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Prepararse frente a los cambios

No fueron las marchas de los "globalóficos" aquellos que organizaban manifestaciones en cuanta cumbre internacional hubiera, las que le dieron el golpe más duro a la era de la globalización desde la caída del Muro de Berlín, sino la de un enemigo pequeño e invisible: el SARS-COV-2.

La pandemia que desató el virus tampoco se originó en los oscuros laboratorios de manipulación genética, como advertían ciertos fanáticos ecologistas, sino que pasó de animales salvajes al ser humano.

Los índices de contaminación están mostrando una baja en las principales ciudades del mundo por las medidas de cuarentena casi total. Eso demostraría que no son las vacas o los productores agropecuarios los grandes culpables del calentamiento global como sostenían las campañas mediáticas de algunos grupos pseudoambientalistas.

Aun con estas primeras evidencias de que aquellas denuncias eran mitos, el agro deberá prepararse para el complejo escenario que se presentará cuando ceda la pandemia.

El poder discrecional de los Estados irá en aumento. Si las decisiones que se adopten tienen base científica no habrá nada que temer, pero si cada país o autoridad local las toma según su propio criterio, el riesgo será mayor. En las últimas semanas esto sucedió cuando más de 70 municipios fijaron por su cuenta restricciones al movimiento de cargas y personas que iban más allá de lo establecido por el gobierno nacional.

Algunos cuestionan que los controles se centran en Buenos Aires y el Gran Buenos Aires y que por eso debían adoptar medidas unilaterales. Pero las restricciones ponen en riesgo tanto la cadena de producción de alimentos en el mercado interno como las cargas de exportación de granos.

Fue por ese motivo que a comienzos de semana unas 30 entidades de la agroindustria -(con excepción de la Sociedad Rural)- les solicitaron a los gobernadores de las principales provincias productoras que intercedieran para permitir el transporte de granos, subproductos y alimentos. El pedido se fundamentó en que las cadenas agroindustriales pusieron en marcha protocolos de cuidado sanitario para sus integrantes. Pese al pedido y al compromiso, los problemas subsisten.

"Nos enfrentamos a una crisis alimentaria inminente, a menos que se adopten con rapidez medidas para proteger a los más vulnerables, mantener operativas las cadenas mundiales de suministro de alimentos y mitigar los efectos de la pandemia en todo el sistema alimentario", advirtió la FAO.

También lo hizo el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) que a instancias de la ministra de Agricultura de Brasil, Tereza Cristina en el marco del Consejo Agropecuario del Sur (CAS), organizó una reunión virtual entre ministros de agricultura de la región para asegurar que estén libres los pasos fronterizos para el transporte de cargas con alimentos, entre otras medidas.

"Hoy más que nunca se hace necesario mantener el abastecimiento de alimentos a toda la población, en especial a los sectores menos favorecidos", dijo Manuel Otero, director general del IICA.

En la línea de imaginar escenarios futuros, se destacó en los últimos días Mariano Winograd, un experto en frutihorticultura y consumo de alimentos, que describió una suerte de decálogo de lo que vendrá:

La cuarentena global genera cambios de consumo que implicarán reflexión y nuevos hábitos. Más gasto en alimentación y menos en otros rubros menos delivery y más home cooking con la familia reunida a la mesa en horarios determinados (Campanellización).Valorización de la agricultura y el suministro alimentario.Vertiginoso aprendizaje en uso de redes sociales y virtualización de servicios.Preocupación por higiene y seguridad alimentaria.Valorización de la proximidad y el territorio.Demanda creciente de socialidad aunque sea virtual.Valorización de información, comunicación y conocimiento.Contundente reducción de emisiones y contaminación (incluyendo ruido ¿lo notaron?).Sabiduria para discriminar lo banal de lo relevante, superfluo de importante.Imperioso incremento de tolerancia intramuros, ¿dudas acerca de lo forastero?

Si este escenario ocurre, se generarán desafíos y oportunidades para toda la cadena agroalimentaria para los que habrá que prepararse. La Argentina corre con desventaja porque no tiene una política agropecuaria que haya trascendido a los cambios de gobierno y que permita adaptarse a las nuevas realidades. Quizás también sea tiempo para analizarla y debatirla.