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Los que no pudieron votar

Londres/Alicante, 30 ene (EFE).- Silvia, desde Newport (Gales), colabora con un lobby preocupado por los derechos ciudadanos tras el "brexit", Álvaro ayuda desde Londres a un grupo que busca una Europa más democrática, Samantha y Darren son concejales en un pueblo alicantino en el que los británicos son mayoría.

Sorprendidos y enfadados por el "brexit", los cuatro tienen en común el activismo político en sus respectivos países de acogida y coinciden en que alguien tiene que preocuparse por las consecuencias que la salida del Reino Unido de la UE va a tener en las vidas de las personas.

¿QUÉ PASA CON LOS QUE NO PUDIERON VOTAR?

Dicen que una de las experiencias más estresantes en la vida es una mudanza. Otra podría ser el "brexit". Silvia González ha padecido ambas.

La primera, hace cuatro años y medio, cuando su "amor por la cultura británica" le llevó a dejar España para instalarse con su marido en la ciudad de Newport, al sur de Gales; la segunda está resultando "agotadora", porque la salida de su admirado Reino Unido de la Unión Europea (UE) no se ha cerrado aún y presenta "enormes incertidumbres" para los extranjeros que viven en este país.

Silvia cambió en 2015 un puesto de funcionaria por otro empleo público en el Ayuntamiento de Newport, en territorio "brexit", donde la mayoría de sus vecinos votaron a favor de este divorcio.

Recuerda que la campaña del referéndum de 2016 fue "tensa", con tonos xenófobos al final, pero reconoce que no se esperaba la victoria de los "brexiteros".

"Al día siguiente me despertó mi marido muy pronto para darme la noticia. Fue un shock y lo primero que pensé fue en las repercusiones que esto podía tener para mucha gente que no pudo votar, como los europeos que vivimos aquí y los británicos expatriados", relata.

En concreto, un "brexit" sin acuerdo, salvaje, podría mandar al limbo el estatus legal en el Reino Unido de unos tres millones de europeos.

Esa cifra da nombre a The3Million, una asociación que surgió hace tres años en un pub, durante una reunión de personas preocupadas porque el asunto de los derechos ciudadanos no ocupaba un lugar prominente ni en los medios ni en la agenda política de las negociaciones entre Londres y Bruselas.

Arrancó inicialmente como un grupo de Facebook, para reunirse y convocar manifestaciones, recuerda Silvia, que colabora casi desde el principio con The3Million, que ha estado en contacto permanente con las autoridades británicas y europeas, con todos los Estados miembros y sus embajadas, así como con British in Europe, su grupo "espejo" en el continente.

El objetivo es garantizar derechos y, aunque ha habido avances, el proceso es muy lento.

NO HABÍA PLAN PARA SALIR DE LA UE

De momento, el acuerdo de salida pactado por el primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, con la UE -pendiente de ratificación- prevé que aquellos que lleven más de cinco años en el país podrán obtener el "estatus de asentamiento permanente" o la doble nacionalidad.

El resto deberá solicitar el "estatus de pre-asentamiento" a través de un proceso relativamente fácil, pues se puede efectuar con una aplicación del teléfono móvil o en las misiones consulares.

El problema, expone Silvia, es que hay que realizar una solicitud para obtener el estatus migratorio, "pero si no lo haces, por el motivo que sea, o te deniegan el estatus, pierdes tus derechos, no los tienes garantizados de forma automática".

Si vence el plazo para hacer los trámites "te puedes convertir en un inmigrante ilegal, sin derecho a trabajar, a acceder a una vivienda, a abrir una cuenta bancaria. Te pueden deportar", advierte.

A Silvia le preocupa que no hay sistema en el mundo capaz de lograr una tasa de registro del 100 por cien. Siempre habrá gente que se queda fuera, los más vulnerables. Personas mayores, con discapacidades o que no hablan inglés porque viven en comunidades aisladas."Hay gente aquí que tiene 80 años y lleva 60 viviendo en el país. Nunca han obtenido la ciudadanía, pero probablemente no piensan que eso les afecta. Han vivido aquí, han trabajado, tienen una pensión. La embajada -explica- está trabajando muy duro para captar a ciertos grupos de españoles".

