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Quiénes son los 2 científicos latinoamericanos premiados con el "Oscar Verde"

Micaela Camino y Pablo Hoffmann
Micaela Camino de Argentina y Pablo Hoffmann de Brasil fueron galardonados con el Premio Whitley por ser "pioneros en soluciones a la crisis de biodiversidad".

Dos científicos de América Latina recibieron este miércoles en Londres uno de los premios de conservación más prestigiosos a nivel internacional.

Micaela Camino, de Argentina, y Pablo Hoffmann, de Brasil, fueron galardonados con el Premio Whitley, que la fundación británica del mismo nombre otorga cada año a líderes conservacionistas de Asia, África y América Latina.

Los ganadores latinoamericanos trabajan en regiones de Sudamérica que rara vez son noticia, pero están gravemente amenazadas.

Camino fue distinguida por "empoderar a comunidades en el Chaco seco argentino para defender sus derechos" y proteger a una especie clave de mamífero que podría desaparecer en solo tres décadas.

Hoffman fue premiado por su lucha por salvaguardar a verdaderos sobrevivientes de la historia del planeta: el bosque de araucarias en el sur de Brasil.

El galardón, conocido como el "Oscar Verde", otorga un fondo de 40.000 libras (cerca de US$50.000) a cada ganador y es concedido cada año a seis conservacionistas considerados "pioneros en soluciones a la crisis de biodiversidad". También hay un premio especial de 100.000 libras (US$125.000) para un ganador previo.

"Con un millón de especies en riesgo de extinción y vínculos inextricables entre la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, los ganadores utilizarán los fondos para acelerar su trabajo innovador con el fin de revertir la disminución de especies", señaló la Fundación Whitley para la Naturaleza.

Micaela Camino y Pablo Hoffmann explicaron a BBC Mundo en qué consiste su trabajo de conservación y cuáles son los principales desafíos que enfrentan.


Micaela Camino: salvaguardar el bosque del Chaco seco en Argentina

Micaela Camino haciendo trabajo de campo en el bosque del Chaco
Micaela Camino está basada en la provincia del Chaco. "Tenemos un mundo muy hermoso y si abrimos los ojos y el corazón vemos que la naturaleza es parte de nosotros y desde cada lugar en que estamos podemos ayudar".

La bióloga nació en Buenos Aires pero decidió dedicar su vida a proteger un ecosistema a más de 1.000 km de distancia.

"El Gran Chaco sudamericano es la ecorregión más grande de Sudamérica después de la Amazonía y tiene dos partes: la región humeda y la región seca", señaló Camino a BBC Mundo.

Esa vasta ecorregión cubre un territorio de cerca de 1.140 000 km2.

"El Chaco seco está en Argentina, Bolivia y Paraguay. Es el bosque seco subtropical más grande del mundo".

Camino explicó a BBC Mundo que el Chaco seco alberga especies únicas.

"Muchas de esas especies sólo existen en esa región porque son bosques muy especiales, ya que al ser secos hay estaciones en las que no cae agua por mucho tiempo. Entonces toda la vida se adaptó a esas condiciones, y entre esas especies está la que yo trabajo, el chancho quimilero".

La mayor parte de los esfuerzos de conservación de la científica están centrados en esa especie de pecarí o chancho de monte.

Pecarí quimilero con su cría mamando
Pecarí quimilero: "Está desapareciendo su hábitat... Si no hacemos algo ya, en 30 años esta especie estará extinta".

"A diferencia de otros pecaríes que existen en América, esta especie solo existe en los bosques secos del Chaco y está muy, muy amenazada porque esta regióntiene una de las tasas más de deforestación más altas del mundo".

El nombre de "quimilero" se debe que este pecarí se alimenta de un cactus típico de la región llamado quimil.

"Justamente por comer los cactus es que puede atravesar muy bien las temporadas tan largas de sequía, mientras que otros mamíferos empiezan a caminar desesperados. A veces los encontrás muertos por lo seco que se pone".

Salvar al pecarí quimilero requieres esfuerzos urgentes, afirmó Camino.

"Está desapareciendo su hábitat y es una especie que representa un camino evolutivo único y si se extingue ahí se extingue del mundo. Nosotros estimamos que solo enfocándonos en lo que es pérdida de hábitat si no hacemos algo ya, en 30 años esta especie estará extinta".

