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Por qué es importante que las grandes corporaciones mundiales paguen el impuesto global

¿Qué significa el impuesto a las multinacionales que propone Biden y respalda el G7? ¿Es una evolución del capitalismo? En qué consiste, por qué representa un enorme cambio para Estados Unidos y el capitalismo del mundo, quiénes son sus detractores y qué enorme victoria significaria en política interna y externa para Joe Biden.

Shanghai/China-Nov.2020: Chinese customers in face mask, lining up outside Apple retail store, queuing to buy the new iPhone
Fachada de la Apple Store en Shanghai (Foto:Getty)

Hace décadas que, fracasadas las propuestas colectivistas como el comunismo y el socialismo y, más bien, convertidas en fábricas de horror -además de demoledoras de economías que quedaron todas convertidas en chatarra-, las sociedades occidentales buscan cómo, preservando sistemas que garanticen todo tipo de libertades y derechos individuales, empresariales, religiosos, vocacionales, laborales, de género, de negocio y otros tantos, procuren, también, sociedades justas, en las que los grupos con menos oportunidades encuentren puertas mediante las cuales surgir, con estudio, trabajo e iniciativa, y lograr tanto como el que más, en un ambiente libre que luche contra prejuicios y discriminación.

'Izmir, Turkey - June 11, 2012: Close up to Google  website through a magnifying glass on the laptop. Google is the most popular search engine in the world.'
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Suena utópico, pero es la pretensión de un mundo mejor que nunca se detiene.

Y ese objetivo pasa no solo por un estado que sea capaz de ofrecer educación, soportes y resortes sociales, salud y mínimas condiciones a todos sus ciudadanos, sino por un empresariado responsable, con conciencia comunitaria, que entienda que la razón y la consecuencia de su negocio y su riqueza estará siempre mejor en tanto que los ciudadanos vivan en un estado más justo y abundante en oportunidades.

Pero en el caso de las empresas trasnacionales, hasta ahora, esta relación no se ha cumplido a cabalidad.

Un poco de historia y el doble irlandés

Hasta el momento, la ecuación funcionaba al revés: para mantener en sus territorios a las empresas multinacionales, los gobiernos les ofrecían condiciones preferenciales y competitivas como, por ejemplo, reducir o eliminar los impuestos. De esa forma, aunque el estado en cuestión se quedara recibiendo poco o nada de la ganancia de la empresa operadora, el gobierno consideraba que al menos se generaban puestos de trabajos y un poco de la liquidez operativa de la empresa.

Las Vegas,Nevada, United States - June 18, 2020: Amazon fulfillment center exterior shot in North Las Vegas Nevada USA . Amazon is the most famous on-line shopping company in the world.
Amazon de Las Vegas,Nevada, Estados Unidos (Foto:Getty)

Mejor que nada... pero, ¿justo? No necesariamente. Una empresa se instala en un lugar porque bien sea por el talento, las condiciones económicas o la posición geográfica, representa una ventaja estratégica para la productividad y rentabilidad del objeto de su negocio.

Lo que su operación produzca en ganancias se debe en parte a estar allí, así que no pagar impuestos en el lugar en el que opera no es del todo justo. Esos impuestos que podrían contribuir con educación, salud y otras áreas de desarrollo quedan, sin embargo, renegados, frente a la necesidad de los estados de mantener la operación de las multinacionales que, teniendo varias ofertas para establecerse, estaban en capacidad de escoger a su mejor conveniencia.

A eso se le suma que, en muchos casos, esas trasnacionales ni siquiera pagan impuestos en los lugares de origen en los que su empresa tiene los "headquarters" o sede principal, sino que su constitución legal y declaración de impuestos se ubica en los llamados paraísos fiscales, pequeños territorios de escasa o nula demanda tributaria, que en algunos casos incluye incluso protección de información y secretismo.

Gigantes tecnológicos como Google o Apple, o empresas de enorme tamaño en otros sectores como Starbucks o Ikea, entre muchas otras, se las han ingeniado para reducir el pago de impuestos tanto como les es posible.

Graz, Austria - April 23, 2011: IKEA shop in Graz with red, blue and yellow flags fluttering in front of a building. Large yellow Ikea logo on facase. Small traffic sign showing direction for trucks. IKEA is producer of low price furniture located south of Stockholm in Sweden with branches all over the world.
Fachada de la empresa sueca Ikea

Una las estrategias más usadas por las multinacionales se conoce comúnmente en el ambiente financiero como "el doble irlandés". Consiste en mover los miles de millones que reportan las ganancias a las Islas Bermudas, por ejemplo, que no grava los beneficios empresariales, pero se hace a través de una empresa domiciliada en Dublín, pues el archipiélago del Caribe tiene un convenio con Irlanda que hace que esa opción sea posible. Una factura, la otra cobra. Todo es legal. Y las obligaciones tributarias prácticamente desaparecen.

