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Fin del psicodrama en Italia: Sergio Mattarella fue reelecto presidente

Mattarella dio un breve pero contundente discurso ayer tras el fracaso de otra ronda de negociaciones
Ettore Ferrari

ROMA.- Y al sexto día, se hizo la luz. Después de siete fumatas negras y un caos incomprensible para una opinión pública agobiada por la pandemia y otros problemas, finalmente los 1009 grandes electores –senadores, diputados y delegados regionales- en la octava votación que hubo hoy por la tarde llegaron a la solución de “última ratio” del “Mattarella bis”. Es decir, reeligieron al presidente saliente, Sergio Mattarella, cuyo mandato vencía el 3 de febrero.

Mattarella, de 80 años y que había hecho saber en los últimos meses que no quería un segundo mandato, por el bien del país y vista la situación de estancamiento total del Parlamento, fragmentado como nunca y desde el lunes incapaz de elegir una figura de alto perfil que lo reemplazara, finalmente aceptó sacrificarse.

Muy popular, querido y respetado por los italianos, Mattarella había sido electo por primera vez en febrero de 2015 como sucesor de Giorgio Napolitano que, como él, se había visto obligado a un segundo mandato que no fue de siete años, sino de dos. Y resultó reelecto en forma plebiscitaria, al superar con creces los 505 votos necesarios y obtener 759 votos, convirtiéndose en el presidente más votado después de Sandro Pertini. Cuando llegó ese momento, pasadas las 20 locales, un fuerte y largo aplauso estalló en el hemiciclo.

Sergio Mattarella y el primer ministro Mario Draghi
GUGLIELMO MANGIAPANE


Sergio Mattarella y el primer ministro Mario Draghi (GUGLIELMO MANGIAPANE/)

La única que fuerza que votó en su contra fue la agrupación de derecha Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, que no sostiene el gobierno de unidad nacional de Mario Draghi y se encuentra en la oposición.

Como había ocurrido en la sexta votación, ayer, cuando había recibido una avalancha de 336 votos, también en la séptima, por la mañana, el impulso en favor del “Mattarella bis” siguió creciendo hasta alcanzar 387 votos, provenientes de las fuerzas progresistas y de centro.

Mientras se daba ese escrutinio, que es secreto y por eso muy parecido a un cónclave, al cabo de una enésima reunión, pasado el mediodía los líderes de las principales fuerzas políticas, dándose cuenta que no podían dilatar más un trámite arcaico, que de hecho paraliza la actividad de gobierno, anunciaron que habían acordado jugar la carta Mattarella. Una jugada segura, en la que intervino, también, el actual presidente, Mario Draghi, quien, al ver el callejón sin salida institucional de semejante entidad y más allá de que hubiera querido ser su sucesor, le hizo saber que era oportuno que se quedara al frente de la presidencia “por el bien y la estabilidad del país”.

Alivio

El anuncio de un acuerdo por el “Mattarella bis” significó un alivio en el país y en muchas capitales europeas, que después de una semana de tratativas que asustaron a todo el mundo, recibieron una señal de continuidad y de estabilidad.

“Equipo ganador no debe cambiarse”, resumió el expremier Matteo Renzi, líder de Italia Viva, al celebrar que finlamente se había llegado a una fumata blanca. Renzi fue uno de los referentes políticos que, anoche, había sido el primero en salir a rechazar el supuesto acuerdo que en un momento parecía haberse alcanzado para que, por primera vez en la historia, una mujer llegara a la presidencia.

El líder de la Liga, Matteo Salvini y del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), Giuseppe Conte, en efecto, en un golpe de escena, habían hecho trascender, con bombos y platillos, que se había alcanzado un acuerdo para elegir a Elisabetta Belloni, veterana diplomática al frente de los Servicios Secretos. Pero no era verdad. Así, al margen de quemar su nombre, enfurecieron al expremier y líder del Partido Democrático (PD), Enrico Letta, hombre clave en las negociaciones para buscar una figura de consenso, “super partes”. Desde el entorno de Letta se denunciaron “maniobras incalificables” por parte de Conte y Salvini y llegó un ultimátum a respaldar la voluntad expresada por los grandes electores de reconfirmar a Mattarella.

Esta mañana y luego de que el canciller, Luigi Di Maio, del M5E, se desmarcara del “blitz” de Conte y Salvini y respaldara la carta Mattarella –reflejando otra interna en el seno de su agrupación-, en una enésima reunión se selló, finalmente, el acuerdo para destrabar el psicodrama y pedirle al jefe de Estado que se quedara.

“Una parte del Parlamento no quiere encontrar un acuerdo, entonces le pedimos a Mattarella que se quede y así el equipo se mantiene con Mario Draghi en Palazzo Chigi”, salió a anunciar Salvini, que según todos los analistas resultó el gran perdedor de la batalla por el Quirinale. Ayer, en efecto, su jugada de candidatear a la actual presidenta del Senato, Elisabetta Casellati, que fracasó sonoramente al cosechar muchos menos votos que lo esperado, certificó la ruptura, de hecho, de la coalición de centroderecha. Un segundo fracaso fue haber salido a anunciar que estaba hecha la elección de una presidenta mujer, Elisabetta Belloni.

El gran ganador, en cambio, fue Letta. Aunque el líder del PD siempre destacó que no debía hablarse de ganadores y perdedores, porque con Mattarella “todos ganamos”, el expremier siempre habló de la importancia de que Italia mantuviera a Draghi, que le devolvió credibilidad al país. Por eso respaldó la opción Draghi como nuevo presidente, pero al mismo tiempo sostuvo que otro turno del presidente saliente era “la mejor opción de todas”.

En una conferencia de prensa, Letta agradeció la “gran generosidad” de Mattarella, quien, por la tarde, al recibir a los jefes de bancada de la mayoría de los grupos, aceptó el segundo mandato. “Nos dijo que tenía otros planes para su futuro, pero nos dijo que, si servía, estaba, cuando le rogamos que se quedara”, contó a los periodistas Simona Malpezzi, jefa de la bancada del PD en el Senado, al salir del Palacio del Quirinal.

“Es una gran jornada para Italia”, aseguró Letta, que también hizo autocrítica y destacó que la relección de Mattarella demostraba que la política italiana “está bloqueada y necesita urgentemente renovarse”. “Lamentamos que hizo falta todo este tiempo para resolver una situación compleja, no dimos una buena imagen al país –admitió-, pero estoy contento de que el Parlamento al final interpretó el sentimiento generalizado de estabilidad que hay en el país”.