este es la verdadera cara de la monarquía británica”, afirma un tuit viralizado, acompañado del hashtag #RacistRoyalFamily.

Sin embargo, hace lustros que Carlos III trabaja en favor de la diversidad. Y el contraste es sorprendente con su madre, que tuvo un escudero negro en su guardia real recién en 2017. En cuanto a su abuela, la reina madre, no es ningún secreto que le encantaba hacer bromas racistas.

“Otros tiempos, otras costumbres”, afirman los colaboradores del rey. Pero, en California, la duquesa de Sussex debe saborear su revancha. La desgracia de Hussey demuestra que, en materia de diversidad, el Palacio de Buckingham está muy atrasado respecto del Poder Ejecutivo británico, dirigido desde fines de octubre por Rishi Sunak, primer jefe de gobierno no blanco en la historia de reino.