Pero esa es solo una entre muchas vueltas que las multinacionales encuentran para reducir o disminuir casi a cero las tributaciones.

Con el impuesto global, esas alternativas, por una parte, ya no serían posible, y por la otra, dejaría de haber incentivo para adoptarlas.

La propuesta de Biden

La idea básica es simple: los países legislarán una tasa de impuesto global mínimo de al menos 15% para las grandes transnacionales cuyos ingresos superen aproximadamente los 850 mil millones de dólares en ganancias.

Entonces, si las compañías tienen ganancias no gravadas o apenas gravadas en uno de los paraísos fiscales, su país base impondría un impuesto compensatorio que elevaría la tasa a 15%.

Eso haría inútil para una compañía usar los paraísos fiscales, toda vez que el impuesto evadido allí sería cobrado en su país. Por esa misma razón, eso significa que la tasa mínima entraría en vigor aún si los paraísos fiscales individuales no participan.

Al respecto, un primer acuerdo fue conseguido hace pocos días en Frankfurt, entre 136 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

La medida actualizaría un siglo de reglas fiscales internacionales para responder a los cambios traídos por la globalización y la digitalización.

(VIDEO) ¿Carrera por un impuesto global mínimo?

Detractores y triunfadores

El acuerdo global se debatirá en la cumbre del G20 los próximos 30 y 31 de octubre en Roma, donde se estudiarán los próximos pasos para que lo pactado pueda aplicarse ya desde 2023. Pero ya se conoce que el G7 (Canadá, Francia, Alemania, Japón, Italia, Reino Unido y Estados Unidos), que agrupa a las economías democráticas y liberales más poderosas de Occidente, le dará su apoyo.

Ya han salido detractores y resistencias, por supuesto. Del lado académico, Chris Edwards, director de Estudios de Políticas Tributarias del Instituto Cato en Estados Unidos, cree que igualar los tributos en uno y otro país puede ser contraproducente. "De la misma manera que la competencia entre empresas promueve la eficiencia, la competencia tributaria genera beneficios favorables a la eficiencia entre países", dice.

En el lado privado, distintos reportes financieros y de Washington informan que está ya enfilado un ejército de lobistas en la capital estadounidense para tratar de frenar la legislación desde el Congreso.

Pero para el gobierno de Biden la ganancia no podría ser mayor. "Establecer, por primera vez, una fuerte tasa mínima global allanará por fin el terreno para los trabajadores y contribuyentes estadounidenses, junto a los del resto del mundo", aseguró el mandatario.

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Las grandes tecnológicas mundiales no escaparían de la medida

Los especialistas indican que, por una parte, Biden estaría asegurándose de esa manera la financiación de su plan de infraestructura, cuyo monto no ha podido terminar de pasar por el Capitolio. Y por la otra, estaría dejando en igualdad de competencia a las corporaciones norteamericanas, a las que piensa aumentar hasta un 28% los impuestos, con lo que, si esta medida de impuesto global se acordara, las mantendría competitivas.

La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, también celebró el acuerdo y aseguró que, cuando esté en vigor, la economía global será un lugar "mucho más fácil" para que los estadounidenses "encuentren un trabajo, ganen un salario o hagan crecer un negocio".

Pero además de esos intríngulis, el triunfo político más llamativo sería el internacional.

Greg Sargent, analista financiero del Washington Post, señala que esta temática ha estado propuesta en el concierto internacional desde el año 2013, pero no ha sido sino hasta el paso adelante dado por Biden que el proceso hizo una inflexión.

"A diferencia de la propuesta trumpista", explica, "que reducía tanto como era posible los impuestos a las corporaciones para que no se fueran a paraísos fiscales", la propuesta de Biden le hace poco atractivo a las corporaciones irse a otros territorios, y con sus riquezas colaboran con el desarrollo de las sociedades.

Más trofeos no podrían estar esperando al ocupante de la Casa Blanca, a quien victorias no le sobran, tanto en el ámbito interno como en el internacional.

(VIDEO) Irlanda y Estonia se suman al acuerdo internacional de gravar a las empresas al 15%