He quedado con secuelas psicológicas. Esto me va a doler mucho tiempo, afirma Rancés Barthelemy
Horas y horas sin dormir han trastornado la paz de Rancés Barthelemy. El boxeador cubano trata de entender por qué el sábado en Nueva York el árbitro Shada Murdaugh detuvo un combate en el que se encontraba con todas las condiciones y garantías posibles para continuar.
Barthelemy no ha podido superar la desilución y confiesa que el dolor de esa decisión del tercer hombre en el ring le afectará durante mucho tiempo, mientras espera por una posible revancha contra Gary Antuanne Russell, quien se llevó una decisión por nocaut técnico en el sexto asalto.
Hasta el momento en que Murdaugh decidió parar las acciones, Barthelemy venía desarrollando una pelea competitiva y, tras un conteo, se había levantado sin problemas con la idea de continuar, pero esa posibilidad fue quitada de sus deseos, dejándolo con una sensación amarga que aún no termina.
¿Cómo repasas lo que sucedió al final de la pelea?
“Ese árbitro, lo que hizo conmigo...me ha dejado secuelas psicológicas. No logro concebir el sueño a plenitud. Duermo cada dos horas. Me aparece esa imagen y me desvela. Yo trato de encontrar una respuesta a todo lo que pasó, pero no encuentro respuesta. Esto me va a doler mucho tiempo’‘.
¿Qué puede haberlo motivado a detener la pelea?
“Trato de ponerme en el lugar del árbitro, pero no puedo encontrar un motivo para que él detuviera el combate. Como ves, yo trato de no caer al piso y me aguanto con los guantes, pero no sé por qué lo hizo. Te digo que me ha matado psicológicamente’‘.
Hubo un intercambio breve antes de que detuviera todo.
“El mi mira y me pregunta si estaba bien y cuando le voy a responder, de manera rápida hace la señal de que todo ha terminado. Le dije que estaba loco, qué por qué me estaba haciendo eso. Se me derrumbó el mundo. Todo se me vino encima y ese malestar todavía dura’‘.
¿Qué les dijeron en Nueva York, la comisión?
“Nada ni nadie. Eso fue otra cosa que le puso la tapa al pomo. La Comisión no quiso dar declaraciones ni permitió que el árbitro diera sus razones. Para mi eso encierra muchas dudas. En mi pensamiento creo que estaban comprados. Sincronizados para quitarme la pelea’‘.
Russell era el hombre de la promoción.
“Eso lo sabíamos desde que acepté la pelea, que era una figura joven, en ascenso, que el negocio gira a su alrededor y no en el mío, pero no contábamos que se fuera a ese extremo. Desde que suena la campana, yo siento el favoritismo del árbrito hacia Ruseell. Yo peleaba limpio, pero él me limitaba. Russell me partió la boca de un cabezazo, entraba con la cabeza. Se lo decía al árbitro, pero él a duras penas amonestaba a mi rival. Sentía que estaba peleando con dos contrarios encima del ring’‘.
Al momento del conteo, la pelea estaba muy pareja.
“Yo quería dar una buena actuación, borrar lo que había pasado contra Robert Easter. Gary era el oponente perfecto para demostrarlo. El público estaba metido en la pelea, pero el árbitro lo estropeó todo. Uno se cae y se levanta. Y yo me había levantado sin problemas’‘.
¿Crees que de esta injusticia salga algo bueno?
“Showtime se acercó. Me dijeron que iban a impulsar la revancha, que a la gente le había gustado. Los hermanos Russell me dijeron que no querían una victoria así y que si yo pedía me darían la revancha. Creo en ellos, son guerreros y si pido la revancha, ojalá cumplan su palabra’‘.