The3Million sigue pidiendo un documento vinculante, un tratado legal internacional que blinde el asunto de los derechos ciudadanos, a fin de que ningún gobierno británico pueda cambiar las reglas del juego en el futuro, ya sea tras una separación amistosa o no.

"Por eso tenemos ahora este problema, porque, en el fondo, no había un plan para salir de la UE", lamenta Silvia y apunta a esos "brexiteros" que nunca tuvieron una hoja de ruta.

NO ME QUIEREN AQUÍ PORQUE SOY UN INMIGRANTE

Álvaro Alonso, madrileño de 56 años, pone nombres a esos políticos que no calcularon las consecuencias: Johnson, dice, llenó "de mentiras" la campaña del referéndum; El eurófobo Nigel Farage fue un "payaso haciendo payasadas"; y el entonces "premier" conservador David Cameron abandonó el barco a las primeras de cambio.

Álvaro, enfermero y doctorado en Política Sanitaria y Salud Pública, vive en Londres desde 2018 y trabaja como consultor 'freelance' de los Gobiernos de Omán y Timor Oriental a través de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Llegó a la capital después de pasar cuatro años en Liverpool, donde llevó a cabo trabajos de investigación sobre sistemas sanitarios de países en vías de desarrollo en la Escuela de Medicina Tropical, tarea que compaginó con la enseñanza en un curso de doctorado.

Allí, en el norte de Inglaterra, le pilló el comienzo de este lío llamado "brexit", un proceso que, inicialmente, le causó "shock y tristeza", tras constatar que el 52 % del electorado británico votó a favor de esta separación.

"Vas andando por la calle y piensas: esta gente no me quiere aquí porque soy un inmigrante", lamenta Álvaro, casado con un escocés desde 2008.

No obstante, su historia con el "brexit", precisa, es "más ideológica que pragmática", ya que desde entonces ha conseguido la doble nacionalidad, aunque sí le afecta pensar que no vive en la sociedad supuestamente multicultural que el Reino Unido quiere proyectar al exterior.

Álvaro describe el perfil del partidario del "brexit": "Blanco, mayor y con bajo nivel educativo. Muchos de ellos reciben subsidios sociales". En su opinión, se trata del caldo de cultivo perfecto "para que un atajo de charlatanes les convenciera. Gente vulnerable e insatisfecha", critica.

Entiende que exista cierto descontento ciudadano con la UE y el "establishment", pero el "brexit" ha sacado a la superficie "cosas que no se veían antes" como el nacionalismo, el extremismo, el racismo.

"Esta gente ha vivido en los laureles, pensando que siguen en la época colonial cuando eran los dueños de medio mundo y tenían muchísimo poder. Buscas ahora en Google la asociación de cirujanos cardiovasculares y ves nombres árabes, griegos, españoles y algún inglés", pormenoriza.

UN BAÑO DE REALIDAD

Los inmigrantes de los que se habla en la calle -sostiene-, los que dicen que "roban" los empleos a los de aquí, son los que "conducen sus autobuses, cuidan de sus mayores o construyen sus casas".

"Son esos, pero también somos los que enseñamos a sus médicos en las universidades, los que pilotan sus aviones. Ahora empiezan a darse cuenta. El 'brexit' está siendo un baño de realidad porque vivían en una nube que ya no existe", subraya Álvaro.

Álvaro es miembro del grupo Movimiento Democracia en Europa 2025 (DIEM25), impulsado por el exministro de economía griego Yanis Varoufakis y en el que se integran personalidades diversas de la sociedad, como el activista Julian Assange, el filósofo esloveno Slavoj Zizek o el cineasta británico Ken Loach, entre muchos otros.

