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¿Qué ha fallado en España para que el coronavirus regrese con fuerza?

Los nuevos rebrotes en España confirman la transmisión comunitaria y vuelven a poner al país a la cabeza de los focos de contagio | datos Our world in data
Los nuevos rebrotes en España confirman la transmisión comunitaria y vuelven a poner al país a la cabeza de los focos de contagio | datos Our world in data

Lo que hace tan solo unas semanas se catalogaba como el milagro español en detener el avance de la Covid19, ha terminado desinflándose de manera estrepitosa en cuestión de días. Los numerosos rebrotes que se extienden por todo el territorio han dejado 6.361 nuevos infectados en un solo fin de semana, mientras los países vecinos empiezan a preparar sus fronteras y algunos ya exigen una cuarentena de dos semanas a todos aquellos que regresen a sus países desde España. Nuestro país vuelve a tener transmisión comunitaria, y todo el esfuerzo realizado durante el confinamiento puede verse amenazado por un virus al que hemos dejado regresar.

¿Qué ha ocurrido? Al contrario que en los inicios de la pandemia donde todo era confusión y dudas, en esta ocasión las causas son muy claras, se conocían desde hace meses, se anunciaron… y simplemente no se han cumplido. Nos vemos nuevamente en aprietos por dos razones fundamentales y bastante fáciles de entender: prisas y pésima gestión. Normalmente estos dos elementos suelen ir juntos, las prisas conducen a una mala gestión, y los malos gestores siempre suelen tener prisa. Aun así, analizaremos con más profundidad los enormes errores cometidos por las diferentes autoridades responsables que, en este caso, son casi todas.

1) Estaba claro lo que había que hacer… pero nadie lo hizo

Las excusas, y las oiremos de todo tipo por todas partes, ya no valen. En esta misma sección de Yahoo Ciencia lo advertíamos de manera rotunda: “No hemos llegado al pico de la primera, y no estamos preparados para una segunda oleada”. En esta ocasión no había dudas, los expertos lo dejaban claro en cada intervención posible en todos los medios y las cifras globales de contagiados seguían ascendiendo y batiendo récords de contagiados un día tras otro. El virus seguía ahí y demasiados responsables, con demasiadas cosas en la cabeza, se dejaron llevar pensando que una pandemia se va ella solita cuando le soplas un poco.

Las fases marcadas para la desescalada funcionaron al principio, contuvieron la transmisión del virus y los casos empezaron a descender. Entonces llegaron las prisas. El verano se acercaba, los turistas se podían perder y las comunidades autónomas envidiaban el paso de fase de sus vecinas. Llegan las presiones, las prisas y las exigencias para abrir. Muchas administraciones regionales empiezan a pasar de fase, comienzan la apertura, olvidando y saltándose a la torera todas las precauciones y controles que debían acompañar a esa desescalada.

2) Pasaron olímpicamente de preparar el sistema de rastreo

¿Dónde están los rastreadores que necesitamos ahora? Esta era la pregunta clave que dejábamos hace más de una semana. “Se dijo una y cien veces. Durante las semanas que duró el confinamiento, y mientras se preparaban las diferentes fases para volver a la nueva normalidad, se advirtió repetidamente de que al terminar el estado de alarma iba a resultar vital el desarrollo de un buen sistema de rastreo para los rebrotes que, a buen seguro, irían apareciendo”. Las Comunidades Autónomas que tanto vociferaron para recuperar sus funciones y poder así abrir sus restaurantes, locales y hoteles de cara al verano, eran las responsables de preparar un sistema, rápido y sólido, para localizar posibles contagios, aislarlos e impedir que expandieran el virus.

Ninguno de los responsables autonómicos ha estado a la altura. En esta ocasión no era difícil mantener un buen equilibrio entre recuperar la economía y al mismo tiempo, contratar el personal necesario y dotarlo con los recursos adecuados para esa simple tarea. En serio, no era una tarea excesiva, no hacía falta tener superpoderes, y tampoco era caro: por una décima parte de lo que va a costar un innecesario y costoso hospital para pandemias se podía haber evitado volver a necesitarlo.

Ni siquiera mencionaré la desaparecida App de rastreo porque la vergüenza ajena de este segundo apartado se elevaría hasta cotas difícilmente soportables.

¿Rebrotes o inicio de una segunda oleada?
¿Rebrotes o inicio de una segunda oleada?

3) Despreciaron al personal médico y sanitario

Mientras escribo estas letras miles y miles de médicos internos residentes (MIR) se manifiestan por toda España. El colectivo que más ha trabajado, que más se ha arriesgado y que más ha sufrido durante los meses más intensos de la pandemia ya está cansado hasta decir basta. Este tercer punto se iba a titular “olvidaron a nuestros médicos y sanitarios”, pero está claro que una actitud continuada durante tanto tiempo no puede deberse a un olvido, se parece mucho más a un desprecio.

El personal médico y sanitario de nuestros hospitales ha pasado de los aplausos de apoyo desde los balcones a verse olvidados y diezmados, a una velocidad warp tan alucinante que haría reclinar de su asiento al capitán de la Enterprise.

Se explicó una y cien veces que debíamos aplanar la curva para no saturar la capacidad de nuestro sistema de salud. Se sabía que, en caso de una segunda oleada, las urgencias y plantas de nuestros hospitales se verían comprometidas de nuevo. La prioridad era reforzar nuestro sistema de salud… ninguno de estos evidentes y repetidos elementos se aseguró.

4) Nos hemos confiado o nos hemos cansado

Hemos visto pasar la primavera desde el claustro emparedado de nuestras ventanas y no queríamos aguantar más. El buen tiempo llegaba, las terrazas, los bares y pubs abrían de nuevo y, es justo reconocerlo, no hemos podido resistir la tentación. Fernando Simón lo explicaba claramente: “un tercio de los rebrotes tienen su origen en el ocio, las discotecas y el ocio, discotecas y las grandes fiestas”. Las reuniones familiares, comprensibles después de tanto tiempo separados, han vuelto y con ellas también los contagios. Los espacios cerrados, con ventilación deficiente, con demasiada gente apelotonada sin distancia de seguridad son los lugares favoritos del virus y, paradójicamente, también de una buena parte de los españoles.

En definitiva, las autoridades responsables no han estado a la altura preparando lo que sabían que debían preparar, y los ciudadanos hemos descuidado las medidas que lograron contener el virus durante el confinamiento. Ninguna administración se salva. El gobierno central ha sido demasiado permisivo y tolerante con las fases, no ha retomado el mando firme cuando ha sido necesario y no ha conseguido anticiparse a lo que sus propios expertos preveían que iba a llegar. Por su parte, las Comunidades Autónomas estuvieron meses exigiendo recuperar sus competencias, vociferando contra los responsables centrales… y cuando las han conseguido, cuando ya están al frente del control, rastreo y fortalecimiento de sus sistemas sanitarios, han fracasado sin ni siquiera haberlo intentado. Por nuestra parte, como ciudadanos, nos hemos dejado llevar por la engañosa euforia de la nueva normalidad, han abierto las puertas y hemos salido en tromba como niños al oír la campana del recreo.

Los países de nuestro entorno, mucho más previsores y contenidos, nos miran de nuevo con recelo. España vuelve a situarse en cabeza nuevamente y ya sabemos cómo puede acabar esto otra vez.

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