Por qué no trabajan y de qué vive la cantidad récord de personas que han renunciado a sus empleos en EEUU

La pandemia de covid-19 destruyó millones de puestos de trabajo en Estados Unidos, al grado de que la tasa de desempleo alcanzó en 2020 niveles no registrados desde los tiempos de la Gran Depresión en la década de 1930.

Desde entonces, la economía se ha recuperado de modo importante, una cantidad sustantiva de los empleos perdidos se han recuperado y millones de personas han vuelto a trabajar. Actualmente, según datos del Departamento de Trabajo citados por Político, la cantidad de personas que solicitaron beneficios de desempleo a principios de octubre en Estados Unidos fue la más baja desde principios de la pandemia.

Un anuncio de oferta de empleo en un supermercado en Olympia, estado de Washington. (AP Photo/Ted S. Warren)
Un anuncio de oferta de empleo en un supermercado en Olympia, estado de Washington. (AP Photo/Ted S. Warren)

Sin embargo, hay un faltante de gran importancia: la fuerza laboral de Estados Unidos -las personas de 16 años o más que actualmente tienen un trabajo y las que no lo tienen y buscan uno- se contrajo en 4.3 millones de personas de febrero de 2020 a septiembre de 2021.

Ese "hueco" se da en el contexto de las dificultades que muchos empleadores tienen actualmente para llenar sus vacantes de empleo. Según el periódico The Wall Street Journal, habría actualmente 10 millones de posiciones laborales que no han sido cubiertas. A ello hay que sumar que la cantidad de personas que renuncian a su actual empleo se encuentra en niveles récord.

Sectores como los restaurantes, los hoteles, las tiendas de menudeo, el transporte, la manufactura y el cuidado infantil y de la salud, entre otros, enfrentan falta de trabajadores, lo que merma su capacidad de producción y servicio justo cuando la demanda crece. Eso, además de ponerle trabas a la actividad de las empresas, incrementa sus costos y, en ocasiones, crea desabasto, lo que afecta tanto a productores como a consumidores.

En algunos casos, ante la falta de trabajadores, las empresas han optado por asignar horas extra a los empleados que ya tienen contratados, algo que es costoso para las compañías y que aunque incrementa el ingreso de quienes trabajan más, también aumenta el estrés y la carga que pesa sobre ellos, algo que en ocasiones llega a momentos que no son ya sostenibles.

Trabajadores en un restaurante que opera con menos personal del que necesita, y cuyas vacantes no ha logrado cubrir, en Louisville, Kentucky. (Reuters)
Trabajadores en un restaurante que opera con menos personal del que necesita, y cuyas vacantes no ha logrado cubrir, en Louisville, Kentucky. (Reuters)

Cuando trabajar no es una opción rentable

Ciertamente, muchas de las personas que han renunciado a su trabajo, y las que pudiendo aceptar una oferta de empleo pasan de ella, lo hacen porque prefieren dedicarse a actividades mejor remuneradas o que les proveen de otros beneficios.

Y, en ese sentido, los 4.3 millones de personas que de plano han dejado de trabajar y de buscar trabajo representan una contracción de la fuerza laboral no vista desde la década de 1970, y ello ha intrigado a muchos. Se esperaba, por ejemplo, que en septiembre con el regreso de las escuelas a clases presenciales se incrementarían los empleos en las actividades vinculadas a la educación y servicios relacionados.

Pero, en realidad, aunque hay muchas vacantes abiertas, las escuelas enfrentan falta de trabajadores, por ejemplo, en las cafeterías para servir los desayunos y almuerzos escolares o falta de choferes de autobuses escolares. Y, de cara a la temporada de fin de año, cuando el público aumenta sus compras considerablemente, muchas grandes empresas sufren dificultades para cubrir miles y miles de plazas de empleo estacional, lo que dificultará su capacidad para lograr las ventas esperadas o hará que no puedan abastecer toda la demanda de sus productos y servicios.

