Cristiano Ronaldo rompió un récord mundial y abrió el camino para el triunfo de Portugal ante Ghana en El Mundial 2022
DOHA (Enviado especial).- “Are you ready for a good time”, vociferan los parlantes del imponente estadio 974, una locura arquitectónica levantada con containers y que bien podría interpretarse como una edificación realizada con gigantescos bloques Lego. Con su clásico, la melodía de AC/DC pareció abrir la puerta a una verdadera celebración entronizada en la figura de Cristiano Ronaldo. Exultante, de andar pavoneante, magnético por donde se lo mire. Para amarlo por su talento indiscutible u odiarlo por su fastidiosa necesidad que las cámaras lo amen. Nunca indiferente. Jamás lo será el chico de Fuchal o el “Bicho”, como lo bautizó Manolo Lema, el relator de la cadena COPE, cuando abría surcos en Real Madrid. En Qatar volvió a escribir otra página de gloria, porque se convirtió en el primer futbolista en marcar, al menos un gol, en cinco mundiales diferentes.
No suele mostrar sus emociones, de gestos recios, de ego tan grande como los 974 containers que lo rodearon en esta primera cita en Qatar, Cristiano no pudo contenerse y dejó ver que sí la procesión le va por dentro. Se sonrió cuando salió al campo de juego, todo el estadio lo ovacionó y estuvo al borde del llanto cuando sonó el himno de Portugal. Tiene el alma dolida, porque él, el producto perfecto, no tiene club, lo sacaron por la puerta de atrás de Manchester United y para su corazón eso es una herida demasiado profunda. Por eso el refugio de la selección le permite ser él: omnipresente, talentoso, impactante cuando arranca a toda velocidad con 37 años, cuando salta y le saca medio cuerpo al rival y hasta cuando se queja porque no le dan el balón.
Es magnético. Puede estar manejando Rúben Neves el partido como un titiritero, puede Bernardo Silva acariciar la pelota en cada acción, Bruno Fernandes puede ser el dueño de todo o puede despertar asombro un arranque a pura gambeta Mohammed Kudus, el ghanés de 22 años de Ajax, pero lo que genera Cristiano Ronaldo cuando toca la pelota, choca, se tropieza o pierde contra un rival, es indescriptible. La gente lo entendió y se levantó con cada una de sus acciones porque necesitaba hacerlo, porque se ilusionaba con que algo podía suceder.
Poquito, muy poquito produjo en el primer tiempo. Un mano a mano en el que perdió con el arquero Lawrence Ati, un gol anulado por una falta sobre Alexander Djiku, pero no importó, todos aquí vinieron a ver al Bicho, porque él perseguía ser el primer futbolista en marcar en cinco mundiales diferentes, ya que ya había dejado su huella con un gol en 2006 (Irán), uno en 2010 (Corea del Norte), uno en 2014 (Ghana) y cuatro en 2018 (tres a España y uno a Marruecos).
Y justificó el gasto de la entrada para los que vinieron hasta aquí para verlo. Le “cometieron” un penal (el pobre de Alidu Seidu pagó el teatro), hizo todos los gestos posibles antes de ejecutarlo porque sabía que las cámaras se quedarían con él (cerró los ojos, respiró profundo y exhaló con fuerza), se aparó recto a la pelota, repiqueteó antes de ejecutar y sacó una bomba cruzada perfecta para marcar “su” gol, el primero de Portugal. Corrió en el festejo, lo esperaron para abrazarlo, hizo un gesto para que esperen para eso, saltó y como una coreografía sin fisuras todo el estadio gritó: “Siuuu”.
Destroza toda lógica, porque esto se trata de un juego de conjunto, pero a él eso parece importarle poco y claro también la soledad le sienta bien. El portugués se puede mirar esta noche en el espejo y sentir que observa desde arriba a Pelé, Uwe Seeler, Miroslav Klose y Lionel Messi, los otros 4 jugadores que en la historia marcaron goles en 4 ediciones mundialistas diferentes.
El día que comenzó la leyenda
El 20 de agosto de 2003 todo iba a cambiar para siempre y aquí se confirmó que su condición de leyenda se eternizó. Esa fecha es un mojón en la historia del seleccionado de Portugal y de Cristiano Ronaldo, porque Luis Figo dejaba la cancha en un amistoso frente a Kazajistán y Luiz Felipe Scolari mandaba al campo al flamante talento de Manchester United, de apenas 18 años. Desde entonces una de las figuras más convocantes del fútbol mundial estuvo presente en todas las Copas del Mundo y marcó en todas, una locura total.
Pareció que podía Ghana arruinar el buen momento para disfrutar de Portugal con un empate minutos después del ingreso a la historia de Cristiano. Pero Joao Felix y Rafael Leao se encargaron de despejar las dudas y permitir que la salida del único futbolista que comparte el trono con Messi en esta Copa del Mundo, sea en medio de una ovación plena y entonando “Cristiano Ronaldo”, con la melodía Seven Nation Army, de The White Stripes. Y él se sintió pleno, mostró todos sus dientes con una sonrisa que dejó en claro que estaba “empachada” su autoestima.
Y como no va a ser así si hasta lo eligieron como el jugador del partido y a él no le importó que Bruno Fernandes fue el máximo responsable de la victoria. El legado de Cristiano es enorme, esta noche no sólo se convirtió en el único futbolista en convertir en cinco mundiales diferentes, sino que siguió extendiendo su registro como el máximo goleador en la historia de selecciones nacionales con 118 goles en 189 partidos. Incluso, quedó a sólo un gol de ser el máximo artillero en la historia de Portugal, marca que tiene como dueño a Eusebio que marcó 9 goles
Es verdad que casi se infarta porque Ghana pudo arruinarle la fiesta sobre el final, pero ahí también sabía que había una cámara directa sobre él y le dio al público lo que quería. Su gesto de susto fue tan perfecto y medido que hasta resultó encantador. Cristiano llegó a esta Copa del Mundo de Qatar con una única idea: en su última función mundialista, aquí, en Qatar, debía dejar en claro que su huella será bien profunda, que no hay club en el mundo que pueda mancharlo y que las comparaciones con Messi o Eusebio no lo inquietan. Sólo él en la cima, sólo él.