¿Por qué en Finlandia son mucho más felices que en Estados Unidos?

A waterfront view of Finland's capital, Helsinki. The country's strong social safety net is just one of the reasons citizens
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Por segundo año consecutivo, Finlandia ha sido elegida como el país más feliz del mundo en el Índice Global de Felicidad. La nación nórdica ha superado “significativamente” a los otros 10 países que encabezaban el índice, una clasificación que compara los niveles de felicidad de 156 naciones teniendo en cuenta los datos de la Encuesta Mundial Gallup.

Al contrario, Estados Unidos, ha mantenido su tendencia descendente. Este año ocupa el puesto 19 en el índice de felicidad general. El año pasado ocupó el lugar 18 y el año anterior se colocó en la posición 14.

No es difícil entender por qué a Finlandia le está yendo tan bien. El país del norte de Europa tiene una sólida red de seguridad social, que incluye un enfoque progresivo y exitoso para acabar con los problemas de acceso a la vivienda. También cuenta con un sistema educativo de alta calidad y su compromiso para cerrar la brecha de género está dando sus frutos. Con una población de poco más de 5,5 millones de personas, es el único país en el mundo desarrollado donde los padres pasan más tiempo con los niños en edad escolar que las madres.

La sociedad finesa ha sido construida de manera tal que las personas reciben apoyo pero sienten que tienen control sobre sus vidas, dijo Anu Partanen, autora de The Nordic Theory of Everything (La teoría nórdica de todo), quien recientemente se mudó a su Finlandia natal tras una década viviendo en Nueva York.

“A la mayoría de las personas les gustaría tener una vida en la que puedan contar con atención médica si se enferman, donde sus hijos reciban una buena educación, donde puedan trabajar y, con suerte, sentirse satisfechos con ese trabajo, y en la que puedan pasar tiempo con sus seres queridos”, le comentó Partanen al HuffPost. “Los fineses no buscan hacerse inmensamente ricos. Creo que Finlandia solo hace un buen trabajo ayudando a las personas a lograr esta maravillosa vida cotidiana”.

Como en años anteriores, las 10 naciones más felices del mundo están lideradas por los países nórdicos: Dinamarca, Noruega, Islandia, Suecia y Finlandia. Y todos menos dos de ellos, Nueva Zelanda y Canadá, están ubicados en Europa.

El panorama es menos alentador en otras partes del mundo, sobre todo en el Sur de Asia, donde el declive sostenido del bienestar de la India, ahora en el puesto 140, ha impulsado la caída del bienestar en toda la región. De hecho, la India alcanzó niveles tan bajos y su población es tan grande que incluso llegó a afectar los niveles globales de felicidad.

Se necesita investigar más este tema para comprender lo que está sucediendo en la India, pero de cualquier manera nos recuerda que el rápido desarrollo económico y el cambio social no solo acarrean beneficios, sino que también pueden pasar una factura elevada, indicó el coeditor del informe John F. Helliwell, investigador principal del Instituto Canadiense de Investigación Avanzada.

“Un elevado crecimiento económico no se traduce necesariamente en un aumento de la felicidad”, le dijo al HuffPost. “De hecho, a menudo ese crecimiento puede producirse a expensas de las relaciones sociales entre las personas y de la disminución de la felicidad en la vida cotidiana”.

El gobierno de Estados Unidos haría bien en aplicar esta idea, dijo el coeditor Jeffrey Sachs, director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia. “Seguimos persiguiendo el crecimiento económico como si fuese el santo grial, pero eso no mejora el bienestar de nuestro país. Deberíamos olvidarnos de nuestra obsesión con el crecimiento del PIB como nuestro único o principal indicador de desempeño”.

Partanen, quien regresó a Finlandia con su esposo estadounidense y su hija de un año en busca de una vida familiar “más sana”, dijo que su estancia en Estados Unidos estuvo definida por la ansiedad. “Se necesita mucha energía para encontrar guardería, escuela, médico y plan de seguro adecuados, y luego tienes que buscar cómo pagar todo ya que es muy caro”.

