La herencia que tiene en vilo a Italia: una princesa exPlayBoy contra sus hijastros por una casa de 471 millones con el único mural de Caravaggio

El Casino dell'Aurora tiene obras del renacentismo italiano de valor incalculable
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ROMA.- Ella no quieren que la llamen “princess”, sino simplemente, Rita. Su nombre es Rita Jenrette y es una texana que desde hace 18 años vive en un lugar soñado: el Casino dell’Aurora, que alberga el único mural de Caravaggio y otras obras de arte, en un edificio que se levanta a pocos metros de la legendaria Vía Véneto, en el corazón de Roma. Se trata de una casa que antiguamente formaba parte de la enorme Villa Ludovisi, demolida en el siglo XIX.

Pero el cuento de hadas de la princesa Rita, tercera esposa y desde 2018, viuda, del príncipe Nicolò, último descendiente de la histórica familia Boncompagni-Ludovisi (a la que pertenecieron los papas Gregorio XIII y Gregorio XV), está por acabar.

Triste. La princesa Rita Jenrette Boncompagni Ludovisi deberá desprenderse de la que fue su casa durante las dos últimas décadas
Triste. La princesa Rita Jenrette Boncompagni Ludovisi deberá desprenderse de la que fue su casa durante las dos últimas décadas (La Repubblica/)

En medio de enorme expectativa mediática nacional e internacional, el martes próximo el Casino dell’Aurora, edificio-joya de 2.800 metros cuadrados que perteneció en el siglo XVII al cardenal Ludovico Ludovisi, será puesto en remate con un precio de base gigantesco: 471 millones de euros.

Así lo decidió un tribunal de Roma después de que esta fascinante propiedad quedó al centro de una larga e irresuelta disputa legal entre la texana y aguerrida princesa Rita y los hijos que el príncipe Nicolò tuvo de su primer matrimonio: Bante Maria, Ignazio Maria y Francesco Maria.

Las peleas comenzaron en 2018, cuando murió el príncipe, que en su testamento dejó claro que su última esposa, Rita, que hoy tiene 72 años y un pasado bastante ecléctico –fue periodista, actriz e incluso modelo de fotografías de PlayBoy-, iba a poder seguir viviendo allí, pero que la propiedad también pertenecía a sus hijos.

Como los herederos nunca llegaron a un arreglo, el tribunal dispuso el remate de la villa, cuyos jardines fueron diseñados por el mismo jardinero de Luís XIV que proyectó los de Versalles, que toma su nombre de un maravilloso fresco que puede verse allí realizado por el pintor barroco Giovanni Francesco Barbieri, llamado el “Guercino”. Este representa el Carro de la Aurora arrastrado por dos caballos tobianos realizado a principios del siglo XVII en el cielorraso de unos de los salones de un lugar, testigo de un pasado glorioso.

“Piensen, justo aquí abajo Ludovico Ludovisi y Bernini jugaban a las cartas”, le contó recientemente la princesa Rita a un periodista de La Repubblica que pudo visitar la disputada propiedad, también decorada por los principales pintores paisajistas de la época, Domenichino, Paul Bril y Giambattista Viola. “Esta habitación representó el campo de prueba, el ganador habría decorado el resto de la casa y el ganador, ya lo sabemos fue el Guercino”, explicó la princesa al mostrar el denominado “Salón de los Paisajes”.

Aunque el gran tesoro de su casa –la más cara del mundo, visto el precio que le atribuyó el tribunal-, se encuentra en el primer piso del edificio, en una pequeña habitación, denominada “Stanza della distilleria”, a la que se llega subiendo una escalera de caracol. Fue allí que, en 1597 Michelangelo Merisi realizó su única pintura mural (no fresco), comisionada por el poderoso cardenal Francesco Maria del Monte, un apasionado del arte que hospedaba y protegía a Caravaggio y que tenía su casa de campo justamente allí, en el Casino dell’Aurora, entonces llamado “del belvedere” porque, al estar en uno de los puntos más altos de Roma, tenía una vista espectacular.

El fresco de Guercino en 1621 que representa el carro de Aurora y el cual le da nombre al Casino
El fresco de Guercino en 1621 que representa el carro de Aurora y el cual le da nombre al Casino (Archivo/)

Como el cardenal y mecenas era también un apasionado de alquimia, le hizo decorar al artista lo que era su laboratorio con las figuras de Júpiter, Neptuno y Plutón vistos desde abajo alrededor de una esfera celeste con signos zodiacales. Los tres dioses ostentan insólitas proporciones y perspectivas que hicieron discutir a historiadores y críticos durante siglos y que se creen que son autorretratos del “artista maldito”, como suele apodarse al Caravaggio.

Este único mural pintado por él -que no es comercializable no sólo porque no es un cuadro, sino por cuestiones jurídicas- está cotizado en 350 millones de euros, según un artículo de ArtTribune, que destacó, por otro lado, que como está bajo tutela del Ministerio de Cultura, el edificio que se subastará la semana próxima no puede absolutamente ser modificado o refaccionado, ni convertirse en un hotel de lujo.

Cuando falta pocos días para el “remate del siglo”, que será por teleconferencia, durará 24 horas y cuyo éxito es una incógnita, una petición en Change.org llamó al Estado italiano, que puede ejercer un derecho de prioridad, a comprar el Casino de la Aurora, para que pase a ser un sitio público. “Usemos los fondos europeos para salvaguardar lo que es nuestro”, puede leerse en la petición, que reclamó que no se “malvenda” otro pedazo de Italia a algún multimillonario extranjero.

Pero la princesa texana, que le contó a La Repubblica que a los 16 años por primera vez viajó a Roma y tiró una monedita en la Fontana de Trevi para volver y que lo logró pasando a vivir en el Casino dell’Aurora, “su casa”, se mostró escéptica. “Me gustaría que el Estado saliera a comprarlo, pero no creo que pueda ser posible porque no sé si tienen el dinero. Ese es el problema. Y no soy la única heredera”, dijo Rita Jenrette a The Guardian.

Júpiter, Neptuno y Plutón, de Caravaggio
Júpiter, Neptuno y Plutón, de Caravaggio

¿Qué sucederá? Mientras hay propuestas que van desde la conversión del Casino dell’Aurora en museo o en una fundación cultural, hay quienes piensan que el remate podría ser una ocasión de oro para nuevos mecenas deseosos de desembarcar en Italia.

“En realidad, la llegada de un ricachón en lugar de los históricos propietarios podría no ser una mala noticia”, comentó Massimiliano Tonelli en un artículo en ArtTribune. Tonelli recordó que el edificio necesita una gran restauración, algo que implica más dinero todavía y que, finalmente, bajo vigilancia del Ministerio de Cultura, el mecenas podría arreglar todo y decidir convertir el objeto de la discordia de la familia Ludovisi-Boncompagni en una fundación de arte abierta al público, un centro de estudios o un espacio para muestras, accesible para todos.