Los pronombres de género pueden ser un tema delicado en el campus; Harvard está fomentando su uso

Diego Garcia Blum en Harvard, en Cambridge, Massachusetts, el 9 de febrero de 2020. (Kayana Szymczak/The New York Times)
Diego Garcia Blum en Harvard, en Cambridge, Massachusetts, el 9 de febrero de 2020. (Kayana Szymczak/The New York Times)

Durante el día de orientación, las generaciones de futuros diplomáticos y funcionarios de gabinete que han asistido a la renombrada Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard siempre han ido de un salón a otro con su nombre escrito en un gafete para que sus profesores puedan dirigirse a ellos con facilidad.

Cuando Diego Garcia Blum, de 30 años, recibió su gafete el otoño pasado, el estudiante de primer año de posgrado de inmediato tomó un marcador para escribir “He/Him” junto a las grandes letras de molde de su nombre. Otros estudiantes hicieron lo mismo; escribieron “She/Her” o “They/Them” (aunque se haga referencia a una sola persona, tradicionalmente se ha usado en inglés el pronombre plural de tercera persona para no marcar género cuando este se desconoce).

“¡Así es! Fue el primer día”, recordó Garcia Blum, y agregó: “Ahí fue cuando pensé que los estudiantes le llevaban ventaja a la escuela”.

No obstante, a pesar de su reputación como bastión de la clase dominante, la escuela Kennedy siguió el ejemplo de los estudiantes y accedió este semestre a proporcionar etiquetas transparentes adheribles con cuatro opciones de pronombres que los estudiantes pudieran pegar en sus gafetes: “He/Him”, “She/Her”, “They/Them” y “Ze/Hir” (la nueva propuesta de pronombre neutro para no marcar género; en español equivaldría al uso de “elle”).

“Creo que, en términos generales, es valioso desafiar la costumbre de asumir el género de una persona con base en su apariencia”, comentó Raven Graf, un estudiante de género no binario de 25 años de la escuela Kennedy que se asigna el pronombre “they”.

A medida que los jóvenes que han crecido con un concepto más amplio de la identidad de género llevan esas ideas a sus salones de clase en la universidad, las instituciones de educación superior han respondido de distintas formas: algunos profesores y escuelas se han adaptado rápidamente a un rango más amplio de pronombres de género, mientras que otros batallan para determinar si deben implementar nuevas políticas y cómo hacerlo.

La semana pasada, la Universidad de Nueva York afirmó que ahora los estudiantes podrán indicar el pronombre de su preferencia al sistema que proporciona los listados de alumnos y los esquemas de asientos asignados a los miembros de la facultad. Al menos otras 39 escuelas permiten a sus estudiantes elegir su pronombre en los listados de alumnos, de acuerdo con una oficina de información estadounidense gestionada por el director del Centro Stonewall de la Universidad de Massachusetts Amherst.

Skylar L. Spear, estudiante transgénero y de género binario que cursa el primer año de derecho en la Universidad de Nueva York, afirmó que poder indicar el pronombre que se prefiere al momento de registrarse en las materias eliminará algunos de los obstáculos que enfrentan los estudiantes.

En el pasado, Spear, de 24 años, les ha enviado correos electrónicos a sus profesores con antelación para comunicarles su deseo de que usen los pronombres “they/them” al referirse a su persona. Un profesor tenía la costumbre de dirigirse a los estudiantes por su apellido y un título de cortesía (señor o señorita). Spear le pidió al profesor que en su caso no utilizara ningún título de cortesía, solo su apellido.

“Tardó un poco en habituarse”, comentó Spear, quien comprendía la incomodidad del profesor. “Agradecí que lo intentara, pero sí me incomodaba participar en clase porque durante un tiempo no tuve la certeza de cómo se dirigiría a mí”.

