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Las protestas y el desabastecimiento asfixian a La Paz

LA PAZ.- Miles de campesinos e indígenas provenientes de la vecina ciudad de El Alto inundaron ayer por cuarto día consecutivo las calles céntricas de La Paz al grito de "¡Áñez, renuncia!". Luego de violentos choques con policías y militares, fueron expulsados por una nube de gases lacrimógenos que tornó irrespirable el aire de una ciudad en la que el caos y el desabastecimiento está asfixiando también su economía.

"¡Policía! Traicionaste a tu pueblo. Por un poco de dinero te bajaste los pantalones", gritó la multitud que bajó desde El Alto. Entre los manifestantes se mezclaban por igual hombres con ponchos rojos -de los simpatizantes de Evo Morales- y mujeres coyas con sus coloridas polleras. La gran mayoría llevaba la bandera wiphala, que identifica históricamente a la población del altiplano. Luego de caminar los diez kilómetros que separa La Paz de El Alto, todos llegaron con el mismo nivel de enojo y rabia hacia Jeanine Áñez.

Luis Vásquez Villamor, uno de los funcionarios del nuevo gobierno que dialoga con los representantes del Movimiento al Socialismo (MAS), dijo ayer que los masistas pusieron como condición para desmovilizar a sus bases el otorgamiento de salvoconductos para los exfuncionarios que están asilados en representaciones diplomáticas. "Si hay salvoconductos ellos se comprometen a pacificar y desmovilizar", dijo Vásquez Villamor. Pero ayer se mantuvo la presión.

Mientras avanzaban con furia por la avenida mariscal Santa Cruz, los campesinos e integrantes de las juntas vecinales de El Alto se detenían en el cruce de cada esquina, donde los aguardaba una formación de uniformados parapetados, que con sus escudos bloqueaban el acceso a las calles perpendiculares que suben hacia la zona del Palacio de Gobierno.

Parados frente a frente con las fuerzas de seguridad expresaban su rabia y sus miedos por un gobierno que consideran que cometió un golpe de Estado y que ahora amenaza con privar a la población indígena de los logros obtenidos en estos 13 años de gobierno de Evo. "Este es un gobierno de ricos que se alió con los policías y militares para volver todo para atrás", dijo a LA NACION Wara Condorí, una aymara de 30 años. Por algunas horas los uniformados permanecieron inmutables frente a los insultos, hasta que comenzaron a caer sobre ellos piedras y objetos arrojados con boleadoras.

Allí comenzó la represión con granadas lacrimógenas que algunos campesinos más jóvenes se animaban a agarrar del suelo mientras se mantenían humeantes, para volver a lanzarlas sobre los policías.

Un grupo de manifestantes prendió fuego las puertas de madera de un edificio centenario frente a la Plaza San Francisco, porque afirmaron que les disparando granadas desde los pisos altos. Los choques que se repitieron todos los días de esta semana están causando graves daños a la economía de la zona.

Tanto en La Paz como en El Alto, los bloqueos y revueltas generan desabastecimiento, especialmente de combustible por los camiones cisternas que no pueden llegar, pero también de alimentos. Ayer empezaban a verse largas filas en El Alto para comprar pan y comida en los pocos locales que abrían sus puertas. Áñez se refirió a los problemas de abastecimiento de combustible en La Paz, donde la mayoría de las estaciones de servicio permanecen cerradas y lo atribuyó a un boicot. "El Ministerio de Defensa, junto con las Fuerzas Armadas y la policía, diseñaron un plan para tener todos los caminos expeditos para poder llegar a toda la población".