Los profundos cambios de Brasil que Lula no puede ver y que Bolsonaro capitaliza

Un manifestante vestido con los colores de la bandera brasileña camina frente a unas toallas de un vendedor ambulante que muestran a los candidatos presidenciales brasileños, el actual presidente Jair Bolsonaro (centro) y el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva
Un manifestante vestido con los colores de la bandera brasileña camina frente a unas toallas de un vendedor ambulante que muestran a los candidatos presidenciales brasileños, el actual presidente Jair Bolsonaro (centro) y el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva

RÍO DE JANEIRO.- Siempre pensé que la elección pasaría a la segunda vuelta y lo consideré bueno, porque obligaría al PT a hacer acuerdos, en la perspectiva de que Lula ganaría fácilmente y pasaría fuerte a la segunda vuelta. Ahora la situación ha cambiado por completo. Lula necesita apoyo, la diferencia de cinco puntos porcentuales es una victoria que sabe a derrota, porque todos esperaban al menos el doble si no ganaba en primera vuelta.

Un dato curioso y preocupante es que los dos candidatos de la segunda vuelta son líderes que se manejan con independencia de los partidos. Lula es más grande que el PT y, si fuera otro candidato, Bolsonaro probablemente volvería a ganar. Bolsonaro no cree en un partido. En 2018 estuvo en el PSL y llevó al pequeño partido a ser el más grande de la Cámara. Ahora está en el PL, y su partido volvió a elegir la bancada más grande. Es una elección diferente a todas las anteriores, que en varios aspectos replica la de 2018.

Las anteriores que se definían entre el PT y el PSDB eran disputas partidistas sobre formas de ver el mundo desde un punto de vista socialdemócrata. Hoy hay dos personalidades en disputa. Tenemos que recalibrar esta percepción del brasileño medio, aunque no nos guste lo que vemos. Llamar a la izquierda “progresista” es clasificar a quienes no lo son como “reaccionarios”. ¿Es así? El país no está dividido entre “progresistas” y “reaccionarios”, la realidad es más compleja. No podemos relegar a 50 millones de personas a un segundo plano.

No todos los izquierdistas son progresistas. ¿O es progresista quien defiende dictaduras sangrientas? Y no todos los conservadores son reaccionarios. Muchos votaron por Lula para deshacerse de un estigma.

Lula da Silva
Lula da Silva

Tenemos que entender sus preocupaciones, sus ansiedades. Mostrar, con el ejemplo, que no hace falta ser un extremista de derecha para conseguir lo que quieres. No tenemos una derecha que sea capaz de dirigir a esta gente, los partidos tendrán que cambiar mucho. Si imaginamos que las personas serán separadas para siempre, tendremos que dividir el país en dos, sin posibilidad de convivencia. Eso no es lo que sucede. Cuando existía el PSDB, estos votantes se sentían representados por un partido que, aunque de centroizquierda, entendía de agronegocios, entendía de temas de salud y programas sociales.

La izquierda brasileña no entendió que la sociedad cambió, especialmente en el interior y en la periferia de los grandes centros; es una sociedad mucho más emprendedora, cada uno por su lado, más capitalista, que no quiere que el gobierno se interponga. Esto ya había sido detectado años atrás en una encuesta realizada por el Instituto Perseu Abramo en la región ABC de San Pablo y arrojó resultados sorprendentes en la región que fue la cuna del PT. Expresó el deseo de libertad de acción, que no tenía nada que ver con los sindicatos, sino con el apoyo al espíritu empresarial. El PT ya había detectado esta tendencia y archivó la investigación, quizás temeroso de enfrentar la realidad.

Jair Bolsonaro
Jair Bolsonaro

Esta situación ha evolucionado mucho desde entonces. Bolsonaro captó el anhelo de libertad de acción de la sociedad, al menos en la retórica vende esta idea, y la gente la compra al pie de la letra. La izquierda y la clase media urbana estaban muy preocupadas por la falta de empatía en la pandemia, por la falta de vacunas, pero eso no afectó al electorado de Bolsonaro.

Lo que les preocupa a los bolsonaristas, o a los que lo votan aunque no sean militantes, es el empleo, menos inflación, lo que está pasando. Son cosas más cotidianas que conceptos como la libertad de expresión, la democracia, los valores civilizatorios fundamentales, pero que no pesan mucho en la profundidad de Brasil, que lidia con cuestiones básicas de supervivencia. Incluso pienso que, en cierto momento de la campaña, la alta inflación y el desempleo jugaron un papel importante, y lo ayudaron a Lula a llevar delantera.

Pero a medida que la economía mejoró, cuando el dinero de Auxilio Brasil llegó a un punto crítico, eso se vino abajo. El mismo efecto que ocurrió cuando el PT lanzó Bolsa Familia. Este bolsonarismo nació porque Bolsonaro es el único líder político que ha surgido en los últimos tiempos para aglutinar a este centroderecha que une a conservadores, centro, derecha, extrema derecha. No es que todos sean extremistas de derecha. Al contrario, la minoría es como Bolsonaro, que defiende tesis radicales. La mayoría quiere un partido que pueda representar sus deseos, defenderlos de sus miedos sobre el futuro.