Presencia argentina en el Festival de Teatro de Cádiz

"¿Estás ahí?", le preguntó Sebastián Mogordoy desde un escenario en Andalucía a Sergio Boris, en Buenos Aires. Unidos por videollamada a través de un océano de distancia, el primero, de espaldas a la cámara, en pleno ensayo, pensó que se había cortado la comunicación con el director y autor de La Bohemia, la obra que representa a la Argentina en el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz. Esta obra que se sumerge en el universo de la ceguera cobró, en este contexto de Covid-19, y en esta nueva versión, una nueva lectura. A través de un exigente y creativo sistema, este equipo pudo, a pesar de la distancia causada por el confinamiento y las dificultades que ocasiona la pandemia, ensayar y repensar la obra. "Esto es para nosotros un regalo", celebra el realizador este estreno en un momento tan adverso para la creación teatral.

Boris tuvo hace unos meses, en plena pandemia, una reunión con los directores de este prestigioso festival y pensó que la invitación a participar de este encuentro era para 2021. No. La propuesta era para este otoño europeo y el realizador ideó dos opciones. Una: si el Covid-19 permitía una tregua, viajaría la compañía. Dos, si el virus persistía, habría que realizar una puesta alternativa que se fue desarrollando con la tracción de un ingenio que sienta precedente en la historia del teatro. La Bohemia en su nueva versión, fantasmagórica, conserva los tres personajes, pero solo uno de ellos, estará presencialmente en el escenario. Mogordoy, quien se encuentra actualmente en Barcelona, y que, como Boris entrenó durante muchos años en el Sportivo Teatral de Ricardo Bartís, viajó a Cádiz tras meses de ensayos vía Zoom.

Desde hacía tiempo Boris tenía ganas de reestrenar La Bohemia, una obra que debutó en 2001 tras dos años de ensayos previos y que luego se representó durante dos temporadas en el Sportivo y una tercera, en el Centro Cultural de la Cooperación. "Es la primera obra que escribí, desde la dirección, no con un texto previo a los ensayos, sino que empecé a improvisar a partir de una hipótesis de vínculo", cuenta Boris sobre este pieza que narra el encuentro entre tres personajes ciegos, y que hace 20 años interpretaron Darío Levy, Martín Kahan y Daniel Kargieman.

Con su interpretación vocal, Kahan y Levy [Kagierman falleció hace dos años] participan de esta puesta, a partir de una compleja coreografía que exigió la grabación de sus parlamentos en el novedoso sistema 5.1. En otras palabras, sus voces viajan por el espacio, se mueven por el escenario. Boris dirige un equipo integrado por los actores y por Matías Sendón (iluminación), Mariano Palmadessa (sonido), Carolina André (asistente de producción), Sofía Ciravegna (fotografía), Maxime Seugué y Jonathan Zak (producción) y Adrian Silber (asistencia artística). "Nos sumamos a esta idea muy extraña, muy abismal y que nos permitió crear sobre lo creado. Este material nos permitió sacar textos, introducir cambios, agregar voces. En este proceso pude desarrollar los tiempos, los segundos, los ritmos, las pausas porque también tenía que generarse una implicación. Uno tiene que sentir que están todos en el mismo lugar", explica Boris, el creador de Viejo, solo y puto.

El chofer del taxi que llevó a Mogordoy desde el aeropuerto al hotel escuchó el acento argentino y le nombró a Eduardo "Tato" Pavlovsky, quien hace varios años se presentó en el FIT y cuya obra aún deja huella en los espectadores. "Para mí esto es algo milagroso. Es como si estuviesen cayendo bombas a mi alrededor y voy zafando", dice el actor quien compone a Ibáñez, un personaje que acaba de quedarse ciego. Solo en escena, Mogordoy interactúa con estas voces durante toda la obra.

"Le pude faltar un poco el respeto a la obra. Más que ir a buscar, lo que intenté hacer fue encontrarme con el accidente, con lo desconocido. Por eso apuesto más por una dramaturgia del hecho escénico. Uno puede encontrarse con lo que uno no imaginó de la escena", agrega Boris quien cinceló esta obra poética, tan orgánica y tan original. "Para nosotros esta obra es una fiesta. Es sanador, existencial y libertador poder crear en este momento."