Preocupadas por el alcance de los incendios forestales, las autoridades recurren a los indígenas nativos de Estados Unidos para que les ayuden

ARCHIVO - Un rancho amenazado por el incendio Bobcat, en Juniper Hills, California, el 17 de septiembre de 2020. (Eric Thayer/The New York Times)
ARCHIVO - Un rancho amenazado por el incendio Bobcat, en Juniper Hills, California, el 17 de septiembre de 2020. (Eric Thayer/The New York Times)
Una foto proporcionada por el Proyecto de Restauración Lomakatsi muestra a Belinda Brown, su directora de colaboración tribal, realizando mantenimiento con quemas prescritas alrededor de su casa. (Proyecto de Restauración Lomakatsi vía The New York Times)
Una foto proporcionada por el Proyecto de Restauración Lomakatsi muestra a Belinda Brown, su directora de colaboración tribal, realizando mantenimiento con quemas prescritas alrededor de su casa. (Proyecto de Restauración Lomakatsi vía The New York Times)

LOS ÁNGELES — Cuando Belinda Brown era niña, se levantaba temprano en la mañana todas las primaveras y otoños para ayudar a su padre y a su abuelo a quemar los campos de XL Ranch, una reservación india en las afueras de Alturas, California. Llevaba un rastrillo de metal hasta los pastizales y veía cómo se propagaban las llamas.

“Quemar era algo que siempre hacíamos”, comentó. “No era nada aterrador”.

Mucho antes de que California fuera California, los indígenas estadounidenses usaban el fuego para conservar sanas las tierras donde habitaban. Eso implicaba que de manera intencional y en intervalos periódicos quemaran el exceso de vegetación durante las épocas del año en que el clima ayudaba a que las llamas se mantuvieran más pequeñas y menos ardientes que las de los incendios forestales tan destructivos de la actualidad.

Para este trabajo se requiere un profundo conocimiento de la manera en que los vientos propagan las llamas en una determinada colina o de cuándo la quema en el bosque favorece el crecimiento de algunas plantas, y ese conocimiento ha sido transmitido mediante las ceremonias y la práctica. Pero hasta hace poco, se había subestimado en gran parte por ser algo poco científico.

Ahora, puesto que la mayoría de los estadounidenses se están viendo obligados a confrontar la realidad del cambio climático, los expertos en combatir incendios y los legisladores están recurriendo cada vez más a principios ecológicos que desde hace mucho tiempo han regido a las comunidades indígenas.

“Insisto en que nos ganamos el premio de ‘te lo dije’”, señaló Brown, miembro de la Banda Kosealekte de la nación Ajumawi-Atsugewi del norte de California, con una sonrisa de agotamiento. “Rezo para que la ignorancia no vuelva a detenernos”.

Hoy en día, es la directora de colaboración tribal del Proyecto de Restauración Lomakatsi, una organización sin fines de lucro que trabaja con las comunidades tribales en Oregon y el norte de California para que sea más sustentable la vida en las zonas boscosas. Eso incluye labores para reparar los ecosistemas adaptados al fuego, muchos de los cuales, según ella, han pasado demasiado tiempo sin quemas.

Recientemente, Brown apareció por Zoom con un cielo azul de fondo. En realidad, estaba hablando desde el interior de una oficina en el condado de Modoc, una región envuelta en humo.

Este año, se han quemado más de dos millones de hectáreas en la costa oeste, las cuales incluyen la asombrosa extensión de un poco más de un millón y medio de hectáreas en California, donde cuatro de los cinco incendios más grandes que se hayan registrado aquí comenzaron en agosto o septiembre.

Las autoridades y los expertos se han unido en torno a la necesidad de abandonar las políticas tradicionales que requieren que se extingan todos los incendios para aumentar de manera significativa las quemas prescritas. Este ejercicio implica determinar qué zonas tienen demasiada vegetación y cuándo son adecuadas las condiciones de la dirección del viento y la humedad del aire para provocar incendios intencionales menos intensos que puedan gestionarse con cautela.

En el sureste de Estados Unidos ya se están realizando todos los años quemas prescritas en millones de hectáreas, una práctica que los expertos han reconocido que evita el tipo de devastación en las comunidades que se ha convertido en una tragedia rutinaria en California.

Pero ha sido difícil introducir esas prácticas en el oeste, donde el entorno y el clima son muy diferentes.

Dar Mims, meteorólogo de la Junta de Recursos del Aire de California y experto en incendios prescritos, afirmó que tal vez el reto más grande para los legisladores estatales ha sido convencer a la población de que quemar grandes franjas de tierra de manera intencional es la mejor forma de mantenerla a salvo, ya que se le ha dicho a generación tras generación que hay que tenerle miedo a cualquier tipo de incendio.

Este reto se ve agravado por el hecho de que a mucha gente le han permitido mudarse a zonas con riesgo de incendio, pero esperan que su propiedad sea protegida a cualquier costo.

“Es una labor titánica”, comentó. “Lleva tiempo”.

Sin embargo, las autoridades y los defensores de las comunidades indígenas han comentado que los acontecimientos de este año han hecho despertar la conciencia de la gente.

El mes pasado, los senadores Ron Wyden, de Oregon, Joe Manchin III, de Virginia Occidental, y Maria Cantwell, de Washington, presentaron leyes para otorgar un financiamiento mucho más considerable a los incendios prescritos.

