La presidenta de Georgia, Salome Zourabichvili, tacha de "ilegítimo" al Gobierno

Salomé Zourabichvili fue investida primera mujer presidenta de Georgia en 2018. Aunque su papel como jefa de Estado sea en gran medida ceremonial, su política personal no lo es.

Es firmemente prooccidental, ve el futuro de Georgia como parte de la Unión Europea y está deseosa de que su país salga de la órbita de Rusia. Eso la ha puesto en conflicto directo con Sueño Georgiano, un partido al que la oposición tacha de ser populista y prorruso que encabeza el Gobierno mayoritario de Georgia desde 2016.

Zourabichvili ha criticado públicamente algunas de las leyes más polémicas del partido, se ha negado a firmar otras y ahora califica su Gobierno de "ilegítimo" tras las disputadas elecciones de octubre.

La presidenta de Georgia, Salome Zourabichvili, pronuncia un discurso durante la celebración del Día de la Independencia en Tiflis, 26 de mayo de 2024.
La presidenta de Georgia, Salome Zourabichvili, pronuncia un discurso durante la celebración del Día de la Independencia en Tiflis, 26 de mayo de 2024. - Irakli Gedenidze/AP

Los observadores europeos que acudieron a las urnas el 26 de octubre afirman haber presenciado casos de intimidación y soborno de votantes, y la oposición, que desde entonces ha boicoteado el Parlamento, sostiene que Rusia se inmiscuyó en el proceso electoral para garantizar la victoria de Sueño Georgiano, afín a Moscú.

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La UE criticó el proceso y exigió que se repitiera. En respuesta, Sueño Georgiano dijo que suspendía las negociaciones de adhesión al menos hasta 2028. Esta decisión ha desencadenado una ola de disturbios en todo el país que Zourabichvili considera sin precedentes. En una entrevista con 'Euronews', Zourabichvili explica lo que está ocurriendo ahora y, sobre todo, lo que puede suceder a medio y largo plazo.

¿Cree que el actual Gobierno georgiano es legítimo?

RESPUESTA: Está claro que no, porque las elecciones que dieron lugar a este parlamento y al gobierno no son legítimas. No han sido reconocidas por nadie. En primer lugar, no han sido reconocidas por la población georgiana. No han sido reconocidas por las fuerzas políticas del país, porque ningún partido de la oposición les ha reconocido como ganadores de estas elecciones parcialmente amañadas y nadie ha entrado en el Parlamento. Así que hay un solo partido y un Parlamento ilegítimo.

Y lo que es quizá más importante, nuestros socios democráticos occidentales no las han reconocido hasta ahora, y ya ha pasado más de un mes. El Parlamento Europeo ha dicho que estas elecciones no fueron ni libres ni justas y piden nuevas elecciones como estamos pidiendo aquí.

Los manifestantes lanzan bengalas contra la Policía en Tiflis, el pasado 30 de noviembre
Los manifestantes lanzan bengalas contra la Policía en Tiflis, el pasado 30 de noviembre - Zurab Tsertsvadze/AP

La última decisión, muy provocadora, de este gobierno ilegítimo de dar la espalda a la Unión Europea y girar su frente hacia Rusia, es algo que ha suscitado un inmenso movimiento de protesta en el país que no cesa. Cada día hay más gente en las calles. Y lo que es más importante, en el país crece una verdadera disidencia. En las instituciones estatales, donde la gente está dimitiendo, o protestando, o firmando peticiones, dependiendo de la institución de la que hablemos.

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Pero básicamente, todo el servicio público se está desmoronando en el país porque la gente no acepta la decisión del gobierno ilegítimo de tomar una dirección ilegítima para este país. Los únicos que los reconocen, aprueban y felicitan son el presidente Putin de Rusia y el Parlamento ruso.

¿Qué cree que puede hacer la Unión Europea por Georgia en estos momentos?

R: La señal de no reconocer estas elecciones es muy importante. La resolución del Parlamento Europeo es extremadamente importante. Sé que se está preparando una declaración de los 27 miembros sobre esta situación. Hay otras medidas que se están preparando. Lo que necesitamos es un fuerte apoyo a las nuevas elecciones. No estamos preparando una revolución. Estamos preparando la transición a nuevas elecciones, porque es la forma estable de que este país avance y vuelva a la senda europea. Eso es lo que pide la gente en la calle.

Exigen dos cosas: quieren mantener su futuro europeo y quieren nuevas elecciones para tener un gobierno estable y legítimo en este país. Soy la única institución independiente que queda en el país que no está gobernada por un partido y un hombre. Y también soy la presidenta que, por mandato de la Constitución, lo es hasta la investidura de una nueva. Y como él o ella debe ser elegido por un parlamento y el Parlamento es ilegítimo, el nuevo presidente electo no puede ser investido. Por lo tanto, mi mandato sigue en pie.

Un manifestante ondea la bandera de la Unión Europea en Tiflis, el pasado 30 de noviembre
Un manifestante ondea la bandera de la Unión Europea en Tiflis, el pasado 30 de noviembre - Zurab Tsertsvadze/AP

Así que estamos en un periodo de transición. Es muy importante que esta transición sea muy estable. Las personas que me rodean, de la sociedad civil y de los partidos políticos, lo están intentando con nuestros socios europeos y estadounidenses.