A medida que el estado de bienestar en Estados Unidos sigue deteriorándose y aumenta la desigualdad, la estructura social del país se ve sometida a un gran estrés, lo cual crea una sociedad sumamente vulnerable a la explotación y a lo que el economista denomina “una epidemia de adicciones”, incluido el abuso de sustancias, el exceso de trabajo y las apuestas, explicó Sachs. Para abordar estos problemas el gobierno debe controlar a las compañías que promueven estas adicciones, pero en realidad sucede lo contrario, dijo Sachs.

“Esta es la peor administración que hemos tenido ya que ha dado más poder a los lobbys y ha puesto el sistema regulatorio a los pies de los intereses corporativos”, dijo. “La administración Trump trabaja horas extras para un grupo muy pequeño de personas ricas y poderosas que están haciendo un gran daño al bien público en general”.

Las relaciones comunitarias y sociales son un tema central del informe de 2019, en el que se explica cómo las actividades cara a cara, los deportes y el voluntariado contribuyen al bienestar mientras que la conectividad online lo socava.

Esta realidad es particularmente alarmante entre los más jóvenes. Durante la última década, el tiempo que los adolescentes de 13 a 18 años pasan frente a las pantallas, jugando, en las redes sociales y enviando mensajes de texto, ha aumentado paulatinamente. En 2018, el 95% de los adolescentes en Estados Unidos tenía acceso a un smartphone y el 45% afirmó estar online casi todo el día. Varios estudios han encontrado una correlación entre el tiempo que los jóvenes están conectados y una reducción del bienestar. Por ejemplo, se encontró que las jóvenes que pasaban cinco o más horas al día en las redes sociales tenían tres veces más probabilidades de deprimirse que quienes no lo hacían.

El informe concluyó que, aunque las tecnologías de la información han aumentado el alcance y las complejidades de la conectividad humana, ponen en riesgo la calidad de las relaciones sociales en una medida que aún no se comprende del todo y para la cual aún no existen soluciones.

A los países les debería preocupar la infelicidad como si se tratara de cualquier otra amenaza para la salud pública, dijo Laurie Santos, profesora de psicología en la Universidad de Yale. Podríamos pensar que el objetivo de ser más felices es algo que solo les preocupa a los países ricos porque pueden darse ese lujo, pero la felicidad es un tema mucho más complejo, le reveló al HuffPost. “Ser feliz se relaciona con el desempeño en el trabajo, la resiliencia frente a la enfermedad e incluso una mayor esperanza de vida”.

De cualquier forma, el Índice Global de Felicidad alienta a los gobiernos y personas a que creen políticas y opciones de vida basándose en un mayor grado de bienestar. Algunos países ya están dando pasos para incorporar ese tipo de bienestar en su gobierno. Por ejemplo, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha llamado a apostar por un tipo de economía diferente que incluya en sus políticas el bienestar y los principios ambientales de forma más sistémica.

“El trabajo del gobierno consiste en brindar una mejor calidad de vida a sus ciudadanos”, dijo Partanen. “En Estados Unidos se enfocan mucho en alcanzar la felicidad, pero a menudo la solución consiste en hacer más yoga o meditación: la felicidad es lo que uno hace de ella. Para los gobiernos, la felicidad no debe considerarse como una especie de estado personal, que se tiene o no se tiene, o que se debe descubrir por uno mismo. Se trata de ayudar a los ciudadanos a tener una mejor calidad de vida. Por supuesto que queremos conseguir nuestras metas, pero ¿para qué las estamos alcanzando si no es para mejorar la calidad de vida de todos?”.

Los 10 países más felices

  1. Finlandia

  2. Dinamarca

  3. Noruega

  4. Islandia

  5. Países Bajos

  6. Suiza

  7. Suecia

  8. Nueva Zelanda

  9. Canadá

  10. Austria

Los 10 países menos felices

  1. Sudán del Sur

  2. República Centroafricana

  3. Afganistán

  4. Tanzania

  5. Ruanda

  6. Yemen

  7. Malawi

  8. Siria

  9. Botsuana

  10. Haití

Tess Riley
HuffPost