Lo que hay detrás de todas tus (malas) decisiones: ¿qué son los sesgos cognitivos y cómo puedes evitarlos?

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Los sesgos cognitivos son atajos mentales que usa el cerebro para decidir con rapidez. El peligro es que esa premura nos puede conducir al error (Getty Images)

Todos los días tomamos decisiones. Algunas parecen irrelevantes, como la selección de una marca de dentífrico. Y otras son mucho más importantes por su repercusión en nuestras finanzas o en el funcionamiento de un país, como es el caso de la elección de un instrumento de inversión o de un candidato presidencial.

Yo intento no tomar decisiones a la ligera. Si tengo que mudarme de vecindario hago un análisis minucioso de las viviendas que están el alcance de mi presupuesto, busco las estadísticas comparativas sobre la calidad de vida, seguridad, acceso a servicios públicos de distintas zonas, pregunto a los amigos sobre los pro y los contra de vivir en un determinado barrio.

Y a la hora de elegir intento tomar una decisión informada. Pero en más de una ocasión he desestimado las cifras y los consejos y he terminado viviendo en un piso muy ruidoso, o en una casa excesivamente apartada de mi trabajo y con mucho tráfico en las horas pico.

¿Qué ocurrió? ¿Porqué he tomado decisiones equivocadas cuando contaba con todos los elementos necesarios para acertar?

Los expertos creen que cuando analizamos información usamos un complejo sistema cognitivo que ha procesado todas las experiencias de nuestra vida. Y todos desarrollamos sesgos cognitivos, que influye en la información a la que prestamos atención, lo que recodamos sobre nuestro pasado y las fuentes que deseamos confiar cuando evaluamos nuestras opciones.

Entonces un sesgo cognitivo es un fallo en nuestro razonamiento que nos hace malinterpretar parte de la información que percibidos de nuestro alrededor y que nos lleva a conclusiones equivocadas.

Recibimos información de numerosas fuentes todos los días y nuestro cerebro no es capaz de procesarlas todas a la vez. Así que establece un sistema de jerarquías para decidir qué información merece más atención y qué información es lo suficientemente relevante como para almacenarla en la memoria.

El asunto es que esos atajos que crea nuestra mente y esos sistemas de jerarquización no son exactos ni objetivos porque su configuración está adaptada a las experiencias de cada individuo.

Ahora no tengo dudas que me mudé para aquella casa alejada porque era la única posibilidad dentro de mi presupuesto para tener un jardín espacioso parecido al que tuve durante mi infancia, pero en esa ecuación no tomé en consideración las horas semanales que tenía que pasar en una congestionada autopista y el efecto que eso tenía en mi rendimiento laboral y en mi salud en general.

Los sesgos más comunes

Si todos tenemos sesgos es posible que existan millones de tipos diferentes. Pero en aras de su comprensión, la revista Healthline resumió algunos de los 175 sesgos que pudieran afectar nuestra vida diaria.

El sesgo actor-observador es la diferencia que existe entre cómo explicamos las acciones de los otros y cómo explicamos las nuestras. La disparidad del razonamiento está en que para algunas personas la motivación de los actos de los otros es siempre interna, pero cuando van a explicar su comportamiento lo atribuyen a sus circunstancias.

Un ejemplo clásico es el de la persona que tiene niveles elevados de colesterol y los atribuye a causas que se salen de su control, como influencias ambientales o genéticas. Pero cuando le ocurre a cualquier otra persona, esa persona critica al otro por tener una dieta inadecuada o por su sedentarismo. En resumen, tendemos a pensar que lo que nos pasa se nos escapa de las manos pero lo que le sucede a los demás es su responsabilidad.

El efecto anclaje es la tendencia a dar más peso a la primera información que conocemos sobre un tema y que interfiere en nuestra decisión final. En ocasiones se trata sólo de un dato o una cifra, pero nos sirve para ir acomodando nuestras preferencias.

El efecto anclaje es una de las técnicas más utilizadas en mercadeo o campañas políticas, porque los compradores y electores tenderán a creer la información sobre el producto o candidato que escuchen primero,

Otro característica del efecto anclaje es que podemos aferrarnos a lo que decimos nosotros mismos. Helena Matute, profesora de psicología de la Universidad de Deusto, explicó al diario El País que cuando opinamos en voz alta también nos anclamos: "Ya nos hemos posicionado, por lo que nos cuesta más cambiar nuestra opinión". Es más, si alguien sugiere que estamos equivocados, tendemos a reforzar nuestras ideas, en lugar de ponerlas en duda. Matute recomienda "esperar a tener más información antes de hablar".

Sobre el sesgo atencional se creen que probablemente evolucionó como un mecanismo de supervivencia humana. Los humanos tendemos a privilegiar lo que consideramos importante para nuestra salud, nuestra felicidad y nuestra seguridad. Pero esa especializada habilidad podría convertirse en un sesgo si prestamos demasiada atención a lo que nos gusta y descartamos información relevante.

Mi esposo ama las motocicletas y se emociona cuando ve el modelo de sus sueños. Rocío Fausor de Castro, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), dijo a Infosalud que lo que ocurre cuando notamos en todas partes un modelo de un vehículo que nos gusta es que le estamos prestando más atención porque nos ilusiona tenerlo. "Tendemos a fijarnos en la información que es congruente con nuestro estado de ánimo y nuestro sistema de creencias".

¿Es posible evitar los sesgos cognitivos?

Un estudio sobre el impacto de las emociones en las inversiones personales realizado por el Banco Sabadell determinó que los sesgos pueden influir hasta en un 70% de nuestras decisiones financieras.

El problema con ese enorme peso que tienen los sesgos cognitivos es que están ligados al funcionamiento natural de nuestro cerebro, que siempre buscará ser eficiente y para ello necesita que gran parte de las decisiones diarias se realicen de una manera casi automática.

El primer paso es comenzar a conocer los distintos tipos de sesgos y aprender a identificarlos en nuestras vidas. Si tienes que tomar una decisión importante y tienes conciencia de que el resultado podría ser saboteado por tus sesgos cognitivos tómate el debido tiempo para pensar. Cuando sea posible usa herramientas tecnológicas como algoritmos y métodos objetivos de medición que mantenga a raya tus prejuicios.

Esas técnicas podrían ayudarte a mantener la atención en los aspectos relevantes del asunto sobre el que necesitas tomar una decisión, dejando a un lado los sesgos.

No podemos cambiar nuestra arquitectura cerebral ni podemos borrar de un tirón nuestras experiencias de vida. Después de todo, son nuestras vivencias los que nos hacen únicos. Pero sí podemos mejorar en nuestro conocimiento de nosotros mismos para "darnos cuenta" de cuándo estamos a punto de cometer un error por un fallo en nuestro juicio.

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