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Las preguntas que quedaron sin respuesta en el debate de Kamala Harris y Mike Pence

La marcha de la campaña rumbo a la elección presidencial de Estados Unidos del próximo 3 de noviembre no cambiará tras el reciente debate vicepresidencial entre el republicano Mike Pence y la demócrata Kamala Harris.

En comparación al debate presidencial entre Donald Trump y Joe Biden, que estuvo sumido en el caos y en el que el mandatario se descarriló por completo con sus interrupciones y falacias, el de Pence y Harris fue bastante convencional, algunos incluso dirán que algo aburrido.

La senadora Kamala Harris y el vicepresidente Mike Pence participaron en el debate vicepresidencial rumbo a los comicios del 3 de noviembre de 2020. (Reuters)
La senadora Kamala Harris y el vicepresidente Mike Pence participaron en el debate vicepresidencial rumbo a los comicios del 3 de noviembre de 2020. (Reuters)

Ambas figuras presentaron sus puntos clave, atacaron al rival con las usuales argumentaciones y, en algunos casos, distorsiones, eludieron con frecuencia responder preguntas comprometedoras y aunque hubo cierto incumplimiento de las reglas del debate –sobre todo cuando Pence se pasaba del tiempo asignado sin que la moderadora, por lo general, lo frenara de modo enérgico– fue por lo general un encuentro tranquilo en lo formal.

Con todo, hubo algunos casos en lo que se dijo, o se omitió, en el debate resultó punzante y mostró el talante de ambas figuras y, por extensión, de los candidatos presidenciales a los que acompañan.

Fue en buena medida un debate marcado por algunas preguntas que se quedaron sin respuesta.

Lo que el vicepresidente de EEUU prefirió callar

En el caso de Pence, fue notoria la cantidad de veces que eludió responder a las interrogantes directas, ya fuera por abordar argumentos pendientes de su intervención anterior o porque prefirió hacer elaboraciones retóricas en vez de ir al fondo de los asuntos.

Por ejemplo, cuando se le preguntó por qué Estados Unidos tenía una mortalidad por covid-19 mucho mayor que otros países desarrollados, optó por elogiar las medidas tomadas por Trump ante la pandemia. Ello quizá habrá satisfecho a los seguidores entusiastas del presidente pero dejó abierto un abismo por el que se despeñó la posición de Trump y Pence al respecto: de poco vale todo lo hecho y dicho en relación al covid-19 si eso ha conducido al final a que Estados Unidos tenga una cantidad de fallecimientos en relación a su población sustancialmente mayor que otros países desarrollados.

El planteamiento, frecuente desde la esquina de Trump, de que si no se hubiesen restringido los viajes desde China y luego desde Europa se habrían registrado millones de muertos, más allá de si resulte o no plausible, es una hipótesis. La realidad es que más de 210,000 estadounidenses han muerto por covid-19, que más fallecerán y que muchos estarían con vida si la administración hubiese tenido un mejor manejo de la crisis y una actitud diferente ante medidas básicas de prevención del contagio, como el uso universal de mascarillas y el distanciamiento social. Trump y Pence pretenden tapar el horror sucedido con la alusión a algo que no sucedió.

Otras notorias omisiones de Pence fueron cuando se negó a responder sobre la falta de transparencia de los reportes de salud de Trump, contagiado de covid-19, y tampoco dijo nada sobre si había discutido con el presidente sobre su avanzada edad y la posibilidad de que quedara incapacitado y, por ello, tuviera él en su calidad de vicepresidente que asumir las riendas de la Casa Blanca.

Ese escenario, al parecer, les resultó tan indeseable a Pence y también a Harris –cuando se le hizo la misma pregunta en relación a una incapacidad de Biden– que ambos se salieron por la tangente. Pence aludiendo al tema de una eventual vacuna contra el covid-19 y Harris diciendo que recordó a su madre cuando Biden le ofreció la candidatura vicepresidencial.

Fue curioso que cuando se discutió sobre el acceso a la salud en Estados Unidos, Pence aludiera al plan que tiene Trump para reemplazar el Obamacare, cuando su gobierno nada ha planteado al respecto y sí, en cambio, litiga en tribunales para eliminar la cobertura obligatoria de enfermedades preexistentes en los seguros médicos privados, algo que Harris señaló como una amenaza para millones de estadounidenses.

