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¿Qué tanto afectará la situación económica el resultado de la elección presidencial en EEUU?

La circunstancias de la economía, y cómo la población las percibe en función de sus oportunidades y dificultades en la vida diaria, son con frecuencia factores cruciales en una elección presidencial en Estados Unidos. El malestar por la situación de la economía nacional es por lo general un factor negativo para el partido en el poder, pues la población tiende a responsabilizarlo (y por extensión a su candidato) de sus problemas y voltea al partido opositor en busca de esperanzas y soluciones.

Con todo, aunque la calidad del momento económico, por llamarlo de alguna manera, tiene impactos en la elección en pro o en contra de un candidato o partido, no es labor sencilla determinar de antemano cuál podría ser la magnitud y trascendencia de esa influencia en el día de la votación.

En 2016, como comenta FiveThirtyEight, la economía estadounidense estará probablemente en buena posición el 8 de noviembre, sin los espectros de recesión que han rondado en otras épocas. Eso no significa que los electores se sientan tranquilos ni que las finanzas de la población se encuentren en bonanza. Pero hasta el momento, y a reserva de que el panorama llegase a cambiar, parece que la economía no será el único factor decisivo en la elección entre Hillary Clinton y Donald Trump.

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En muchas elecciones la economía, el desempleo o la creación de trabajos han tenido una influencia clave en el resultado electoral. (AP)

El tema de la creación de empleos, del desempleo en grandes grupos sociales, del malestar ante la pérdida de puestos de trabajo y empresas que se van al exterior han sido desde luego argumentos de enorme peso en la retórica durante la presente campaña, pero temas de otra naturaleza (la amenaza terrorista, la política internacional, la inmigración e incluso el disgusto personal contra el opositor) han tenido enorme peso en esta campaña.

Para Clinton, por ejemplo, las afirmaciones de que su triunfo significaría “cuatro años más de Obama”, no resultan necesariamente dañinas en lo económico e incluso hay datos que le resultan de beneficio, como la baja en el desempleo y la estabilidad en la confianza económica y el consumo de la población en meses recientes.

Pero no siempre ha sido así, y por añadidura no es necesario que se dé una recesión severa para que la gente desconfíe de un partido y opte por el otro. Esa situación puede darse también en momentos de bajo crecimiento de plazas de trabajo o de estancamiento del ingreso familiar.

Se ha considerado, por ejemplo, que la crisis económica padecida en 1992 (cuando la creación de empleos se redujo fuertemente) influyó en que la popularidad del entonces presidente George Bush, muy alta tras la victoriosa Guerra del Golfo en la que las fuerzas de Saddam Hussein fueron expulsadas de Kuwait, se viniera abajo y eso diera impulso a la candidatura de Bill Clinton, quien ganó la elección. La frase “La economía, estúpido” que surgió de la campaña de Clinton se ha convertido en un clásico para ilustrar cómo un factor específico, en este caso el económico, se vuelve decisivo en una elección presidencial.

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Aunque no será el único factor en 2016, hasta el momento los indicadores económicos serían más favorables para Clinton que para Trump. (AP)

Pero ¿qué significa economía en este contexto? FiveThirtyEight realizó un interesante análisis que mide el peso de variables económicas en el resultado electoral. Por ejemplo, al analizar las elecciones presidenciales de 1948 a 2008 determinó que el crecimiento del Producto Interno Bruto del país o la capacidad de dinero disponible para gastar tienen influencia en las elecciones, aunque hasta cierto punto, pues esos indicadores en su conjunto explicarían sólo el 30% del resultado electoral en todo ese periodo (si bien en algunas elecciones específicas su peso fue mayor).

Otros indicadores, como la variación en el tamaño de las nómina de las empresas (es decir la cantidad de nuevos empleos) y de la actividad manufacturera resultan más predictivos, pues han explicado entre el 44% y 46% respectivamente de los resultados electorales de 1948 a 2008.

Como contexto, el índice de la actividad manufacturera se situó en julio de 2016, de acuerdo a The Wall Street Journal, en su nivel más alto en 16 meses, lo que indica una expansión de la actividad industrial en Estados Unidos. Además, la cantidad añadida de nuevos empleos ha sido relevante durante prácticamente todo 2016 (salvo un momento de pausa en mayo) y también en 2015, de acuerdo a la Oficina de Estadísticas Laborales. En ese análisis, esos datos resultarían ventajosos para Clinton.

En contrapartida, otros indicadores como el estancamiento (y en muchos casos la caída) del nivel de ingreso de los hogares en los últimos años matizan las estadísticas favorables, sobre todo de cara al ciudadano común, que percibe una situación económicamente difícil. Esa percepción sería ventajosa para Trump.

Pero ninguno de esos datos por sí mismo, como el propio análisis revela, explica todo el resultado electoral. Las elecciones son procesos complejos, y por ello múltiples factores deben ser ponderados, sobre todo en un proceso tan heterogéneo como ha sido el de 2016.

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En la elección de 2016 la personalidad y los significados que cada candidato presidencial proyecta a sus seguidores y opositores tendrán un valor sustantivo, posiblemente más que ningún otro, en la decisión del votante. (AP)

En contrapartida, como comenta la televisora CNBC, la tensión y la incertidumbre ante el actual proceso electoral han provocado que algunos analistas económicos sitúen a la baja sus previsiones de crecimiento para este año. El 60% de los economistas encuestados en un estudio al respecto indicó que la angustia ante las elecciones está afectando las expectativas económicas estadounidenses.

En todo caso, hasta el momento parece que en la elección de 2016 será una elección donde la situación económica nacional, aunque muy importante, no será el factor hegemónico a la hora de decidir. Los temores por la seguridad, el terrorismo, las tensiones raciales y socioculturales y la personalidad y los enconos de cada candidato tienen en este proceso un peso singular, y en el último de los casos una magnitud inusitada.

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