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Postergar o no postergar las elecciones: las lecciones de un mundo en pandemia

Autoridades de una mesa en la que estaban autorizados a votar ciudadanos con Covid positivo en Barcelona, a principios de este año
Pau Barrena

Posponer o no posponer las elecciones. Este dilema ha estado presente en numerosos países durante el año pasado como consecuencia de los efectos disruptivos que la pandemia tuvo en el calendario electoral global y regional latinoamericano.

Entre el 21 de febrero de 2020 y el 28 de marzo de 2021, 78 países y territorios del mundo decidieron posponer sus procesos electorales, según nuestra base de datos (www.idea.int). En el caso de América Latina, desde que la OMS declaró como pandemia al Covid-19 (11 de marzo de 2020) todas las elecciones que estaban previstas para el segundo trimestre del año (abril-junio) fueron pospuestas para el segundo, salvo Paraguay, que las trasladó para el 2021 y que ahora un sector del oficialismo está considerando volver a suspender nuevamente para asignar a cuestiones sanitarias el presupuesto asignado a esos comicios.

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Todas las elecciones que se llevaron a cabo en nuestra región el año pasado, contaron con buenos niveles de integridad electoral (excepto la farsa electoral venezolana) y aceptables niveles de participación electoral, salvo en la República Dominicana, cuyas elecciones generales registraron un importante aumento del abstencionismo. Otro dato importante: ninguno de estos procesos produjo un aumento descontrolado ni de contagios ni de muertes asociado al coronavirus.

Por su parte, todas elecciones latinoamericanas calendarizadas durante el primer trimestre de este año se llevaron a cabo en las fechas convenidas (primera vuelta de las generales en Ecuador; legislativas y locales en El Salvador; regionales en Bolivia; y primarias en Honduras) con normalidad. Y en menos de dos semanas, el 11 de abril, la región vivirá un súper domingo electoral, con la segunda vuelta de la presidencial en Ecuador, la primera vuelta de las generales en el Perú y la segunda vuelta de las regionales en Bolivia, pese a que la pandemia sigue muy presente en los tres países.

Solo Chile, que también tenia elecciones previstas para el 11 de abril (de convencionales constituyentes, gobernadores regionales, alcaldes y concejales), ha decidido posponer la celebración al mes de mayo debido a razones estrictamente sanitarias. En este momento el parlamento chileno esta debatiendo una ley enviada por el Ejecutivo y se espera su aprobación en las próximas horas.

Como observamos, la experiencia comparada demuestra que sí es posible celebrar elecciones en tiempos de pandemia, logrando conciliar tres objetivos: proteger la salud de la población; garantizar el pleno ejercicio de los derechos políticos, y asegurar adecuados niveles de integridad electoral y de participación.

Para ello, la gran mayoría de los organismos electorales del mundo y de nuestra región han venido introduciendo novedosas medidas y protocolos que permiten organizar las elecciones de manera efectiva, segura y participativa en tiempos de pandemia.

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De la experiencia comparada, se desprenden importantes lecciones que deben ser tenidas en cuenta a la hora de decidir posponer unas elecciones. Destaco las siguientes seis:

  1. La decisión de posponer la elección es una opción valida pero debe ser siempre el último recurso. Antes de decidir posponer hay que identificar y evaluar cuidadosamente todas las opciones pro-elección y solo decidir posponer cuando el riesgo sanitario de celebrarlas sea muy grave.

  2. La decisión debe ser el resultado de un profundo debate en el seno del Congreso; debate en el que deben participar todos los actores relevantes en relación con este tema: expertos, gobierno, partidos de oposición y autoridades electorales.

  3. La posposición debe basarse en razones exclusivamente sanitarias y estar avalada por un riguroso informe científico. Debe tomar en cuenta la opinión técnica de la autoridad electoral y asentarse en un amplio nivel de consenso político para evitar que ningún sector político intente sacar rédito de la decisión.

  4. Debe ser decidida ni con demasiada anticipación pero tampoco a escasos días de su celebración para evitar generar incertidumbre.

  5. Es importante que el mismo acto jurídico que establece posponer la elección fije la nueva fecha de celebración; decisión que también debe contar con el mayor nivel de consenso posible para evitar que algún sector político intente obtener ventaja.

  6. La decisión de posponer debe ser oportuna y claramente comunicada a la ciudadanía, explicando las razones que la justifican (proteger la salud de la población), informando la nueva fecha y ofreciendo garantías de que esta decisión no afecta el pleno ejercicio de los de los derechos políticos ni la integridad del proceso electoral.

Como vemos, estas medias buscan proteger la salud de la población y de la democracia al mismo tiempo. Y la experiencia comprada demuestra que si se actúa de buena fe y con responsabilidad es posible conciliar ambas.

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El autor es director regional de IDEA Internacional