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¿Racismo científico? El desatendido Mal de Chagas adquiere relevancia porque ahora afecta a los países ricos

EL CARPINTERO, HONDURAS:  Un inspector sanitario sostiene una chinche picuda (Triatoma Dimidiata) en El Carpintero, departamento de Francisco Morazan, 20 km al norte de Tegucigalpa el 17 de mayo de 2005. Segun estadisticas oficiales de la Secretaria de Salud, a traves del Programa Nacional de Chagas, 300 mil personas incluyendo ninos y adultos estan infectados con el
Un inspector sanitario sostiene una chinche picuda (Triatoma Dimidiata) en El Carpintero, departamento de Francisco Morazán, 20 km al norte de Tegucigalpa. Al menos 300 mil de los 9,7 millones de hondureños están infectados con el "Mal de Chagas" transmitido por esta especie. (ELMER MARTINEZ/AFP via Getty Images)

En Estados Unidos lo llaman el beso de la muerte de los latinos. Pero no se trata del beso cariñoso que los hispanos acostumbramos a darnos al saludar y que ahora podría contagiarnos de COVID-19.

Se trata de un contacto minúsculo e inadvertido con un insecto. Es una zoonosis, como se le conoce a la infección que sufrimos los humanos cuando entramos en contacto con un animal enfermo.

Lo que ha cambiado no es la virulencia de la enfermedad, sino que ha comenzado a tener relevancia entre las naciones ricas. Los expertos estadounidenses están cada vez más alarmados con el avance en su territorio de una patología desatendida que mata a 12.000 personas al año en el mundo, la mayoría en América Latina, según un informe de la Organización Panamericana de la Salud publicado en 2020.

Se trata del Mal Chagas, una enfermedad causada por el parásito Tripanosoma cruzi, y que los que nacimos al sur del Río Grande conocemos como chinches, chipos, barbeiros, chupadoras, voladoras o vinchucas.

Cuando era pequeña mis padres me enseñaron que con los chipos no se juega porque transmitían una enfermedad grave que afectaba el corazón. Esos pequeños y aparentemente inofensivos insectos viven en las casas de las personas con menores recursos porque a las chinches les encanta anidar en las grietas de las paredes que son fabricadas de bahareque, la tradicional técnica indígena de entretejer palos y varas, que luego son cubiertas con barro.

A los ocho años conocía del peligro porque no hay que ser pobre ni vivir en una vivienda precaria para estar expuesta a la infección, aunque definitivamente aumenta el riesgo.

Los chipos son animales nocturnos que, al igual que las polillas y muchos otros insectos, se sienten atraídos por la luz artificial. Y como son voladores, pueden llegar hasta pisos altos. Así que no es difícil que una noche un chipo entre por tu ventana. Así que en la oscuridad de América Latina no hay que temerle a un espanto sino a la llegada de un vector con una enfermedad infecciosa como la chinche o un zancudo, que puede transmitir dengue, malaria o chikungunya.

Lo triste es que 43 años más tarde, las vinchucas no solo siguen matando gente en Venezuela, Colombia, Bolivia, México y Brasil sino que los parásitos que transmiten se han extendido hasta Norteamérica, Europa y Asia, bajo la mirada indolente de las autoridades sanitarias.

La investigadora colombiana-estadounidense Daisy Hernández puso el dedo en la llaga y denunció cómo el mundo se ha hecho la vista gorda ante el problema en el libro “The Kissing Bug: A True Story of a Family, an Insect, and a Nation’s Neglect of a Deadly Disease” (El insecto besador: Una historia verdadera de una familia, un insecto y la negligencia de una nación sobre una enfermedad mortal).

Hernández sugiere que el mundo científico de las enfermedades infecciosas es racista y que el Mal de Chagas es ignorado por las facultades de medicina, por las instituciones y por las autoridades sanitarias del llamado primer mundo. Su interés nació de la traumática experiencia de ver morir a una tía de un mal que ya no debería existir.

La enfermedad fue identificada en 1909 por el médico brasileño Carlos Ribeiro Justiniano Chagas al analizar el caso de una niña de dos años llamada Berenice. Y como la infección ocurre principalmente en las poblaciones pobres latinoamericanas, en 112 años no ha habido voluntad política ni el músculo financiero para hacerle frente.

Un triste consuelo para los miles de afectados en los países con menos ingresos es que el parásito también ha migrado a otras partes del mundo y las instituciones han comprendido que hay que incluir al Mal de Chagas dentro del radar de peligros que hay que erradicar.

El primer caso en el Nebraska, estado ubicado en el Medio Oeste de Estados Unidos, fue detectado en el verano de 2021. Se calcula que en Estados Unidos hay unas 300.000 personas infectadas, en España unos 50.000, mientras que en los países latinoamericanos la cifra de afectados asciende a unos 7 millones de personas.

La escurridiza naturaleza de la enfermedad se suma a la desidia sanitaria. El mal de Chagas no se transmite por la picadura del insecto sino por el contacto con sus heces. Eso significa que una persona puede tocar una superficie infectada por el excremento del animal y contagiarse al frotarse los ojos o meterse los dedos en la boca. En Latinoamérica es mucho más común que el chipo excrete sobre la cama, dejando diminutos puntitos oscuros de heces sobre las sábanas, que luego entran al organismo cuando las personas duermen sobre ellas.

