La propietaria de un restaurante, en tela de juicio por gritarle a un niño

Jennifer O'Neill
Escritora

La propietaria de un restaurante de Portland, Maine, sirvió algo inesperado a una pareja: le gritó a su niña por chillar el pasado sábado, y creó una calurosa discusión en Facebook que se ha viralizado.

¿Tenía derecho la propietaria de un restaurante al gritar a una niña que chillaba en él? (Foto: News Center WCSH)

Según reconoce la propia Dara Neugebauer, se enfadó con la hija de Tara y John Carson cuando esta comenzó a gritar en el restaurante, Marcy’s Diner, el sábado por la mañana.

Según Neugebauer, los Carson no le dieron a su hija las tortitas que había pedido, y la niña estuvo llorando durante casi una hora. La propietaria del restaurante dice a KSDK que se enfadó después de que la pareja, de visita desde Nueva York, no respondiera a la solicitud de Neugebauer de que dejaran el lugar o sacaran a su hija. “Golpeé el mostrador con mis manos y dije ‘¡Esto tiene que terminar!’, refiriéndome a sus berridos”, dice Neugebauer al informativo local. “Y la señalé. Y ella me miró y paró. Y sus padres dijeron ‘¿Le estás gritando a una niña?’ Sí, le estoy gritando. Y ella se calló”.

Foto: News Center WCSH

Tras el incidente, Tara Carson aireó en la página de Facebook de Marcy’s Diner que era “la peor experiencia”, y llamó a Neugebauer “demente”.

Nadie se quedó sin responder, Neugebauer pronto contraatacó en la página, que tiene 10.000 seguidores. “Después de vuestro cuarto intento por hacerla callar, os pedí que os llevarais a vuestra asquerosa hija o que le dierais esas tortitas tan importantes”, escribe. “¡Pero NNNNOOOOOOO, vosotros sencillamente os sentasteis y dejasteis que vuestra p… [sic] hija siguiera berreando! ¡Y volvió locos a mis empleados y a mis clientes!… Tengo un negocio que atender y, sí, estoy j…mente [sic] loca y vosotros tenéis suerte de que no sacara los p…[sic] puños porque ser violenta no es algo que vaya conmigo…”

Cuando KSDK localizó a Neugebauer y le preguntó si se arrepentía del feroz intercambio de palabras que ha desencadenado tanto desprecio como apoyo en la red, puso los pies en el suelo. “Puede que haya tenido una mala reacción, pero no diría que me arrepiento, porque aquello paró”, dijo al reportero refiriéndose al llanto de la niña. “Cuando las cosas se terminan, suele ser algo bueno”.

Los Carsons (Foto: News Center WCSH)

Tara Carson, sin embargo, dice que Neugebauer sobrepasó el límite. “Mi hija estaba llorando, no era nada fuera de lo normal”, dijo a KSDK. “[Neugebauer estaba] gritando en su cara, ‘¡Cállate, demonios!’ Yo estaba en shock porque nunca antes había visto un comportamiento así”.

La respuesta a la historia sigue dividida en Facebook. Los que apoyan a Neugebauer defienden que los niños a veces se comportan de forma incorrecta en los restaurantes. “¡Bien por ella!”, dice alguien en un comentario en la publicación de KSDK. “Yo me avergonzaría mucho si mi niño actuara así en un restaurante. Nadie dice que quienes tengan niños no deban salir a comer de vez en cuando. Pero en lo que se refiere a berrear en voz alta, hay que ser respetuoso con todas las otras personas que se están dando un placer y que están gastando su dinero”. También hay otros que refuerzan a Carson, como quien dice: “Si no quiere que haya ningún niño gritando en su restaurante, entonces debe cerrarlo y abrir un bar de copas”.

La experta en protocolo Rachel Isgar, sin embargo, dice a Yahoo Parenting que las dos partes cometieron errores desagradables. “Es duro imaginar que alguien le chille al niño de otra persona, y como madre nunca querría ver eso, pero los padres tienen que hacer algo para calmar a su hijo en una situación como esta, de forma que su berreo cese”, dice la propietaria de Please Pass the Manners. “Nunca quieres que nada llegue hasta ese extremo”.

Isgar dice que el protocolo indica que los Carsons deberían haber sacado a su hija en cuanto empezó a causar un escándalo, y que Neugebauer nunca debería haber gritado. “Parece que no hay ganadores”, dice, ninguna de las dos partes debería haber sido tan “rígida” como para no llegar a un acuerdo amistoso. “Ya que llegó a ese extremo, todo el mundo tiene que rectificar en este punto y aprender del error”.