Tras los precios de la energía, Europa se enfrenta a una inflación persistente
La inflación en Europa ha bajado menos de lo que estaba previsto para el comienzo del año, anunció Eurostat el pasado 1 de marzo. Impulsada inicialmente en 2022 por la subida de los precios de la energía, que están dando tregua, ahora la inflación se mantiene, en particular por el continuo aumento en los precios de los alimentos, lo que se conoce como inflación subyacente. Un “factor preocupante”, según el economista Philippe Waechter y una situación “bastante nueva” que las economías europeas deberán enfrentar durante la primavera.
Una buena noticia… engañosa. La tasa de inflación anual de la Eurozona siguió bajando en febrero por cuarto mes consecutivo, situándose en el 8,5% interanual, según las cifras publicadas por la agencia europea de estadísticas Eurostat.
El tope de octubre de 2022 (10,6%) parece lejano, pero no es motivo para entusiasmarse: en realidad, la inflación cayó menos de lo que estaba previsto para febrero. Los expertos entrevistados por Factset y Bloomberg esperaban tasas del 8,2% y 8,3% respectivamente, antes de que se publicaran las cifras europeas.
Aunque la diferencia con la previsión parece poca, esconde una realidad que contrasta con la dinámica actual de la inflación en Europa.
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