Un caso ilustrativo, citado por el Journal, es el de las guarderías. Afectadas por falta de personal, muchos de esos centros de cuidado infantil han debido limitar la cantidad de menores que pueden aceptar, lo que ha provocado que muchas familias se topen con que no encuentran donde dejar a sus hijos mientras van al trabajo, y por ello han tenido que dejar de trabajar, o al menos reducir fuertemente las horas diarias que dedican a ello.

Y en ocasiones las guarderías han elevado sus precios (para poder elevar salarios y llenar vacantes), pero eso ha hecho que en muchas familias la madre (y en menor grado el padre) decidan quedarse en casa y no volver al trabajo, pues el alto costo del cuidado infantil consume tal proporción de su ingreso que le resulta incosteable e indeseable.

Muchas personas no han querido volver a trabajar en actividades que demandan interacción con público por temor al contagio del covid-19, y muchos no han querido volver a empleos, o aceptar nuevas plazas, que ofrecen salarios bajos. Una cantidad importante ha optado además por jubilarse aceleradamente y, añade el Journal, restricciones en la frontera han incluso reducido el flujo y disponibilidad de nuevos trabajadores inmigrantes.

Tan solo en agosto de 2021, más de 4 millones de personas decidieron renunciar a sus trabajos, de acuerdo con cifras oficiales citadas por la televisora CNBC.

El salario, un factor de peso

Al final, muchas personas de plano han dejado de buscar empleo, ya sea porque lo que se les ofrece no les es redituable o porque pueden compensar la falta de ingreso de alguna manera. De allí el "faltante" de 4.3 millones en la fuerza laboral estadounidense.

Puede afirmarse que si las empresas incrementaran sustancialmente los salarios que ofrecen tendrían menos problemas para llenar sus vacantes, pero eso, por otro lado, incrementaría sus costos, elevaría los precios y al final acabaría devorando, en los ciclos y balances económicos, las ganancias salariales.

Pero en todo caso es cierto que muchos sectores han operado históricamente pagando salarios bajos a mucha de su fuerza laboral, algo a lo que, tras el brutal golpe de la pandemia, muchos trabajadores no quieren volver.

La realidad es que las alzas salariales ya se han dado en muchos sectores, y continuarán dándose, en el afán de las empresas de cubrir sus vacantes y poder mantener o aumentar su actividad y eso, curiosamente, ha tenido algunos otros efectos.

Por ejemplo, según comentó al Journal la economista Betsey Stevenson, de la Universidad de Michigan, "si Amazon está pagando 15 dólares la hora a los empleados de sus bodegas, eso puede resultar un trabajo más beneficioso que ser empleado de una guardería". Así, en esa hipótesis, el trasvase de empleados de un sector a otro para ganar más aunque aumenta el empleo en cierto sector puede tener efectos en cadena que agraven la situación en otros ámbitos, y lleve a otras personas a decidir dejar de trabajar.

Un anuncio en una tienda departamental Ross en Hallandale, Florida, ofrece puestos de trabajo. El sector de comercio minorista sufre de carencia de trabajadores en EEUU. (Getty Images)
Un anuncio en una tienda departamental Ross en Hallandale, Florida, ofrece puestos de trabajo. El sector de comercio minorista sufre de carencia de trabajadores en EEUU. (Getty Images)

¿De qué viven los que no tienen ni buscan empleo?

Con todo, ¿de qué viven las millones de personas que decidieron salirse del mercado laboral?

Durante un periodo importante desde que se desató la pandemia, los pagos federales extraordinarios de desempleo que percibía un trabajador que se quedó sin empleo -que llegaron a sumar 600 dólares a la semana en adición a los montos de desempleo estatales- hicieron que muchas personas ganaran más vía esa prestación que lo que obtenían, o podrían obtener, de sus empleos.

