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Dos portadas de The Economist sobre el mismo tema muestran su gran hipocresía

The Economist es una de las revistas más prestigiosas del mundo. La publicación se remonta a 1843 y aborda la actualidad de las relaciones internacionales y la economía, habiéndose convertido en estas décadas en una publicación de referencia a nivel global. Pero en ocasiones, también tiene sus patinazos.

Así ha ocurrido con su último número, el que abarca la semana del 14 al 20 de agosto de 2022. Su tema principal es los ataques chinos a las empresas tecnológicas. Un asunto de plena actualidad en el gigante asiático.

Las dos portadas de la polémica de The Economist. (The Economist)
Las dos portadas de la polémica de The Economist. (The Economist)

En ella se ve una foto de un hombre, de estética comunista, que va a golpear con un mazo los logos de algunas compañías de tecnología del país, como es el caso de TikTok. Una escena que refleja perfectamente la censura que estas sufren allí.

La cosa no pasaría de ahí si no fuera porque hace tres años The Economist llevó ese mismo tema con los países europeos como protagonistas. Y entonces el tratamiento y el enfoque fue muy diferente.

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En la publicación del 23 de marzo de 2019, abría la portada el siguiente titular: "Los determinantes. Europa se enfrenta a los gigantes tecnológicos", es decir, mientras que el foco en un sitio se pone en la represión, en el otro se presenta de una manera positiva un mayor control sobre este tipo de empresas.

Pero es que la estética también es digna de mención porque en la europea los protagonistas son hombres y mujeres elegantemente vestidos que portan armas. Frente a la infantilización de los chinos, con una vestimenta que parece de hace varias décadas, a los países de Europa se les presenta como gente poderosa que lo va a hacer por el bien de la sociedad.

Dos maneras muy distintas de enfocar el mismo tema que chocan al ser comparadas. Y lo cierto es que en esta ocasión parece que a The Economist se le ve un poco el plumero. Cabe recordar que la publicación defiende una ideología liberal, completamente crítica con el régimen de Pekín.

De esta manera, presenta a los países europeos como garantes de los derechos y libertades y, por tanto, deben controlar las peligrosas intenciones de las empresas tecnológicas. Pero cuando es China, lo que se muestra es que su Gobierno quiere liquidar a estas compañías en un ejercicio de censura.

En definitiva, una distinción tradicional entre buenos y malos, según el propio criterio de la revista, claro, que no pasa desapercibida.

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