"Lo que hacemos al enfocarnos en esta especie es que como salvarla requiere sí o sí, salvar los bosques en su hábitat. Esto nos permite usarla como un guardián, como un paraguas que protege a todo el sistema boscoso con su diversidad de especies y gente y culturas".

La lucha por salvar a esta especie y su hábitat está indisolublemente ligada a empoderar a los habitantes locales, como las comunidades indígenas wichí.

"Hace algunos años empezamos a ver que comenzaba a faltar el bosque, incluso en las comunidades donde trabajábamos por ahí llegabas y el bosque había desaparecido. La comunidad a veces parecía no haber recibido nada a cambio o parecían obligados a retirarse de sus casas", relató Camino.

"No terminábamos de entender qué estaba pasando, no había transparencia en lo que sucedía porque la gente no tiene la seguridad en la tenencia de la tierra. La mayoría no tienen los títulos, no porque no deberían tenerlos, sino porque el Estado no se los ha reconocido".

"De repente aparecen empresas que se quedan con las tierras, consiguen los títulos y cortan todo el bosque. Es una deforestación enorme de hectáreas y hectáreas y hectáreas con máquinas enormes y cadenas que arrastran todos los árboles para después sembrar generalmente soja para exportación".

"Son grandes inversiones que llegan a la zona, que se aprovechan de toda esta situación, de que las comunidades no tienen los títulos, de que están aisladas y no tienen información sobre sus derechos sobre cómo hacer los trámites, de que la sociedad no tiene información sobre la riqueza de esta zona ".

Desforestación en el Chaco seco de Argentina. Un tractor con cadenas arrastra y destruye toda la vegetación.
"Las leyes en Argentina no permiten una deforestación como la que estamos viendo hoy día".

Camino y sus colegas han venido realizando talleres, con ayuda de abogados y organizaciones de derechos humanos, para explicar a las comunidades cuáles son las leyes nacionales que protegen los bosques.

"Las leyes en Argentina no permiten una deforestación como la que estamos viendo hoy día. Hay muchas leyes distintas, sobre derechos a la tierra o derechos indígenas o sobre conservacion de los bosques. Hay muchas leyes por las cuales esto no debería estar sucediendo, pero no se están aplicando".

Camino trabaja en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL)-CONICET.

"Habíamos planeado 15 talleres pero la gente local nos empezó a llamar de todos los lugares del bosque e hicimos como 100".

"Nosotros sabemos sobre las leyes y ellos saben sobre lo que ellos mismos necesitan. La idea es pensar juntos cómo construir una solución para llevársela a los decisores políticos y trabajar con ellos también, porque no todo el gobierno está con ganas de que avance la deforestación, sino que son casos a veces muy particulares".

Taller con jóvenes en una comunidad local
Parte del trabajo de Camino y sus colegas está dirigido a empoderar a comunidades locales.

El mensaje de Micaela Camino a los lectores de BBC Mundo es que "tenemos un mundo muy hermoso y si abrimos los ojos y el corazón vemos que la naturaleza es parte de nosotros y desde cada lugar en que estamos podamos ayudar, averiguar qué consumimos, donar".

Y siempre escuchar a las personas que viven en los propios ecosistemas, aclara.

"Porque muchas veces la naturaleza tiene sus habitantes. Son sus guardianes y son las personas más marginadas y más vulneradas. Ellos nos pueden pueden ayudar a conservar nuestro mundo".


Pablo Hoffmann: restaurar el bosque de araucarias en Brasil

Pablo Hoffmann estudiando y clasificando semillas recolectadas en el bosque de araucarias
Pablo Hoffmann: "Cualquier ecosistema fuera de equilibrio es un peligro global a largo plazo".

El ingeniero forestal Pablo Hoffman y sus colegas están creando el vivero de araucarias más diverso del mundo.

El bosque de araucarias de Brasil se encuentra sobre todo en los estados del sur del país (Paraná, Santa Catarina y Rio Grande del Sur) y es parte del vasto bioma de la Mata Atlántica o Bosque Atlántico.

Actualmente solo subsiste en fragmentos.

"En Paraná el bosque de araucarias cubría más o menos el 40% del estado, pero hoy en día hay menos del 1% de bosques en buen estado, parecidos a los que había en el pasado", señaló Hoffmann.

La araucaria es un árbol muy antiguo. Se han hallado fósiles en Argentina de unos 160 millones de años.

Bosque de araucarias
"En el estado de Paraná el bosque de araucarias cubría más o menos el 40% del estado, pero hoy en día hay menos del 1% de bosques en buen estado".