Pero esos beneficios comenzaron a expirar desde mediados de año y se terminaron por completo en septiembre. Con todo, millones de personas siguen fuera del mercado laboral y, por ello, formalmente sin percibir ingresos.

Muchos han podido hacer eso, como en el caso de los matrimonios o parejas estables, porque una de las personas de la pareja ha tenido una mejora que permite que la otra deje un empleo que no le es suficientemente remunerado o que no le compensa los costos y sacrificios que debe hacer y, señala el Journal, en algunos casos las bajas tasas de interés de las hipotecas y la pausa en el cobro de ciertos préstamos (por ejemplo los estudiantiles) dieron a familias la posibilidad de reducir gastos y, con ello, facilitar que uno de sus integrantes deje de trabajar.

Eso, aunque tiene ciertamente un impacto financiero en la familia, aporta otros beneficios, como la posibilidad de cuidar directamente a los hijos pequeños o, simplemente, da tiempo para una mayor convivencia familiar y aparta al trabajador, al menos en lo que llegan oportunidades más auspiciosas, de empleos de bajos ingresos o poca realización profesional.

Dependiendo del contexto de cada persona, como se comenta en Yahoo Finance, las maneras en que quienes deciden no trabajar consiguen los recursos necesarios para sobrevivir son variadas.

Además de las percepciones extraordinarias por desempleo y el apoyo familiar, otras formas de hacerse de ingresos sin trabajar serían, por ejemplo, el retiro anticipado y beneficios como la incapacidad, echar mano a los ahorros o a inversiones previas, empleo no formal en el que se cobra en efectivo e incluso vivir de la agricultura, la caza o la pesca o hasta dedicarse a actividades ilícitas.

Cabe señalar que muchas de esas actividades solo están al alcance de pocos, son practicadas por grupos pequeños de personas o son totalmente indeseables y han de erradicarse (como son las de índole criminal) y no pueden generalizarse.

En una oficina del Servicio Postal de Estados Unidos en Los Ángeles se ofrece una diversidad de empleos, pero muchos de esos puestos siguen vacantes. (AFP)
En una oficina del Servicio Postal de Estados Unidos en Los Ángeles se ofrece una diversidad de empleos, pero muchos de esos puestos siguen vacantes. (AFP)

El eventual regreso de muchos trabajadores "faltantes"

En todo caso, llegará un momento en que gran parte de esas personas ya no podrán costearse seguir sin trabajar, y presumiblemente volverán a buscar empleo y a aceptar uno, pero es indudable que el fenómeno de quienes optan por salir del mercado laboral (por no hallar en él la recompensa o la compensación por su sacrificio) ha sido de gran magnitud en meses recientes.

Por ejemplo, según cifras citadas por el Journal, la industria de restaurantes y bares en Estados Unidos perdió en septiembre de 2021 el 7.6% de su fuerza laboral en comparación con febrero de 2020, y el salario por hora que pagan ha aumentado 12.7% entre febrero de 2020 y agosto de 2021. Sus precios han subido 7.3%.

En el caso de la hotelería, su fuerza laboral se ha contraído 17% en agosto de 2021 en comparación al periodo antes de la pandemia, y la paga por hora ha subido en ese sector un 13.3%.

Así, muchos de esos 4.3 millones de trabajadores "faltantes" presumiblemente volverán a trabajar cuando encuentren una posición más satisfactoria o cuando tengan necesidad de ingreso que no puedan paliar de otra manera.

Pero algunos no volverán: por ejemplo, indica el Journal, la cantidad de personas que se jubiló entre febrero de 2020 y junio de 2021 fue más del doble que en años previos, lo que sumó 3.6 millones de nuevos retirados en ese periodo.

Y muchos otros posiblemente obtienen ingresos en actividades informales a un nivel que les resulta preferible a contratarse en un empleo fijo con salarios bajos, al menos en tanto las circunstancias les resultan más favorables.

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