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Algunas protestas contra la brutalidad policial adoptan un enfoque más contencioso

Manifestantes marchan por una zona residencial en Portland, Oregon, el 3 de septiembre de 2020. (Mason Trinca/The New York Times)
Manifestantes marchan por una zona residencial en Portland, Oregon, el 3 de septiembre de 2020. (Mason Trinca/The New York Times)
Terrance Moses afuera de su casa en Portland, Oregon, el 3 de septiembre de 2020. (Mason Trinca/The New York Times)
Terrance Moses afuera de su casa en Portland, Oregon, el 3 de septiembre de 2020. (Mason Trinca/The New York Times)

PORTLAND, Oregon— Hace algunas noches, Terrance Moses estaba viendo a unos manifestantes contra la brutalidad policial marchar por su tranquilla calle residencial, cuando algunos en el grupo —de unos cuantos cientos— se detuvieron repentinamente y comenzaron a gritar.

Al principio, Moses no sabía con exactitud qué causaba la molestia de los manifestantes, pero cuando se acercó, lo entendió: sus vecinos tenían una bandera estadounidense afuera de su casa.

“Pasó de ser una marcha pacífica, que coreaba nombres a, de repente, ¡bum!, ‘¡¿Cómo te atreves a ondear la bandera estadounidense?!’”, dijo Moses, quien es una persona negra y dirige una organización sin fines de lucro en Portland, Oregon. “Exigieron que quitaran la bandera. No se iban a ir hasta que la retiraran. Luego dijeron que volverían y quemarían la casa”.

Moses y otros bloquearon a los manifestantes y les dijeron que se fueran.

“No andamos por ahí aterrorizando a las personas para intentar obligarlos a hacer algo que no quieren”, dijo Moses, cuya organización sin fines de lucro brinda apoyo a personas sin hogar. “Soy un veterano. Estoy a favor de estas libertades”.

Casi cuatro meses después del asesinato de George Floyd a manos de policías de Minneapolis, algunos manifestantes en contra de la brutalidad policial están adoptando un enfoque más contencioso y personal. Las marchas en Portland se están trasladando cada vez más hacia los vecindarios residenciales y mayoritariamente blancos, donde los manifestantes, con megáfonos, les están gritando a las personas para que “salgan de sus casas, a la calle” y demuestren su apoyo.

Estas protestas más agresivas se están enfocando en personas comunes que siguen con sus quehaceres diarios, en especial aquellos que se niegan a demostrar apoyo a la causa. Eso incluye, por ejemplo, a una comensal en Washington que se negó a levantar su puño para demostrar su apoyo a Black Lives Matter, o, en varias ciudades, a conductores confundidos que se toparon con las protestas.

Sin embargo, estos métodos están dividiendo a los partidarios de Black Lives Matter. A algunos les preocupa que este enfoque de confrontación antagonice a personas que de otra manera serían receptivas al mensaje o que confirman las críticas que hacen los conservadores de las protestas, las cuales han sido no violentas en su mayoría a nivel nacional.

Otros, frustrados con el hecho de cuán poco ha cambiado desde el asesinato de Floyd, afirman que sentarse de brazos cruzados hoy en día y ver pasar una protesta sin participar es mostrar un apoyo tácito al racismo.

“No necesitamos más aliados”, afirmó Stephen Green, un inversionista y emprendedor de Portland que es una persona negra. “Necesitamos cómplices”.

En Rochester, Nueva York, algunos protestantes han confrontado personas en restaurantes al aire libre y sacudieron sus mesas. Manifestantes en Washington también han acosado a personas que comen al aire libre e instaron a todos a levantar sus puños para mostrar su apoyo al movimiento.

Estas tácticas más personales se parecen a las que están siendo aplicadas contra funcionarios electos, en la que los activistas se aparecen no solo a las afueras de las oficinas de los alcaldes, sino también en sus casas. El edificio residencial donde vive el alcalde de Portland ha sido vandalizado. Los manifestantes encendieron fuegos afuera, detonaron fuegos artificiales e irrumpieron en uno de los negocios del edificio el día de su cumpleaños. En San José, California, los protestantes pintaron grafitis y le arrojaron huevos a la casa del alcalde y le prendieron fuego a una bandera estadounidense frente a la residencia, de acuerdo con la policía. En Rochester, las personas han publicado recientemente las direcciones de las casas de los policías e información sobre sus familiares, de acuerdo con una vocera del departamento de policía.

En Portland, Jessie Burke, quien es una persona blanca y es dueño de una cafetería en la ciudad, aseguró que el mensaje del movimiento se está perdiendo a medida que las protestas se intensifican y son dirigidas a residentes comunes en sus hogares.