Y aunque también puede ocurrir que la chinche te pique y, cuando te rasques, introduzcas con tus uñas las heces que el animalito dejó sobre tu piel.

Las personas pueden pasar meses y años sin advertir la infección. A veces las personas tienen fiebres que resultan inexplicables, fatiga y un agrandamiento de los nódulos linfáticos. Un malestar parecido a un catarro que viene y se va. Pero la persona infectada puede contagiar a otros mediante transfusiones de sangre, donaciones de órganos y hasta por la lactancia materna.

Hasta un 30% de los pacientes desarrollan complicaciones gastrointestinales que pueden causar la muerte.

Hernández apunta que la enfermedad puede impactar negativamente a las comunidades latinoamericanas en Estados Unidos, que no tienen acceso a un sistema de salud pública ni cuentan con seguros médicos privados.

Héroes y villanos

Hay algunas historias oscuras en el combate de la enfermedad, como la de un investigador texano que habría introducido intencionalmente chipos en una colonia de jóvenes pacientes psiquiátricos negros para estudiar sus efectos en el cuerpo humano.

Pero la mayoría de las investigaciones han sido realizadas de manera ética con el fin de poner fin al sufrimiento de los infectados.

En México, el doctor Armando Hernández García y su equipo de investigadores del Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) utiliza las innovadoras técnicas de la nanomedicina para desarrollar una terapia contra el mal de Chagas con el ARN mensajero, que ya muchos han escuchado mencionar porque es uno de los mecanismos usados en las vacunas contra la COVID.

Los investigadores han logrado producir y encapsular nanopartículas hechas de proteína, con el objetivo de combatir al parásito al atacarlo selectivamente con una invasión de ácidos nucleicos.

El equipo de la UNAM intenta que las nanopartículas en cápsulas entren y afecten de manera directa al microorganismo. “La idea es que cuando el parásito circule en el torrente sanguíneo las cápsulas y su contenido penetren al protozoario y tengan efectos dañinos solo en él”, comparte Hernández García a Vértigo Político.

Otra trinchera abierta contra el parásito la defiende la científica guatemalteca Carlota Monroy, quien ha sido premiada dentro y fuera de su país por una aproximación multidisciplinar para reducir el número de contagios.

Un equipo de antropólogos, biólogos y ecólogos trabajan junto a estudiantes de ingeniería y arquitectura para reducir los factores de riesgo que aumentan los contagios. La idea es explicar a la comunidad los peligros de la deforestación y de las grietas en las viviendas que albergan a los insectos.

Otro investigador que ha aportado respuestas terapéuticas es el venezolano Alberto Paniz Mondolfi, quien identificó que un medicamento usado para las arritmias puede ser efectivo para combatir los síntomas del Mal de Chagas.

Paniz Mondolfi pasó años investigando con pocos recursos hasta que recibió el respaldo del Ministerio de Defensa de Estados Unidos. El interés principal de las autoridades estadounidenses no era paliar el sufrimiento de miles de personas sino encontrar un tratamiento para los perros militares que eventualmente se contagian durante las misiones.

Pero investigador sigue trabajando para combatir una enfermedad que está esparcida por toda Venezuela y América Latina.

Datos claves

La Organización de las Naciones Unidas publicó una lista de aspectos claves que todos debemos saber sobre el Mal de Chagas.

  • Se calcula que, entre 6 y 7 millones de personas en todo el mundo, sobre todo en América Latina, están infectadas por el Tripanosoma cruzi, el parásito que causa la enfermedad de Chagas

  • La principal vía de transmisión al ser humano se ha producido en América Latina a través del insecto llamado chinche triatomina, que puede ser portador del Tripanosoma cruzi

  • Otras vías de transmisión son: la transmisión oral (a través de los alimentos), la transfusión de sangre o productos sanguíneos, la transmisión congénita de madre a hijo y el trasplante de órganos y los accidentes de laboratorio.

  • La enfermedad de Chagas estuvo en su día totalmente confinada a las zonas rurales de la región de las Américas -principalmente en América Latina-, pero en las últimas décadas, debido a los movimientos de población, la mayoría de las personas infectadas viven en entornos urbanos.

  • La enfermedad se ha extendido a otros continentes (donde el T. cruzi se transmite por vías no vectoriales)

  • La infección por Tripanosoma cruzi es curable si se inicia el tratamiento poco después de la infección.

  • En los pacientes crónicos, el tratamiento antiparasitario puede prevenir o frenar la progresión de la enfermedad y evitar la transmisión, por ejemplo, de la infección de madre a hijo.

  • Hasta un 30% de los infectados crónicos desarrollan alteraciones cardíacas y hasta un 10% desarrollan alteraciones digestivas, neurológicas o mixtas que pueden requerir un tratamiento específico.

  • El control de vectores y otras estrategias destinadas a reducir la transmisión por vectores son los métodos más útiles para prevenir la enfermedad de Chagas en América Latina.

  • El examen de la sangre es vital para prevenir la infección a través de transfusiones y trasplantes de órganos en todo el mundo.

  • La detección y el tratamiento de las niñas y mujeres en edad fértil con infección son esenciales, junto con el examen de los recién nacidos y los hermanos de madres infectadas sin tratamiento antiparasitario previo a la enfermedad.

Fuentes:

New York Post, Noticias ONU, Vértigo Político, BBC, El Nacional, OMS, Prodavinci, OPS.

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