La Universidad de Utah en Salt Lake City fue el escenario del debate vicepresidencial entre la demócrata Kamala  Harris y el republicano Mike Pence. (Reuters)
La Universidad de Utah en Salt Lake City fue el escenario del debate vicepresidencial entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Mike Pence. (Reuters)

Tampoco tuvieron respuesta dos planteamientos importantes: Harris no respondió cuando Pence le preguntó si apoyaba, como se ha especulado, que de ganar Biden se añadieran jueces a la Corte Suprema para diluir la presencia conservadora mayoritaria actual (y que se incrementará si Trump logra el aval a su candidata para ocupar la silla que dejó vacante la recién fallecida Ruth Bader Ginsburg), y Pence no dijo nada sobre qué haría si Trump no acepta una derrota en las elecciones, prefiriendo la salida simplista de decir que ganará y revirando con alusiones a la retórica republicana de que los demócratas habrían tratado, vía la investigación de la injerencia rusa y el impeachment, de alterar el resultado de la elección de 2016.

Pence estuvo muy activo al plantear los éxitos del gobierno de Trump en contra del Estado Islámico e Irán y le reprochó a Harris que durante el gobierno de Barack Obama y Biden no se hubiera aprovechado una oportunidad de eliminar al líder de ISIS.

Un cara a cara sin sorpresas

Harris por su parte hizo una defensa de la lucha contra el racismo y la injusticia sistémica, expresada en el clamor tras la muerte de George Floyd y Breonna Taylor a manos de policías, y logró con ello hacer un fuerte contraste con Pence. Ella defendió las manifestaciones pacíficas y la necesidad de una reforma penal y policial mientras que Pence se enfocó, en sintonía con Trump, en los incidentes de vandalismo y saqueo y soslayó los agravios reales que sufren las comunidades afroamericanas y otras minorías.

Cada uno expuso también sus posiciones en otros temas, entre ellas la economía, la relación con China o el cambio climático, en el que Harris y Pence se colocaron en las antípodas.

Eso sucedió también en relación al aborto: Pence exaltó su posición provida y Harris su defensa del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, pero ni el vicepresidente planteó directamente una eliminación de la norma Roe v. Wade, con la que la Corte Suprema avaló el aborto en Estados Unidos, ni Harris dijo si impulsaría en California la eliminación de restricciones al aborto si Roe v. Wade fuera anulada por una Corte Suprema conservadora.

Y ambos criticaron al rival de ser responsable de pérdidas de empleos y mala conducción económica mientras exaltaban lo hecho por, en su caso, la administración de Trump-Pence y de Obama-Biden.

Pero todo ello era previsible, y en realidad ambos mantuvieron el discurso y las posiciones que sus campañas han sostenido previamente. No hubo reales sorpresas, ni es de esperar que las preferencias electorales se modificarán de modo relevante por lo dicho o callado en este debate.

Incluso, algunos afirman mitad en broma y mitad en serio que el pasado debate vicepresidencial podría ser más recordado por la anécdota de la mosca que por unos momentos se posó en la cabeza del vicepresidente Pence como una suerte de símbolo del actual estado de la administración del presidente Donald Trump.

Una mosca se posó por unos minutos en la cabeza del vicepresidente Mike Pence durante su debate con la senadora Kamala Harris, (Getty Images)
Una mosca se posó por unos minutos en la cabeza del vicepresidente Mike Pence durante su debate con la senadora Kamala Harris, (Getty Images)

Este fue el único debate vicepresidencial en esta campaña y le seguirá, si se mantiene vigente, un segundo debate entre Trump y Biden, programado para el próximo 15 de octubre. Dado que Trump padece covid-19 y no es claro si para entonces se habrá recuperado o no será foco de infección y contagio, la discusión sobre el futuro de los dos debates pendientes está abierta.

¿Tiene sentido un nuevo debate caótico y ofensivo, considerando que no hay razón para suponer que Trump actúe de modo diferente a lo que hizo en el primer encuentro con Biden? Y es al presidente, más que al candidato demócrata, a quien le podría beneficiar un segundo debate pues requiere urgentemente mejorar su posición ante el electorado (está muy rezagado en las encuestas nacionales y en estados clave) mientras que a Biden le vendría bien simplemente dejar pasar el tiempo y consolidar su ventaja.

Pero cuando el covid-19 es el tema más punzante en el país, la presencia de un Trump recién infectado de coronavirus es el ejemplo patente de su fracaso, por más que él se empeñe en plantear las cosas a su favor. Una realidad que Trump quizá no podrá remontar en un segundo debate cuyo formato es una sesión de preguntas y respuestas con ciudadanos. Es por ello que un nuevo encuentro con Biden, al final, quizá tampoco le convenga a Trump.

En este contexto, y ante la incertidumbre sobre la realización del segundo e incluso del tercer encuentro entre los candidatos presidenciales, el de Pence y Harris podría haber sido el cierre prematuro de la temporada de debates.