“Todo el mundo estaba buscando soluciones al principio, pero ahora es solo una pelea todas las noches que se ha vuelto cada vez más violenta y a cada vecindario le preocupa que esa pelea vaya a llegar a su zona”, dijo Burke. “Es como si dijeran: ‘¡Despierta!, ¡despierta!, ¡tienes que estar en la calle protestando si apoyas esto!’”.

Sin embargo, Green alega que las maniobras están funcionando, aunque sean incómodas para él y su familia. Describió el olor a gas lacrimógeno y el sonido de las sirenas cuando llegan las marchas a su vecindario, las cuales dijo que no dejaban dormir a su hija de 7 años.

“Una cosa es que veas algo por la televisión y otra es escucharlo y olerlo en tu propia casa. Eso te afecta”, dijo Green, quien creció en Portland. “Necesitamos personas dispuestas a decir: ‘Estoy de acuerdo con perder a este amigo porque las cosas necesitan cambiar. Estoy de acuerdo con incomodar a mi vecino’. La amabilidad no estaba cambiando nada”.

La bandera estadounidense que generó controversia está en Kenton, un vecindario de Portland con bungalós pequeños, jardines exuberantes y árboles frutales maduros. Semanas después del enfrentamiento, la pareja casada que izó la bandera dijo que tenía miedo de una posible represalia por parte de los manifestantes itinerantes, quienes encontraron su número de teléfono.

Sin embargo, aseguraron que no serán intimidados.

“No voy a quitar mi bandera”, dijo el esposo, quien se negó a dar su nombre durante una breve entrevista.

La misma noche que los manifestantes llegaron a la puerta de la pareja el mes pasado, también marcharon hacia el distrito comercial de Kenton y utilizaron mesas de pícnic de algunos restaurantes para encender fogatas. Recogieron los coloridos separadores de madera que los vecinos habían construido recientemente para cenar al aire libre y también les prendieron fuego. Moses y otras personas en la comunidad corrieron hacia las protestas con extintores.

Algunos residentes en Portland dicen que las tácticas se han venido intensificando a medida que las protestas han estado siendo dominadas cada vez más por personas blancas, entre ellos anarquistas y partidarios de antifa, la colección difusa de activistas militantes de izquierda que tiene una fuerte presencia en la región.

El movimiento en Portland está dividido entre las marchas más convencionales de Black Lives Matter y las más agresivas y a veces caóticas protestas antifa o de “bloque negro”, donde los manifestantes se visten de negro y usan cascos de motocicleta o pasamontañas para evitar ser identificados (o luego enjuiciados).

Una noche de este mes, hubo dos protestas promovidas en la página de eventos de Black Lives Matter Portland: una “protesta no violenta” en el centro de la ciudad y “una marcha de acción directa organizada de manera autónoma”.

Nadie parecía estar en la protesta en el centro de la ciudad. Pero alrededor de 200 personas asistieron al otro evento.

Se reunieron en un parque sin luz en un vecindario residencial alrededor de las 20:00. Todos vestían de negro y algunos manifestantes tenían chalecos antibalas y cascos de motocicleta. De forma apresurada instalaron mesas de pícnic y puestos de suministros en la oscuridad, usaron las luces de sus celulares para exhibir sus productos. Había una mesa de comida repleta de barras de proteína y bebidas energéticas Monster.

Alrededor de las 21:30, el grupo tenía un caos organizativo. Habían decidido que el vecindario que estaba cerca era demasiado diverso racialmente para protestar allí. Necesitaban ir a un lugar más blanco.

Así que los manifestantes se fueron en caravana durante 20 minutos a Alberta, un vecindario más opulento que comenzó a ser gentrificado en la década de 1990. Se reunieron allí y marcharon por las calles.

Los residentes de las impresionantes casas estilo Craftsman bajaron las persianas y apagaron las luces, aunque se podía ver a muchos mirando a través de las ventanas oscuras. Una mujer salió enfurecida de una casa costosa, pero al ver al grupo rápidamente volvió a entrar. Algunas parejas jóvenes se pararon en las entradas de sus casas. Una mujer negra que pasaba en un auto tocó la bocina y celebró la marcha.

Un hombre blanco salió a su patio aplaudiendo y gritando en apoyo a la marcha que pasaba. El grupo le pidió que se uniera. El hombre sonrió y, sin dejar de aplaudir, se negó haciéndoles un gesto con la mano. El grupo comenzó a corear que era un cobarde. El hombre pareció preocuparse. Sin embargo, la marcha siguió su recorrido y el hombre volvió a entrar a su casa.

“Nunca dormirás tranquilo, hacemos esto todas las noches”, corearon los manifestantes.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company