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¿Quién le teme a Bloomberg y sus muchos millones en la campaña presidencial de EEUU?

El magnate Michael Bloomberg –la novena persona más rica del mundo, con una fortuna de unos 55,500 millones de dólares de acuerdo a Forbes– ha lanzado formalmente su campaña en pos de la candidatura presidencial del Partido Demócrata, una contienda que es aún muy populosa (18 candidatos) y que se encuentra ya en un momento avanzado, con la ronda de debates en su encuentro final y a poco más de dos meses de que arranquen los comicios primarios.

El magnate y exalcalde de Nueva York, Mike Bloomberg, anuncio formalmente su campaña por la candidatura presidencial del Partido Demócrata. (AP Photo/Bill Tiernan)
El magnate y exalcalde de Nueva York, Mike Bloomberg, anuncio formalmente su campaña por la candidatura presidencial del Partido Demócrata. (AP Photo/Bill Tiernan)

¿Por qué entonces cuando la contienda demócrata se encuentra más bien en un lento proceso de decantación (por ejemplo, se han incrementado paulatinamente los requisitos a cumplir para que los aspirantes puedan participar en los debates), decidió Bloomberg lanzarse al ruedo? ¿Tendrá tiempo para construir un aparato de campaña y un reconocimiento mediático y en la opinión pública de gran calado para poder ser competitivo ante candidatos que llevan meses en la contienda?

Y hay otras interrogantes especialmente punzantes: ¿Quién le teme a Bloomberg? ¿Los punteros en la primaria demócrata? ¿Donald Trump?

Bloomberg, quien fue alcalde de Nueva York, es un político de centro, de un progresismo moderado en algunos asuntos (como la defensa del medio ambiente y el control de armas) pero de un liberalismo conservador en otros (por ejemplo en materia fiscal, de cobertura de salud o de comercio internacional).

Pero en ello aporta en realidad poco a la contienda demócrata, pues hay otros políticos que ofrecen plataformas similares. Y, en realidad, el espacio que Bloomberg pretende ocupar lo tiene ya el exvicepresidente Joe Biden, aún el puntero a nivel nacional pero un tanto rezagado en Iowa y New Hampshire, los estados que abren el proceso primario.

La fuerza principal de Bloomberg es, en realidad, su ingente riqueza. Como se comenta en NBC News, Bloomberg está dispuesto a gastar cientos de millones de dólares en su apuesta por la presidencia, tanto en campañas en medios como en operaciones de campo, sin que para ello necesite lo que el resto de los aspirantes demócratas buscan con urgencia (salvo, quizá, el caso del también multimillonario Tom Stayer): recaudar inmensas sumas de dinero ya sea de grandes donantes o de pequeñas contribuciones individuales.

En ese sentido, Bloomberg ha sido criticado por querer “comprar la elección”, como ha sugerido el propio Bernie Sanders.

Y aunque ciertamente no comprará votos como tales, sí se dispone a construir su candidatura con sumas estratosféricas provenientes de su propio bolsillo, lo que lo pone en ventaja sobre quienes no tienen acceso a tal cantidad de recursos.

Bloomberg señaló en el pasado que solo entraría a la contienda demócrata si consideraba que el ala izquierda (es decir, Sanders o Elizabeth Warren) se volvía dominante por considerar que ello alejaría del Partido Demócrata a moderados e independientes y beneficiaría a la reelección de Trump.

La merma de Biden y el auge progresista, sobre todo de Warren, en fechas recientes habrían inclinado la balanza en la decisión de Bloomberg.

Con todo, la entrada de Bloomberg y sus muchos millones no necesariamente afectará a Sanders y Warren, pues ellos cuentan con poderosas maquinarias de recaudación de fondos, sino justamente a los candidatos centristas a los que Bloomberg busca desplazar: Biden, que no ha logrado recaudar tanto como otros, Pete Buttigieg, Amy Klobuchar o Andrew Yang, por ejemplo.

Para el ala izquierda del partido, Bloomberg es un representante del establishment y en ese sentido es improbable que los votantes progresistas que respaldan a Sanders y Warren se trasvasen al magnate. Los de los candidatos moderados, en cambio, serían más susceptibles de dar ese paso, sobre todo cuando las otras opciones se rezagan.

