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El nuevo presupuesto 2022: los subsidios energéticos casi no bajan y la inflación puede llegar hasta un 62%

Dólar y peso argentino
Dólar y peso argentino - Créditos: @Shuttertsock

El Presupuesto 2022 presentado hoy a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) por el Gobierno admite que los subsidios energéticos prácticamente no bajarán durante este año y que la inflación puede llegar hasta el 62%. Sin embargo, mantiene los compromisos anuales establecidos en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero reconoce que algunas metas trimestrales -sobre todo las de reservas y déficit fiscal primario- no se cumplirán. En el Ministerio de Economía no quisieron informar el tipo de cambio que esperan para fines de este año.

“La política económica del gobierno nacional tiene como objetivos el crecimiento sostenible con generación de empleo y el fortalecimiento de las condiciones para reducir la inflación”, indicó un comunicado enviado hoy por el Ministerio de Economía, que toma los pilares de los considerandos del DNU 331/22 publicado esta mañana en el que se decidió readaptar el presupuesto 2021 vigente hoy tras el rechazo del proyecto enviado a mediados de septiembre pasado por Martín Guzmán. Agregó: “Las autoridades consideran que una condición necesaria para ello es que la política fiscal y monetaria se encuentren alineadas con el objetivo de robustecer la acumulación de reservas internacionales”.

Según fuentes del Ministerio de Economía, el crecimiento de la economía se mantendrá en el 4% ya previsto en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, como se anticipaba, la previsión de la inflación punta a punta sí fue modificada y se estableció en un rango que va de entre 52% y 62%. Las fuentes lamentaron que, por la volatilidad existente, debieran mantener nuevamente -como en el Programa de Facilidades Extendidas con el Fondo- un rango de diez puntos en la estimación oficial de la suba de precios para 2022.

Cuando se selló originalmente el acuerdo, a comienzos de este año, ese rango era de entre 38% y 48%. En la nueva hoja de ruta establecida por el ministro de Economía, el IPC promedio es de 57,7%. Hoy, los diez analistas privados top consultados por el Banco Central (BCRA) prevén un alza 75,1% en 2022. “Sabemos que el objetivo es ambicioso, pero nosotros tenemos que ser ambiciosos”, admitió un funcionario que camina el quinto piso.

En tanto, el PBI nominal (en billones de pesos corrientes) muestra un avance de 76,5%, indicaron las fuentes de la cartera de Hacienda. El gasto en capital (obra pública) será de 1,6% del PBI (iba a ser de 2 puntos previamente). Por otra parte, con la actual hoja de ruta -creen los equipos técnicos- los salarios le ganarían este año a la inflación.

Las fuentes oficiales no quisieron establecer en el presupuesto readaptado un valor para el tipo de cambio nominal a fines de este año. Indicaron que no es una meta en sí y que el precio real del dólar estará regido por el objetivo de acumulación de reservas. Reafirmaron, no obstante, que “no habrá variaciones de gran magnitud” en el tipo de cambio.

Tras los aumentos de tarifas para la luz y el gas ya aplicados, y una vez instaurada la segmentación que se conoció también esta mañana, en el Gobierno esperan una reducción de los subsidios energéticos de 0,05 puntos del PBI. En un primer momento, la intención oficial era bajarlos 0,6 puntos, de 2,3% a 1,7% del PBI. Por otra parte, se espera un incremento anual de la recaudación tributaria y no tributara de 60%. Los gastos, en tanto, crecerán un 59% en 2022, se indicó.

En los pasillos del Ministerio de Economía reafirmaron, tal como lo había hecho previamente el FMI en un comunicado, que se mantendrán los compromisos anuales del Programa de Facilidades Extendidas. Esto es, un déficit primario en el año de 2,5%; una asistencia monetaria al Tesoro del 1% del PBI y una meta de acumulación de reservas de US$5800 millones. Sin embargo, admitieron que no se cumplirán los objetivos trimestrales (segundo y tercer trimestre, especialmente). En ese sentido, agregaron “hay un acuerdo” con el staff para una revisión de esas metas que deberá ser o no refrendado por el directorio del organismo el 24 de junio. De esto último dependerá si el Gobierno debe o no pedir un waiver (perdón) por el incumplimiento de las metas. Además, allí se revisarán los números del primer trimestre.

La justificación oficial

Las fuentes oficiales indicaron que la readaptación de presupuesto 2021 vigente buscó darle “consistencia” -en la intención de bajar la inflación y acumular reservas- al programa económico luego del shock internacional que determinó una fuerte suba de los precios internacionales registrado en febrero y principios de marzo de este año. Justamente, por esto, el Gobierno se atrasó en presentar un nuevo presupuesto el 15 de abril, como lo establecía el acuerdo con el Fondo. Los funcionarios estimaban que era necesario adaptar el marco macroeconómico y los instrumentos de política.

“Se dio un gran cambio en la estacionalidad del gasto”, dijeron las fuentes oficiales consultadas y lo justificaron como un producto del conflicto en Europa del Este. Indicaron, en ese sentido, que las fuerte subas en los precios de los alimentos empujó al Gobierno a incrementar las erogaciones en forma de bonos a ciertos segmentos para paliar la inflación; mientras que el gasto en subsidios subió a la par del incremento energético. Esa “repriorización el gasto” implicó que los desembolsos esperados en el segundo trimestre fueran más elevados que previstos en el escenario base.

El salto inflacionario, llevó además a una modificación de la política cambiaria en un contexto de mayor nominalidad. A esto se debió la suba de tasas de interés decidida por el BCRA y que tiene, de fondo, la intención de frenar el drenaje de dólares (en tres días se perdieron US$400 millones). En Economía negaron un “supercepo” a las importaciones, pese a que en otras dependencias no descartaron retoques en los permisos para compras al exterior.

Las fuentes oficiales creen además que cambió la estacionalidad de la liquidación de divisas (se habría aplanado en el año), ya que los productores esperan por el alza de precios y las expectativas de devaluación. Eso ofrecería -creen- algo más de paz en el segundo semestre, cuando termina la cosecha gruesa. La suba de tasas además promovería esas liquidaciones.