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Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

¿Qué depresión ni qué depresión? Píntate las uñas y ve a trabajar.

B. se arrastra. Ni siquiera tiene fuerza ya para levantar los pies. Sus zapatos rozan el suelo haciendo un ruido extraño. No es el sonido de la tristeza caminando por el pasillo. Es algo mucho más profundo también del ya no puedo más. Del estoy harta. O triste.

B. se siente una mierda de persona, incapaz de nada, inválida para tareas que hasta hace unos meses dominaba y de las que disfrutaba.

B. se levanta de la cama, pero no sé ni cómo es capaz de hacerlo, porque lo único que quiere es pasarse el día llorando bajo las sábanas. Hace tiempo que no duerme más de un par de horas del tirón, siempre está agotada, exhausta, pero sigue tirando. Lo ha hecho durante meses, a pesar de una situación familiar durísima y un entorno laboral tóxico. Tengo que seguir. Tengo que seguir. Nos decía a las amigas.

Hasta que un día, hace unas semanas, ya no pudo más y se derrumbó en la consulta de una doctora de su centro de salud.

Le dio la baja. Depresión. Le recetó pastillas, "unas semanas, y veremos cómo evolucionas", el sistema público de salud no tiene recursos para tratar a B. Ni a cientos de miles de B's. Así que ella siguió tirando. Empastillada. Su padre está en los últimos estadios de una enfermedad degenerativa mortal. Y ella asume casi toda la carga. Así que a pesar de estar de baja cada día se levanta y lo atiende. No hay atajos ni alivios para ella. Nadie que le dé la vuelta a su padre en el colchón para que no se llague la espalda.

El viernes tenía hora con el forense de la mutua privada de la empresa, para renovarle la baja. Tú lo que tienes que hacer es peinarte y pintarte las uñas, le dijo.

Peinarte y pintarte las uñas.

B. salió tambaleándose de la consulta.

Peinarte y pintarte las uñas.

Con el informe del forense de la mutua, el médico de cabecera le ha dado el alta.

B. ha vuelto a trabajar para un sistema que engulle personas y escupe enfermos.

Diez de esos enfermos se quitan la vida cada día porque no somos capaces de tratarlos. Pero con decirles que se pinten las uñas y se peinen ya nos quedamos contentos. Es la nueva versión del sonríe y levántate de la cama, que la tristeza se cura saliendo a la calle.