En ese sentido, la apuesta de Bloomberg sería consolidar un bloque moderado para, en la Convención Demócrata, hacerse de la candidatura en el escenario de que ninguno de los aspirantes llegue a esa instancia con una mayoría suficiente de delegados.

El hecho de que los llamados superdelegados, figuras de peso dentro de la estructura del partido y usualmente de inclinación centrista, solo incidirán a partir de una segunda ronda, es decir si nadie gana la mayoría de antemano durante las primarias, sugiere que Bloomberg cree poder ganar la candidatura de ese modo.

Pero para ello, sea como sea, él necesita mostrar arrastre durante las primarias. En su estrategia ha optado por evitar las primeras contiendas de febrero (Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur con 155 delegados en disputa) y concentrar su esfuerzo y sus millones en el llamado Supermartes de marzo, donde hay 1,358 delegados a repartir.

¿Podrá Bloomberg convencer? Algunos lo dudan: aunque centrista y con mucho dinero para promocionarse, su edad y antecedentes de rudeza en su política policial en Nueva York, por ejemplo, lo alejan del voto afroamericano, que en cambio apoya en gran magnitud a Biden.

El declive de Biden en las encuestas recientes, con todo, no es un indicador irreversible: la amplia coalición que el exvicepresidente tiene y puede retener y ampliar es un recurso que muchos analistas no dan por descontado y que, incluso, consideran infravalorada. A la hora de la votación en estados diversos, eso le dotaría a Biden de un impulso considerable del que carece Bloomberg.

Y la edad del exalcalde neyorquino (77 años), aunque similar a la de Biden o Sanders, lo pone en desventaja ante quien prefiere un demócrata centrista o moderadamente progresista más joven, como Buttigieg, Klobuchar o Cory Booker.

Inclusive, el también recientemente postulado Deval Patrick, cercano a Barack Obama, busca convencer y llenar el mismo hueco que Bloomberg.

Donald Trump, por su parte, ha minimizado a Bloomberg pero, ciertamente, podría ser un rival de peso si ambos se enfrentaran en la elección general de noviembre, sobre todo porque Bloomberg contaría con recursos económicos tan enormes que ni toda la maquinaria republicana podría igualar.

Ya no se diga Trump, que es un millonario de segundo nivel en comparación con Bloomberg.

Así, una línea de análisis sugiere que Bloomberg podría arrancarle a Trump el voto de independientes y de republicanos moderados y desafectos con Trump y construir con ello, más el apoyo amplio demócrata, una candidatura ganadora. Eso resulta plausible (es la misma lógica que plantea Biden) y, considerando la enorme bolsa de Bloomberg, ciertamente podría afectar a Trump.

Bloomberg afirma enfáticamente que derrotar a Trump “es la más urgente e importante lucha de nuestras vidas” y en esa lógica él se ve como la figura idónea para unir, en un amplio abanico ideológico que incluye también a republicanos, a los que rechazan la reelección del presidente.

Pero se ha afirmado también que el ala progresista demócrata, que es la más activa y dinámica en el partido, podría desalentarse y no votar en las magnitudes suficientes (sobre todo en estados decisivos) al considerar que Bloomberg no es la figura de transformación social que desean en la Casa Blanca, aunque sí podría limar las aristas más rudas y autoritarias de Trump.

En todo caso, primero está el proceso interno demócrata y en él, hasta el momento, Bloomberg es aún marginal con opciones poco favorables, de acuerdo a FiveThirtyEight. Muchos no creen que realmente logre ganar la candidatura y otros le reprochan que entre con muchos millones por delante.

Su gran apuesta, dado que no participará en el debate demócrata de diciembre ni en las primeras contiendas primarias, se dilucidará en el llamado Supermartes del 3 de marzo. Un día, que en realidad, presumiblemente desatará una decantación mayor entre los aspirantes demócratas.

Y dado que para finales de marzo se habrán ya asignado dos tercios de los delegados a la Convención Demócrata de julio, es posible que se abra entonces un curioso periodo de negociaciones y balances en los que Bloomberg, de llegar entonces con peso suficiente, podría sacar ventaja.

Las opciones de Bloomberg, hasta ahora, lucen poco favorables, pero si el contexto cambia y su acaudalada campaña logra incidir en la opinión pública, su posición será ciertamente de peso con miras a la Convención Demócrata.