La especie del sur de Brasil es Araucaria angustifolia y destaca por su altura en sitios más elevados del bosque atlántico, de más de 500 metros sobre el nivel del mar.

La destrucción del bosque de araucaria se debe a los "ciclos económicos que ocurrieron en el sur de Brasil", afirmó Hoffmann.

"Primero la crianza de ganado, luego el cultivo de yerba mate, la explotación de la madera".

"Y últimamente lo que pasa es que todas estas áreas se están convirtiendo en áreas agrícolas, sea para pastos o en su mayoría para la siembra de soja, maíz y trigo. Entonces los agronegocios, esta conversión, ha hecho que el bosque esté cada vez más fragmentado".

Y con esa fragmentación aumenta seriamente el peligro de extinción, advirtió el científico.

Vista del vivero de araucarias
"Nuestro vivero cubre más del 80% de las especies de árboles conocidas en el bosque de araucarias".

"Imaginen que algunas especies son muy raras de encontrar de forma natural, por lo que cuando eso sucede, corren un riesgo muy alto de extinguirse en poco tiempo porque probablemente ya no tendrán polinizadores, ni dispersores de semillas y se empezarán a cruzar entre parientes por tener muy pocos individuos".

"Con cada especie extinguida perdemos un poco sobre la historia natural del origen de la vida, así como importantes conexiones en las cadenas ecológicas".

"Probablemente con este trabajo somos una de las pocas posibilidades que tienen estas especies en peligro de sobrevivir".

Mientras la deforestación aumenta, los esfuerzos de reforestación han carecido de la diversidad de plantas esencial para ayudar a las araucarias y otras especies del bosque a adaptarse al cambio climático.

Bosque de araucarias
La araucaria sobresale por su altura y convive en la región con al menos 250 especies de árboles y más de 700 especies de otras plantas como hierbas, arbustos, orquídeas y bromelias.

Hoffmann y su equipo en la ONG Sociedade Chauá están creando un vivero con más de 215 especies, incluyendo 80 plantas raras.

"Nuestro vivero cubre más del 80% de las especies de árboles conocidas en el bosque de araucaria y, para algunas, pudimos encontrar nuevas poblaciones, más del doble de la cantidad de individuos conocidos en la naturaleza".

"Lo que hacemos es encontrar sobre todo especies en peligro de extinción, recolectar sus semillas, hacer que se reproduzcan en el vivero, y tratar de reintroducirlas en el medio natural nuevamente".

El proyecto también incluye investigación disponible para otros viveros en Brasil o el exterior, así como tareas de educación y el trabajo con propietarios rurales.

"Cualquier ecosistema fuera de equilibrio es un peligro global a largo plazo", señala Hoffmann.

"Nuevos virus, falta de alimentos, falta de lluvia, cadenas de extinción… Estamos completamente conectados; las consecuencias de la destrucción de los bosques en Brasil llegan fácilmente a Reino Unido".

Hoffman reconoce que no es fácil realizar este tipo de trabajo de conservación en Latinoamérica.

"Tenemos que tener mucha esperanza para hacer esto, porque generalmente en los países de América Latina, como Brasil, no siempre hay suficiente incentivo para este tipo de trabajo".

"Así que tienes que tener un equipo de personas apasionadas, que realmente disfruten haciendo esto, y sería muy interesante que todos los lectores conozcan un poco más para poder ayudar también. Gente común, legisladores, políticos, pueden ser detonantes para un cambio de perspectiva sobre la extinción de ecosistemas y especies".

"Mi mensaje principal para los lectores es de perseverancia. Y creo que el premio Whitley puede ayudar a comunicar la gravedad del problema que tenemos en la región, que especies que son importantes para el ecosistema están llegando a la extinción y la extinción es para siempre".


Los otros conservacionistas premiados además de Micaela Camino y Pablo Hoffman son:

-Emmanuel Amoah de Ghana, por salvaguardar el último bastión del cocodrilo de hocico delgado de África occidental

-Sonam Lama de Nepal, por la conservación de pandas en el Himalaya

- Estrela Matilde, de Santo Tomé y Príncipe, por su lucha contra la contaminación plástica para salvar a las tortugas marinas

- Dedy Yansyah, de Indonesia, por "la última batalla" para salvar al rinoceronte de Sumatra

-Charudutt Mishra, ganador anterior, recibió el Premio de Oro por su lucha por salvar a lo leopardos de las nieves en 12 países.


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