"Es una asamblea transnacional que trata de lograr una Europa más democrática, que invierta en cambio climático, más transparente, más igualitaria. Y todo ello sin romperla. Es factible", zanja.

Respecto al futuro de un Reino Unido, duda de la capacidad de sus políticos para rehacer, en caso de que haya un divorcio salvaje, un nuevo paquete legislativo.

"La gente no sabe que Europa ha estado haciendo las leyes para este país durante 20 años y ahora mismo, si hay un 'brexit' sin acuerdo, se encuentran con que no tienen leyes para importar medicamentos, para vigilar la calidad de la comida, para estandarizar el tamaño de las ruedas", argumenta.

Será una tarea monumental, más aún cuando lo tiene que hacer un "Parlamento lleno de monos", propone Álvaro, en referencia al famoso óleo del artista Banksy, que representa a una Cámara de los Comunes repleta de chimpancés.

DEL ENFADO A LA VERGÜENZA

Tampoco tienen mejor opinión de los políticos británicos la mayoría de sus compatriotas que viven en España.

Las falsedades oídas antes del referéndum de junio de 2016, por ejemplo sobre el dinero que se dejaría de enviar a Bruselas, han hecho que los británicos de San Fulgencio (Alicante), el municipio de España con mayor número de británicos empadronados, "ya no tengan confianza en los políticos ingleses" y "duden de todo lo que les oyen decir por televisión".

"Hay tristeza y la gente piensa '¿qué hemos hecho?'", según Darren Parmenter, londinense de 58 años y concejal delegado de Relaciones Internacionales y Turismo del pueblo, que prefiere pensar que los que han votado brexit lo han hecho "con mala información", "desconociendo las consecuencias" y sin darse cuenta de que automáticamente "nosotros mismos pasamos a ser inmigrantes aquí".

Muchos de estos compatriotas se sienten "atrapados" en España ya que si dejan de disfrutar de la Sanidad pública, no podrán pagar un seguro privado y se verán forzados a regresar a su país, pero sin poder comprar allí una casa porque el precio en el Reino Unido se ha disparado en los últimos años.

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

'Between a rock and a hard place' o 'entre la espada y la pared' están buena parte de estos nuevos 'alicantinos' que en su día apostaron por trasladar su vida a España sin intuir que podrían pasar a ser no comunitarios, en palabras de Samantha Hull, la concejala de Fiestas y Asuntos Sociales de San Fulgencio, una inglesa de 49 años originaria de Birmingham.

La mayor parte de la colonia local son pensionistas que pasan muchas horas al día relajadamente en asociaciones, clubes de actividades y bares, "y allí no paran de darle vueltas a los rumores que circulan, muchos de ellos muy lejos de la realidad".

"Eso hace que estén muy preocupados y que lleguen a sentir vergüenza de lo que ocurre. Muchos piensan que el Reino Unido era un país importante en el mundo pero que, desde el referéndum, se ha convertido en una broma (UK has become a joke!)", según Hull.

Así, indignados, enfadados y avergonzados con los políticos del Reino Unido por empujar a su país lejos de la UE, viven el brexit los británicos del municipio.

Situado al sur de una provincia que alberga a uno de cada cuatro británicos en España, en San Fulgencio viven más ingleses que españoles (unos 3.000 por 2.800 en un censo de 7.900) y en sus calles predomina la lengua de Shakespeare, sobre todo en urbanizaciones como la gigantesca y 'laberíntica' La Marina-Oasis.

Parmenter y Hull formaron parte de la candidatura del PSOE que se hizo con el triunfo en las últimas elecciones -en buena parte gracias a los votos de la colonia británica-, encabezada por José Sempere.

El posible regreso a su país de una parte de los vecinos "inquieta" a Sempere, que destaca la "riqueza económica y cultural" que aporta esta colonia, cuyos miembros "se vuelcan" en labores sociales, como en el reciente episodio de gota fría con sus aportaciones y labores solidarias.

Javier Aja y Antonio Martín

(c) Agencia EFE