Para los profesores que están acostumbrados a demostrar su autoridad en el salón de clase y que a menudo se molestan cuando se les pide que modifiquen sus hábitos, el uso en evolución de los pronombres en ocasiones puede ser una lucha de poder. El claustro de la Universidad de Minnesota aprobó una política para los pronombres en diciembre, pero esto se logró después de tres años de discusiones.

Es probable que los profesores y sus estudiantes se estén mirando unos a otros a través de una brecha generacional en lo que respecta a comprender las identidades de género. Una encuesta reciente realizada por Pew Research reveló que los estadounidenses adolescentes y al inicio de sus veintitantos tienen muchas más probabilidades de conocer a alguien que utiliza pronombres de género neutrales que las personas de generaciones anteriores.

Melvin Jules Bukiet, quien da clases de creación literaria en la Universidad Sarah Lawrence, pero en estos momentos está de licencia, afirmó que él usaba los pronombres como se lo solicitaban sus alumnos. Sin embargo, le parece extraño que quieran anunciar su género durante la primera clase del semestre, antes de comunicarle cualquier otra cosa sobre su persona.

“¿Por qué es lo primero que sabemos?”, preguntó Bukiet, de 66 años. “A mí me resulta más interesante saber si son fanáticos de los Mets o si han leído ‘La guerra y la paz’ o si les gusta el bistec Diane”.

Él no se siente obligado a dar a conocer el pronombre de su preferencia en la firma de su correo electrónico o en su clase, como hacen muchos profesores.

Hace tres años, Ruth Hayes, quien da clases de animación en la Universidad Estatal Evergreen en Olympia, Washington, empezó a presentarse en clase con el siguiente guion: “Me llamo Ruth Hayes. Uso los pronombres ‘she/her’. Doy clases de animación”. Sus colegas LGBTQ habían seguido la fórmula desde tiempo antes, pero comentó que al principio la desconcertó, y ese desconcierto la perturbó porque ella siempre había sido el miembro radical de su familia.

“Es un tanto gracioso estar en esa posición en la que tú eres la cuadrada o la que fue educada a la antigua”, afirmó Hayes de 64 años. No obstante, reconoce la importancia a nivel psicológico de hacerlo bien, puesto que “el género es parte importante de nuestra esencia”.

“Muchos estudiantes que están en periodo de transición, tratando de descifrar su identidad, se deprimen bastante; la tasa de suicidios es elevada, hay mucho revuelo emocional ligado a esto”, afirmó. “Lo menos que podemos hacer es hacerlos sentir que está bien mostrarse abiertos respecto a quién uno es”.

Las investigaciones recientes señalan que la reafirmación social, incluyendo el uso de los nombres elegidos y los pronombres adecuados, puede ayudar a reducir los altos índices de depresión y suicidio en jóvenes transgénero o de género no binario, que se derivan en parte de la falta de aceptación y el acoso frecuente.

Amy Hiller, profesora asociada de la Facultad de Política y Práctica Social de la Universidad de Pensilvania, afirmó que su universidad no tenía un protocolo estándar para el uso de los pronombres de género, pero dijo que cada vez es más común que los estudiantes y profesores agreguen pronombres personales a sus firmas de correo electrónico y a las etiquetas con su nombre.

A pesar de esos esfuerzos, Loran Grishow-Schade, estudiante de 33 años del posgrado en trabajo social de la Universidad de Pensilvania, comentó que cuando aparece una “X” en documentos oficiales como indicador de su género, muchos profesores suelen desconcertarse. Así que Grishow-Schade ha descubierto que por lo general es buena idea reunirse con los instructores y explicarles que no tiene género.

Aun así, puede haber dificultades. Hace poco un profesor felicitó a Grishow-Schade durante la clase usando el pronombre masculino para referirse a su persona. “Sentí como un ligero escozor; no supe cómo abordar el asunto”, dijo. Un compañero de clase se ofreció a hablar con el profesor, quien llamó a Grishow-Schade para conversar más tarde. Grishow-Schade agradeció la delicadeza con la que se manejó el tema.

“Si es algo importante para ti, vas a conseguirlo”, aseguró.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company