Protestas en EE.UU.: el jefe del Pentágono se desmarca de Trump por el despliegue del Ejército

WASHINGTON.- En un notable rechazo al presidente, Donald Trump, el secretario de Defensa de Estados Unidos y jefe del Pentágono, Mark Esper, dijo públicamente que está en contra de recurrir al ejército para sofocar las protestas y la violencia en las calles del país activando una ley de 1807 para que las Fuerzas Armadas se sumen al despliegue de fuerzas de seguridad para controlar el brote de furia nacional por el asesinato de George Floyd.

"La opción de utilizar las fuerzas de servicio activo en una función de aplicación de la ley solo debe usarse como un último recurso, y solo en las situaciones más urgentes y graves", dijo Esper, en un mensaje desde el Pentágono. "No estamos en una de esas situaciones ahora", remarcó.

La oposición de Esper a Trump, quien había pedido amenazado con sacar al ejército a la calle para frenar la violencia y las protestas, fue más notable aun no sólo porque contradijo la visión presidencial sobre la convulsión social que atraviesa Estados Unidos, sino porque, además, dijo que hablaba como un antiguo miembro de las Fuerzas Armadas. Esper consideró que el despliegue de la Guardia Nacional, las unidades de reserva del ejército, era suficiente para reforzar a las policías locales.

Tensión en EE.UU.: Trump convierte a Washington en un modelo para el uso de la fuerza

"Digo esto no solo como secretario de Defensa, sino también como antiguo soldado y miembro de la Guardia Nacional", afirmó Esper, en sus primeras declaraciones públicas desde que estallaron los disturbios, que Trump abogó por aplacar con un fuerte despliegue de efectivos y el ejército para "dominar" las calles, al proclamarse como un presidente "de la ley y el orden".

Las declaraciones de Esper ofrecieron un fuerte y muy atípico contraste por parte de un miembro del gabinete nacional a Trump, muy poco afecto de tolerar críticas, y menos dentro de su propio gobierno. Esper habló luego de la octava noche de protestas en Estados Unidos, una ola de manifestaciones que recorre al país de costa a costa y que, en algunas ciudades, como Seattle, Nueva York, Washington, Minneapolis y Filadelfia, entre otras, incluyó actos de vandalismo y saqueos. Ayer, la jornada pareció ser mucho más calma. Anoche, Washington quedó fuertemente custodiada por efectivos de la policía de la ciudad y fuerzas federales, entre ellas, la policía de parques, el Departamento de Seguridad Interior, el Servicio Secreto, y la Guardia Nacional.

Tal fue la magnitud de la declaración de Esper, que la pregunta luego de su mensaje fue cuánto tiempo más duraría en el gobierno. La vocera de Trump, Kayleigh McEnany, hizo poco por respaldar al funcionario unas horas después cuando le preguntaron por su suerte en una conferencia de prensa en la Casa Blanca: "En este momento, el Secretario Esper es el Secretario Esper, y si el presidente pierde la fe, todos lo sabremos en el futuro", afirmó.

Trump puso a Washington, blindada y custodiada como si fuera una zona de guerra, como un ejemplo para el resto del país. Esper también cuestionó parte del operativo desplegado, al indicar que se puso en marcha una investigación sobre el vuelo a baja altura de un helicóptero Blackhawk en Washington, una maniobra militar conocida como "demostración de fuerza".

Además de contradecir a Trump sobre el despliegue del ejército, Esper también se distanció de la foto que Trump se tomó delante de la iglesia Saint John's con una biblia, una imagen recibió fuertes críticas. Antes de esa foto, las fuerzas federales despejaron a los manifestante de la zona con gas lacrimógeno, balas de goma y cargas, y Trump luego cruzó el Parque Lafayette desde la Casa Blanca con un grupo de colaboradores, entre ellos, el propio Esper.

"Pensé que iba a hacer dos cosas, inspeccionar los daños y hablar con la tropas", dijo el funcionario.

Casi diez días después del asesinato de George Floyd, un ciudadano negro que fue asfixiado por un policía blanco en Minneapolis durante un arresto, las movilizaciones seguían en las grandes ciudades como Washington, Nueva York, Houston y Los Angeles, entre otras. Las protestas alcanzaron una envergadura que Estados Unidos inédita desde fines de la década de 1960, durante las protestas por los derechos civiles y el asesinato de Martin Luther King Jr..

Los cuatro policías quedaron formalmente acusados. Keith Ellison, fiscal General de Minnesota, presentó ayer nuevos cargos contra los exoficiales. Derek Chauvin, el policía que asfixió a Floyd colocando su rodilla en el cuello durante casi nueve minutos, quedó acusado ahora de asesinato en 2º grado, un cargo más serio que el presentado antes por los fiscales. Los otros tres oficiales fueron acusados de ayudar e incitar al asesinato.

Durante los últimos días, las protestas fueron más pacíficas, y los reportes de incidentes parecieron menguar, aunque hubo fuertes saqueos y destrozos en Nueva York el lunes por la noche. En Washington, las calles enmudecieron por la noche, hora después de las 7 de la tarde, cuando comenzó a regir el toque de queda. Pero aun después de esa hora, la protesta frente a la Casa Blanca seguía, y un grupo de manifestantes marcharon sin incidentes hasta el Capitolio. La policía no arrestó a manifestantes pacíficos.

"Permitimos protestas todas las noches", dijo alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser. "Hemos permitido protestas pacíficas todas las noches. Nos preocupan las personas que no son pacíficas, y están destruyendo nuestra ciudad", agregó.

Bowser dijo que la ciudad analizaba si Trump podía desplegar tropas en el Distrito.