En California, el gobernador Gavin Newsom ha reconocido que se les debe dar mejor mantenimiento a los bosques del estado, pese a haber rechazado la afirmación del presidente Donald Trump de que los incendios forestales destructivos son consecuencia de un trabajo deficiente de las autoridades estatales para mantener desbrozados los bosques.

Newsom ha anunciado una nueva asociación con el Servicio Forestal de Estados Unidos, que controla la mayor parte del terreno forestal del estado, con el fin de realizar labores de mantenimiento en casi 500.000 hectáreas al año, lo cual incluye la quema prescrita.

Las autoridades han dicho que para todo eso se necesitará promover una mejor coordinación con las tribus.

“En el Servicio Forestal tenemos el compromiso de trabajar con miembros de las tribus a fin de crear áreas naturales saludables y resilientes”, dijo en un comunicado Barnie Gyant, guardabosques adjunto de la región del Pacífico suroccidental del Servicio Forestal. “Las tribus indígenas, los gobiernos tribales, los médicos tradicionales y sus comunidades aportan a nuestra alianza miles de años de conocimientos tradicionales de la ecología”.

No están comenzando de cero.

Por ejemplo, Lomakatsi ha trabajado durante años con el Servicio Forestal y con otras organizaciones sin fines de lucro como Nature Conservancy, las tribus y los terratenientes privados que trabajan en proyectos de largo plazo con el objetivo de restaurar grandes extensiones, normalmente decenas de miles de hectáreas a lo largo de varias jurisdicciones.

La organización contrata y capacita trabajadores, entre los que se encuentran indígenas estadounidenses jóvenes que ayudan en las labores que se realizan en cerca de 6500 hectáreas al año mediante una combinación de prácticas que incluyen la quema prescrita, la siembra de pasto nativo y la reducción estratégica de árboles, con lo que incluso se puede recuperar algo de dinero si se venden los troncos.

Marko Bey, el director ejecutivo de la organización, afirmó que gran parte de su trabajo implica recabar millones de dólares de fuentes de financiamiento para pagar los proyectos. En fechas recientes, ha sido más fácil argumentar que las labores de sustentabilidad son una buena inversión.

“La eliminación de los incendios es un cheque en blanco”, comentó.

No obstante, para muchos indígenas estadounidenses, esta convalidación es un poco agridulce.

A lo largo de la historia colonial de California, a los indígenas californianos se les despojó violenta y sistemáticamente de la posibilidad de cuidar la tierra en la que habían vivido durante siglos cuando los colonizadores blancos decidieron ir en busca de oro, madera y territorios.

Esta historia sombría continuó cuando se formaron las agencias y las técnicas modernas para el combate de incendios bajo la gran influencia de europeos que querían optimizar la producción de madera, señaló Mary Huffman, directora de la Red de Quema de los Pueblos Indígenas.

“Surgió un verdadero compromiso de no quemar nada”, afirmó, “y desde luego que eso fue un total retroceso de lo que habían hecho los pueblos indígenas durante miles y miles de años”.

Un artículo de 1920 escrito por William Greeley en The Timberman descarta la quema leve que practicaban “los indígenas en diversos bosques de pinos mucho antes de la llegada del hombre blanco” por considerarla un contrasentido, es decir, una propaganda que causaría la destrucción de árboles rentables si se le tomaba en serio.

Bill Tripp, director de políticas para los recursos naturales y el medioambiente del Departamento de Recursos Naturales de la Tribu Karuk, escribió en un artículo para The Guardian que desde la década de 1930 les disparaban a los karok por realizar quemas.

El concepto de la quema prescrita siguió siendo polarizadora cuando se desarrollaron las agencias federales y estatales para el combate de los incendios forestales bajo la premisa de que el fuego era un enemigo al que tenían que vencer mediante tácticas de tipo militar, en vez de considerarlo una herramienta que podría ayudar a evitar la devastación.

Huffman señaló que era importante distinguir entre la quema prescrita muy regulada solo para mitigar el riesgo de incendios forestales destructivos y la quema cultural que los pueblos indígenas han practicado en todo el mundo con diversos propósitos.

Sin embargo, ambos tienen cosas importantes en común: “En los dos casos, se sabe con exactitud por qué se está quemando una zona, cómo se está haciendo y quién lo lleva a cabo”, comentó Huffman.

Esto significa que es fundamental conocer el terreno específico, lo cual implica que los bomberos indígenas tienen una ventaja evidente sobre los bomberos que llegan de otros estados o incluso del extranjero.

Danny Manning, subjefe de bomberos de la Ranchería Greenville, quien también trabaja como especialista cultural en el Servicio Forestal, afirmó que durante la última década había observado cambios en la relación entre los bomberos federales y los tribales.

“Solía haber cierta obstinación en ambas partes y ahora es diferente”, señaló. “Las tribus también se están organizando mucho más”.

Manning, quien tiene ancestros maidus, navajos y sioux, ha pasado su vida laboral combatiendo incendios en el verano y realizando quemas culturales y prescritas en el otoño y la primavera. Cuando es temporada de incendios, trabaja catorce días seguidos y luego regresa a descansar a su casa.

Hace algunas semanas, comentó que había salido a combatir incendios siete veces este año.

“Cada temporada de incendios ha sido peor”, aseguró. “Todo mundo los ve y se da cuenta de que tenemos que hacer algo más, no solo extinguirlos”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company