Qué son las "granjas de cadáveres" donde aprenden los forenses

Qué son las "granjas de cadáveres" donde aprenden los forenses

Todos hemos visto alguna película o serie de televisión en la que un forense determina cuánto tiempo lleva un cadáver muerto por los gusanos que se están comiendo el cuerpo. O por cómo de descompuesto está, incluso por el olor. Y en muchas ocasiones, se basan en datos reales de la ciencia forense.

Pero ¿de dónde salen estos conocimientos? Porque la ciencia requiere de experimentación, de poner en marcha estudios controlados que permitan determinar qué va a ocurrir. A mucha gente no le gusta pensarlo, pero existen “granjas de cadáveres”, zonas extensas donde se deja al aire libre cuerpos humanos para comprobar cómo se descomponen y así tener datos reales que permitan realizar investigaciones.

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Incluso entre los científicos se duda de la necesidad de los campos de tafonomía humana, que es el término técnico que tienen estos lugares. La crítica no llega porque los datos que aporten no sean relevantes desde el punto de vista científico, si no sobre la necesidad de que existan. Que un experimento vaya a dar buenos resultados no implica que sea ético realizarlo.

Pero para poder entrar en el terreno ético, primero es necesario hablar de los datos que aportan estos estudios. Un cuerpo humano se descompone de una manera particular. En realidad, cualquier cadáver tiene sus propios patrones, que cambian con la especies y con el individuo.

Y ocurren muchas cosas al mismo tiempo. Por una parte, cuando el cuerpo está fresco, comienza la colonización por parte de bacterias, larvas de insectos y otros invertebrados que comienzan a descomponer y aprovechar los tejidos.

Poco a poco, se pueden ver cambios en la comunidad de organismos, en la ecología del cadáver por decirlo de alguna manera. Según avanza la descomposición van cambiando las especies que ocupan el cuerpo, unas relevan a otras y facilitan la llegada de terceras que a su vez generan las condiciones necesarias para las siguientes, hasta que queda poco más que el esqueleto.

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Pero claro, no es lo mismo que el cuerpo esté enterrado a que quede sobre la superficie o cubierto de agua. En cada situación se dan patrones distintos, y al estudiarlos se pueden realizar predicciones, que es la base de la ciencia.

Aún queda un factor a tener en cuenta antes de hablar de la parte ética de estos campos. ¿De dónde salen los cadáveres? Pues en los lugares donde existen – por ejemplo en Pasco, Florida – estas granjas se nutren de cuerpos donados o bien por el fallecido – obviamente, antes de su muerte – o por las familias.

Con todos estos datos, nos podemos formar una opinión sobre la necesidad de estas “granjas de cadáveres”. Sirven para dar datos con los que los criminólogos y forenses pueden trabajar, pero hay alternativas que no pasan por dejar un cuerpo humano pudriéndose al aire libre. Se trata a los cuerpos con respeto, pero como objetos de estudio y por tanto deshumanizados. Dependerá de cada cual determinar si es correcto o no… pero hay que saber que existen.

Me enteré leyendo aquí.