Porno contra la precariedad laboral

Ella cobraba 3,5 euros la hora como camarera, sin contrato. Él compaginaba estudios con un puesto de autónomo en una consultora de ingeniería. Resultado: poco tiempo libre y un sueldo escaso. Apenas podían disfrutar de ocio y mucho menos vivir por su cuenta. Mara y Manu, como muchas otras parejas, arrastraban esta precaria situación hasta hace un par de años. Cansados de sus trabajos basura, estos jóvenes residentes en Tenerife decidieron dar carpetazo y “emprender”. ¿Cómo? Montaron ‘Made in Canarias’, su propio canal de vídeos porno.

Mara y Manu han capitalizado su proyecto para poder independizarse y viajar / Cortesía de Made in Canarias
Mara y Manu han capitalizado su proyecto para poder independizarse y viajar / Cortesía de Made in Canarias

Hoy, con 320.000 suscriptores y más de 272 millones de visionados en la web Pornhub, no solo han podido independizarse, sino que se han permitido viajes a islas de Panamá o Grecia, desde donde responden por correo electrónico. “No sabíamos en qué queríamos invertir, pero buscando y buscando se nos ocurrió probar con esto”, recuerdan Mara y Manu, de 23 y 28 años, respectivamente, según su perfil público (prefieren no decir la real). “Al principio combinamos la ‘nueva empresa’ con el trabajo”, continúan, “nunca pensamos que fuese a salir tan bien, pero desde que vimos la oportunidad, decidimos dedicarle el 100% de nuestro tiempo”.

No tenían ninguna referencia. Ni siquiera el típico ojeador del mundillo que les tentara o algún conocido que les ayudara. Tampoco se habían puesto frente a ninguna cámara, aparte de la del móvil en momentos íntimos de alcoba (sin fines lucrativos). Pero se veían cómodos en esta actividad. “La idea surgió entre otras muchas. El objetivo era hacer algo que nos gustara y empezar a ser nuestros propios jefes”, sintetizan. Mara y Manu no pensaron que llegarían a tanto grabándose a sí mismos. “Empezamos con mucha ilusión, aunque no teníamos muchas expectativas. Nos sorprendía ver cómo conseguíamos mil visitas en un vídeo. Ahora mismo conseguimos millones y seguimos sorprendiéndonos”, comenta la pareja, ambos dotados con unos cuerpos atléticos que muestran con descaro en las distintas redes sociales de Made in Canarias.

Solo en Twitter alcanzan los 46.800 seguidores. Y en Instagram llegan a 72.400. Cada publicación suele ir acompañada de decenas de alabanzas. “Lindos”, “Sois los mejores” o “preciosura” son los comentarios más habituales (y recatados). “Además, ahora tenemos web propia, donde hacemos una recopilación de todas nuestras escenas, pero los vídeos son subidos a nuestro canal de Pornhub”, apuntan, convencidos de que el proyecto no se les antoja como un capricho ni algo puntual. “Lo estamos viviendo como lo que es: una empresa de la que hay que estar pendiente 24 horas al día. Estamos dedicados a ella y cada día que pasa estamos más ilusionados”, insisten, considerándose una especie de ‘youtubers’ para adultos.

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Con estas producciones de porno amateur de pareja, Mara y Manu han podido salir del techo familiar y olvidarse de los trabajos basura / Getty Images

¿Lo saben sus allegados? ¿Cómo se lo toman? “A todos se lo dijimos cuando íbamos a empezar. Nunca hemos ocultado nada a la familia ni a los buenos amigos”, afirman, “y todos reaccionaron bien: el respeto a la vida personal de cada uno siempre ha sido un pilar básico en nuestra relación con ellos. Ahora, para la gente que nos quiere, vernos contentos es lo más importante. Y nosotros lo estamos”.

Recientemente han incluido terceras personas en los vídeos, grabados siempre desde el plano subjetivo de Manu. “La unión hace la fuerza. Las colaboraciones siempre son buenas y como en toda empresa, hay que estudiar las estadísticas y la demanda”, señalan, remarcando las dificultades de ser autónomo en España. La experiencia les ha supuesto alegrías económicas, pero también sentimentales. “El llevar adelante este proyecto juntos ha requerido una complicidad, sinceridad, implicación y confianza entre nosotros que no se daría en otras circunstancias. Hay que tener en cuenta que lo que producimos sigue siendo porno amateur de pareja”, indican.

“Aún no nos lo creemos. Parece demasiado bueno para ser cierto. Hay días que nos preguntamos, ¿es real o estamos en un sueño?”, escriben sobre estos dos años en que han salido del techo familiar y del yugo de trabajos basura. “Hemos podido independizarnos, pero lo que más valoramos es trabajar para nosotros mismos y no depender de nadie más. También nos ha permitido viajar y conocer muchos otros lugares, además de tener más tiempo para nosotros mismos y nuestras aficiones”, repiten. Por eso, Mara y Manu no se plantean alterar su situación laboral ni por ofertas con condiciones decentes. Lo expresan sin dudar: “Ahora mismo, es nuestra empresa y no está en nuestros planes a corto plazo deshacerla. Después de esto, tenemos claro que seguiremos emprendiendo. Trabajar para uno mismo es algo a lo que uno se acostumbra y no se puede cambiar tan fácil”.

La contraparte

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A pesar del éxito de Made in Canarias, muchos reivindican mejores condiciones en el sector porno / Getty Images

Pero no todo es tan idílico. Amarna Miller, centrada en nuevos proyectos artísticos y sin ganas de hablar sobre un gremio que abandonó hace años, criticó las condiciones del porno en dos artículos de la revista Vice. Allí se subrayaba la precariedad del oficio. Actrices como Silvia Rubí confesaban que hace una década era un trabajo “medianamente rentable”, pero que ahora su media de ingresos solo por rodajes rondaba los 400 euros al mes. “Ruedo unas dos escenas, aunque algunas son de contenido compartido. El mejor mes de toda mi carrera gané unos 2.500 euros”, indicaba.

Necesitas tener otros trabajos para poder llegar a fin de mes. Produzco y vendo vídeos a través de diferentes plataformas. Soy ‘dómina’ profesional, ofrezco ‘shows’ por ‘webcam’, trabajo como modelo en sesiones de fotografía y realizo servicios de ‘escort’. Si solamente rodase porno estaría viviendo con mis padres, comiendo arroz todos los días o viajando constantemente al extranjero en busca de rodajes. La gente confunde el trabajo que desempeñamos los actores con lo que recaudan las productoras y distribuidoras. Me considero dentro de la clase media baja", sentenciaba Rubí.

Coincide Anneke Necro, actriz y directora, en el texto mencionado: “Hay meses que puedo ganar unos 1.000 euros y otros que tengo que espabilarme con 500 o 600. No me considero de clase baja porque pese a que mi situación económica es precaria, soy una persona con estudios y con ciertos privilegios, pero ni de lejos soy millonaria. Ni siquiera puedo decir que tengo estabilidad económica. Ganaba mucho más cuando trabajaba en el mundo de la moda”. Las demás personas consultadas por Miller lamentan la inestabilidad y desgranan problemas a la hora de firmar contratos en una industria cuya solidez es inexistente. Cada caso, por tanto, es un mundo. Para Mara y Manu, de momento, la opción del porno se antepone a los 3,5 euros por hora detrás de una barra de bar o la inestabilidad como consultor.