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Sé también que hoy habrá una declaración de Estados Unidos. Que están intensificando la asociación estratégica con Georgia. Esa es también una señal muy fuerte. Y eso es lo que la población georgiana no está dispuesta a aceptar. Y eso es lo que están demostrando en las calles de forma muy pacífica.

Y lo que es muy importante es que, más allá de lo que he dicho sobre que los funcionarios están en desacuerdo, también está el hecho de que en todas las ciudades de Georgia hay protestas, lo que en mi memoria nunca había ocurrido. Siempre fue Tiflis el centro de todo. Hoy todas las ciudades han visto manifestaciones. Y eso afecta a la economía. Las empresas, que siempre han sido en este país muy leales a cualquier Gobierno y a cualquier régimen, han visto hoy cómo muchas grandes empresas expresaban sus protestas, porque está claro que para ellas el mercado común europeo es el único que quieren para este país.

¿Cuál es la posición de las fuerzas de seguridad del país y del sistema judicial?

R: El sistema judicial es muy interesante, porque básicamente este es uno de los principales problemas de este país con la Unión Europea: no tenemos un sistema judicial independiente.

He presentado un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la lectura de las elecciones para el que ni siquiera se han reunido por el momento. Pero tenemos que intentarlo a todos los niveles. Esa es la manera, la manera constitucional de hacer las cosas. Y siempre hay esperanza. Pero porque siempre puede ser que algunos miembros de estos altos tribunales entiendan que la estabilidad del país está en sus manos, así como el destino del país.

La Policía usa cañones de agua para dispersar a los manifestantes durante las protestas del 30 de noviembre
La Policía usa cañones de agua para dispersar a los manifestantes durante las protestas del 30 de noviembre - Zurab Tsertsvadze/AP

Así que tenemos que tratar de ejercer presión sobre las Fuerzas de Seguridad y señalar que la Policía está del lado de los ciudadanos, porque es una Policía normal que ha sido entrenada, pero los "hombres de negro" están sirviendo a sus propios amos. Estos "robocops" son un instrumento del Estado que irá donde vaya el Estado. Así que eso es lo que tenemos que vigilar.

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Luego está el ejército que está muy callado y tiene que seguir callado, pero que está muy claramente del lado de las fuerzas prooccidentales porque han sido entrenados, han sido formados, han sido equipados durante estas últimas décadas. Y, por tanto, han estado junto con los estadounidenses y nuestros socios europeos en misiones internacionales en el extranjero. Así que está muy claro que están sufriendo mucho cuando les dicen que de repente sus amigos ya no son sus amigos.

Existen algunos paralelismos entre lo que está ocurriendo ahora en Georgia y las protestas del Euromaidán en Ucrania hace 11 años. ¿Ve alguna conexión?

R: Creo que es muy diferente, porque los georgianos no son ucranianos. Tenemos muchas cosas en común, porque básicamente nos hemos enfrentado al mismo enemigo. Pero las cosas son muy distintas porque el carácter georgiano es muy diferente y la disolución de las instituciones estatales a la que estamos asistiendo ahora, incluida la Iglesia en la que estamos escuchando voces disidentes, es algo inaudito, es algo muy específico. Ni siquiera en Georgia lo habíamos visto antes.

Las históricas protestas de la plaza del Maidán en Kiev, Ucrania, en febrero de 2014
Las históricas protestas de la plaza del Maidán en Kiev, Ucrania, en febrero de 2014 - Efrem Lukatsky/AP

Así que nos enfrentamos a algo muy nuevo y formamos parte de algo novedoso que está ocurriendo también geopolíticamente, diría yo, donde Rusia, que no ha ganado fácilmente a Ucrania en estos dos últimos años y medio, intenta ahora ganar a la Unión Europea con una guerra electoral. Yo diría que es una guerra electoral. La han llevado a cabo en Georgia y estamos luchando contra ella con medios constitucionales.

Están librando la misma guerra electoral en Rumanía. Y lo han intentado en Moldavia, que fue salvada por la diáspora. Así que es una estrategia de Rusia. Y es muy importante que la Unión Europea entienda que se trata de una estrategia híbrida para ganarse a los países que no quieren acercarse a Rusia por estas vías quizá más discretas. Pero está claro que en Georgia, donde tenemos una larga experiencia de Rusia intentando apoderarse de este país y hemos sido muy resistentes a ello, vamos a ser resistentes y asegurarnos de que prevalecerá la voluntad del pueblo.

¿Dice que Rumanía es un caso más similar?

R: Pero porque son diferentes trucos y diferentes sistemas. Y eso es lo que demuestra el enfoque sistémico muy adaptado a cada país. La aparición repentina de estos líderes prorrusos que nadie esperaba debería ser algo en lo que nuestros socios europeos deberían pensar, porque es la forma en que Rusia está intentando mantener parte de su influencia. Pero vemos que Rusia también está perdiendo en distintos lugares, como en Siria.