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La prohibición del aborto en Malta deja atrapada a una turista

Barbara Skrobol visita la tumba de su cuñada Izabela Sajbor, que murió de sepsis después de que los médicos se negaran a extraerle el feto en virtud de la estricta prohibición del aborto en el país, en Cwiklice, Polonia, el 10 de mayo de 2022. (Anna Liminowicz/The New York Times)
Barbara Skrobol visita la tumba de su cuñada Izabela Sajbor, que murió de sepsis después de que los médicos se negaran a extraerle el feto en virtud de la estricta prohibición del aborto en el país, en Cwiklice, Polonia, el 10 de mayo de 2022. (Anna Liminowicz/The New York Times)

Andrea Prudente, una fotógrafa de 38 años que vive cerca de Seattle, y su pareja, Jay Weeldreyer, esperaban que su viaje a Malta se convirtiera en una luna de miel previa al nacimiento del bebé, en la que podrían estrechar su relación mientras disfrutaban del Mediterráneo y las atracciones locales.

Pero unos cuantos días después de que llegaron a Malta el 5 de junio, Prudente, quien entonces tenía 16 semanas de embarazo, empezó a abortar de manera espontánea. Unos días después se le rompió la fuente y la placenta comenzó a desprenderse, por lo que el feto ya no podría sobrevivir, de acuerdo con Isabel Stabile, una ginecóloga que ha trabajado con Doctors for Choice, un grupo de defensoría maltés.

Prudente y Weeldreyer estaban devastados. Pero luego descubrieron que la situación era aún peor de lo que habían imaginado y que incluso la vida de Prudente estaba en riesgo.

Una tomografía reveló que el cuello del útero estaba abierto y que el cordón umbilical protruía, por lo que Prudente corría el riesgo de sufrir una infección mortal y una hemorragia por el desprendimiento de la placenta, dijo Stabile. La mejor manera de proteger a la paciente de estas complicaciones potencialmente mortales sería que un médico le extrajera del útero la placenta y el feto. Prudente llamó a las parteras a las que había consultado en su país, y estas la instaron a someterse a ese procedimiento inmediatamente.

Sin embargo, Prudente pronto se encontró con un gran obstáculo: como el corazón del feto aún no se había dejado de latir, el procedimiento sería ilegal en Malta, donde el aborto está penalizado.

A menos que encontrara la forma de salir del país, su única opción sería esperar, posiblemente durante semanas, a que el feto muriera, con la esperanza de que el embarazo no la matara en el ínterin. Pero debido a su condición médica delicada, ha sido difícil encontrar cómo salir de Malta.

Ahora tiene programado volar a España el jueves, pero, en su estado, nada es seguro.

Una manifestante por el derecho al aborto intercambia palabras con manifestantes antiabortistas frente a la Corte Suprema en Washington, el 3 de mayo de 2022. (Shuran Huang/The New York Times)
Una manifestante por el derecho al aborto intercambia palabras con manifestantes antiabortistas frente a la Corte Suprema en Washington, el 3 de mayo de 2022. (Shuran Huang/The New York Times)

La crisis de Prudente fue el último de una serie de incidentes que han demostrado cómo las restricciones al aborto pueden dejar a las mujeres en peligro mortal, y cómo viajar a una jurisdicción más permisiva puede ser difícil o imposible.

Es un peligro con el que ya viven las mujeres en Malta, Polonia y otras jurisdicciones donde todos o casi todos los abortos están prohibidos. Y es un peligro al que algunas mujeres pronto podrían enfrentarse en Estados Unidos si, como se espera generalmente, la Corte Suprema anula la sentencia del caso Roe contra Wade. Aunque es probable que las prohibiciones estatales al aborto incluyan excepciones para proteger la vida de la mujer, si nos basamos en casos recientes en otros países, los médicos de todos modos se niegan a realizar abortos en esas circunstancias, por temor a ser enjuiciados.

Weeldreyer y Prudente no sabían que el aborto era ilegal en Malta cuando llegaron al hospital el pasado domingo. Y nadie les explicó las restricciones legales, aseguraron, solo que su feto sin dudas no sobreviviría y que Prudente estaba ingresada en el hospital para observación.

