La loca teoría de la conspiración que divide al independentismo catalán

A man holds up a sign close to where a memorial is taking place along the Las Ramblas Boulevard as the city marks the fifth anniversary of the 2017 jihadist attacks in Barcelona and Cambrils that left 16 people dead, in Barcelona on August 17, 2022. - A van rammed into crowds on Las Ramblas Boulevard in the heart of Barcelona on August 17, 2017, igniting four days of terror. (Photo by Josep LAGO / AFP) (Photo by JOSEP LAGO/AFP via Getty Images)
Un hombre demanda saber "la verdad" sobre el 17-A. Foto: JOSEP LAGO/AFP via Getty Images

Los cimientos de la democracia temblaron una vez más el 17 de agosto de 2017 tras un doble atentado yihadista en Cataluña que dejó tras de sí 16 muertos, 140 heridos y una teoría de la conspiración que ayer derivó en un lamentable boicot de los actos de homenaje a las víctimas. Fue una minoría, pero el minuto de silencio que hasta ese momento se estaba respetando en las Ramblas de Barcelona permitió que los gritos e insultos de los manifestantes retumbaran en la Rambla de Barcelona.

Todo comenzó el 16 de agosto en Alcanar (Tarragona), donde una explosión fortuita en la casa en la que la célula preparaba los atentados precipitó los actos terroristas. Al ver comprometido su plan, los terroristas decidieron acortar los plazos y actuar a la desesperada. Uno de ellos, Younes Abouyaaqoub, pisó a fondo el acelerador de una furgoneta en las Ramblas conduciendo en zigzag y arrollando a cuantos peatones pudo. Tras escapar inicialmente en un coche robado cuyo conductor fue asesinado, fue abatido por la Policía.

Horas después, otros cinco terroristas actuaron en el paseo marítimo de Cambrils atropellando a varias personas con un turismo que abandonaron minutos después para intentar huir a pie blandiendo chalecos con explosivos falsos.

El juicio se cerró con la condena a penas de entre 8 y 53 años a los tres supervivientes de la célula. Una sentencia menor de la esperada por los familiares de las víctimas ya que, pese a ser condenados por organización terrorista y tenencia de explosivos, fueron absueltos de los delitos de homicidio cuyos autores materiales fueron abatidos por la Policía.

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Desde entonces, y a pesar de la contundencia de los argumentos de la Audiencia Nacional -al punto de que la AVT y la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo han declinado la posibilidad de interponer recurso alguno-, ha ido creciendo en un sector del independentismo catalán una teoría de la conspiración. La misma que ayer llevó a un grupo de manifestantes a reventar de manera indecente el acto de homenaje a las víctimas. ¿Pero qué alegan los conspianoicos? Para resumirlo en un titular, que el Estado español permitió la ejecución del atentado para "dar un aviso a Cataluña".

Cuesta creer, pero así son todas las teorías de la conspiración. Basta recordar que se apuntó a ETA tras los atentados del 11-M que hay quien sostiene que el propio Gobierno de Estados Unidos estuvo detrás de los ataques a las torres gemelas de Nueva York o que, en otro ámbito, la tierra es plana... y hueca. Todo surgió en 2019, dos años después de los atentados, cuando varias informaciones periodísticas engordaron los vínculos entre el CNI y el considerado cerebro de los atentados, el imán Abdelbaki es Satty, cuando este trabajó como confidente durante su encarcelamiento por tráfico de drogas entre 2010 y 2014.

Desde algunos nichos del independentismo catalán, como es el caso de la exdiputada de la CUP Mireia Boya, se aprovechó esa relación para amplificarla al punto de señalar que el poder del Estado avaló que el imán orquestara una operación con la que conseguir cambiar el rumbo del ‘procés’. No todos los que creen en esta teoría llegan tan lejos, pero sí que sostienen que el servicio de inteligencia español prefirió mirar para otro lado. Carles Puigdemont fue uno de ellos, y su postura no tardó en llegar al Parlament catalán donde su sucesor, Quim Torra, respaldó la supuesta conspiración.

Y el comisario Villarejo, quién si no, también ahondó en esta tesis señalando en sede judicial que los atentados fueron un "error grave" del entonces director del CNI, Félix Sanz Roldán, "que calculó mal las consecuencias". A lo que el CNI respondió que lo único que pudo haber es un fallo al despriorizar su seguimiento al salir de prisión.

Lo cierto es que ninguna de estas acusaciones ha prosperado y no hay una sola línea de investigación que lo avale. A pesar de todo, la teoría de la conspiración sigue viva y ayer sirvió para deslucir el sentido homenaje que se merecen las víctimas de los atentados.

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