Weeldreyer dijo que la pareja al final comprendió que ni siquiera podían contar con que operarían a Prudente si desarrollaba una infección que pusiera en peligro su vida. Relató que los médicos les dijeron que, si eso pasaba, aumentarían los antibióticos de Prudente para protegerla sin interferir con el feto.

Las muertes de otras mujeres tras complicaciones similares demuestran lo peligrosos que pueden ser ese tipo de medidas.

En 2012, el calvario de Savita Halappanavar, una joven irlandesa, comenzó de forma muy similar al de Prudente. El saco amniótico de Halappanavar se rompió antes de tiempo, pero el corazón del feto que llevaba dentro siguió latiendo. En aquella época, el aborto era ilegal en Irlanda, por lo que los médicos se negaron a extraer el feto. Seis días después, Halappanavar presentó sepsis, entró en paro cardíaco y murió. Su caso se convirtió en un grito de guerra para los activistas del derecho al aborto y ayudó a impulsar un referéndum en 2018 que legalizó el aborto en Irlanda.

Esa misma sombría dinámica se produjo el año pasado en Polonia, donde una decisión legal de 2020 eliminó casi todas las excepciones a la prohibición del aborto en el país. Una joven llamada Izabela Sajbor fue ingresada en el hospital tras romper aguas a las 22 semanas de gestación. Los médicos se negaron a extraer el feto mientras aún se podía detectar el latido del corazón. Cuando por fin lo hicieron, Sajbor ya tenía una infección grave. Ella también murió.

Cuando Prudente se dio cuenta del peligro que corría, ella y Weeldreyer entraron en pánico.

En un momento dado, se preguntó si debía pedirle a Weeldreyer que le diera un puñetazo en el estómago para acelerar el final del embarazo.

Desde la habitación del hospital, la pareja buscó en internet con desesperación, tratando de encontrar a alguien que pudiera ayudar. Finalmente encontraron a Stabile, la ginecóloga, y a Lara Dimitrijevic, una abogada defensora de los derechos de la mujer.

Ambas les dieron el mismo consejo: váyanse de Malta.

Pero resultó difícil encontrar una salida segura de la isla mediterránea. El estado de Prudente hace que viajar sea arriesgado: si sufriera una hemorragia, podría morir desangrada en pleno vuelo a menos que recibiera una intervención médica inmediata.

“No puedes ponerla en un vuelo comercial a la capital europea más cercana”, explicó Stabile. “Nadie, incluso yo misma, le daría el visto bueno para volar”. No puede llegar a una jurisdicción más permisiva a menos que viaje en una ambulancia aérea capaz de brindarle atención de emergencia en el camino, pero incluso eso ha planteado importantes problemas burocráticos y logísticos.

Su situación pone de manifiesto la cruda realidad de las prohibiciones al aborto: las mujeres no pueden viajar a otras jurisdicciones para interrumpir sus embarazos cuando lo necesitan con urgencia.

Prudente tiene un seguro privado que cubre las evacuaciones médicas, pero ni siquiera eso ha sido suficiente para ponerla a salvo.

Según Weeldreyer, el hospital de Malta tardó más de 24 horas en proporcionar copias del historial médico de Prudente para organizar el traslado. Y luego, contó, la compañía de seguros le informó que el hospital había dicho incorrectamente que Prudente se había marchado en contra de la opinión de los médicos, lo que les dio la impresión errónea de que ya no necesitaba la evacuación y provocó nuevos retrasos.

El hospital no respondió a una solicitud de comentarios, y la aseguradora se negó a hacerlos.

IMG, la compañía de seguros de Prudente, esperaba inicialmente evacuarla a Londres, pero abandonó ese plan cuando su equipo médico determinó que el vuelo de tres horas sería demasiado arriesgado, según dijo Weeldreyer.

Italia, el país vecino más cercano a Malta, fue descartado porque muchos de los médicos italianos se niegan a practicar abortos y no podían confiar en que ella recibiría la atención que necesitaba.

El miércoles, IMG llamó con un nuevo plan: evacuarían a Prudente a un hospital de Mallorca, España. Aunque no estaba tan cerca como Italia, era el destino más cercano que consideraban que le ofrecía una atención fiable.

IMG espera poder evacuarla el jueves por la noche.

© 2022 The New York Times Company

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